Para el directivo, en 2020 la Argentina podría encontrarse cerca de abastecerse de energía sin tener que seguir importando. Shell está cumpliendo 100 años en el país.
Por Ximena Casas.
El mes próximo, Shell cumplirá 100 años en la Argentina. Pero más que hacer balances, Juan José Aranguren su presidente en los últimos 12 años prefiere hablar de lo que viene: convertirse en una empresa integrada (con participación en exploración, producción, refinación y comercialización de combustible). Espero que a inicios de la próxima década estemos cerca de ser una compañía que produce su propio crudo, adelantó. Hoy, Shell es la segunda firma en el sector de venta de combustible, detrás de YPF, con 18% del mercado de naftas y 13% de gasoil.
¿Cómo evalúa la situación del sector energético?
Con preocupación para resolver las cosas que no funcionan bien, pero con optimismo porque de la resolución de los problemas del sector puede aparecer la oportunidad para restablecer equilibrios macroeconómicos que la Argentina ha perdido. Nuestro país está importando entre 12% y 13% de la energía primaria. Pero lo gracioso es que esa energía existe en el país en forma de recursos y todo el mundo está hablando del potencial de explotación no convencional de hidrocarburos. Si generamos las condiciones para poder invertir, para transformar esos recursos en reservas, no solamente vamos a eliminar u$s 12.500 millones por año de importaciones de energía, sino que vamos a tener un flujo de divisas para el país que va a poder restablecer el valor de la moneda, uno de los principales problemas hoy.
¿Cuáles son esas condiciones?
Confianza para el que va a invertir. Que sepa que no va a tener problemas en poder sacar una porción de esa inversión en la forma de dividendos, que va a tener acceso a moneda dura cuando tiene que importar un producto, que no va a tener retenciones en la exportación que le limiten la rentabilidad. Que la Argentina vuelva a tener vasos comunicantes con el mundo.
¿Es posible el autoabastecimiento energético?
Si hiciéramos los deberes, podríamos estar inaugurando la próxima década cercanos al autoabastecimiento. Todos tenemos que estar interesados en lo mismo.
¿Cuál es el potencial real de Vaca Muerta?
En los pozos que ya hemos perforado (la compañía tiene tres concesiones y participa en otras dos), la calidad del recurso es similar o superior al de algunas formaciones de los Estados Unidos. Somos optimistas. Va a depender de las señales respecto a la seguridad jurídica. Más por necesidad que por virtud, la Argentina va a tener que generar esa circunstancia; si no, es insostenible manejar un déficit anual de u$s 12.500 millones cuando no tenemos las reservas para poder hacer frente.
¿Qué cambió con la estatización de YPF?
Hay un cambio positivo. El management de la compañía ha decidido volcar más esfuerzos en exploración; era evidente que la anterior administración tenía un solo objetivo que era tratar de pagar la mayor cantidad de dividendos posibles, en una política que había sido consensuada con el gobierno nacional. Y desde que el Estado tomó una participación más activa, se ha dado cuenta que los niveles de precio que tenía la compañía no eran suficientes y tomó el liderazgo en trasladar al precio al público el incremento de sus costos.
La empresa, y usted personalmente, afrontaron varias causas judiciales, incluso penales, basadas en una vieja Ley de Abastecimiento. ¿Qué opina de la nueva ley que se está discutiendo?
Toda ley que ponga en cabeza de un funcionario la capacidad de fijar un margen, determinar un precio, obligar cuotas de producción, en mi modesta opinión de ingeniero, es inconstitucional.
¿Cómo es hoy la relación de Shell con el Gobierno?
Siempre respetuosa. Es preferible decir las cosas de frente y no estar aplaudiendo en primera fila y pensar lo contrario. Del debate abierto surge el beneficio común. Tenemos que tratar de que no se imponga un discurso único.
Pero hubo declaraciones muy fuertes contra usted. Se lo acusó de la devaluación.
La realidad lo terminó desmintiendo. El tiempo está dando respuesta a esa decisión de algunos funcionarios de centrar sus críticas en una sola compañía. De hecho, lo que está ocurriendo en el mercado de combustibles, la necesidad de reflejar precios reales, es algo que Shell viene manifestando hace tiempo. Tarde o temprano se nos está dando la razón.
¿Se dedicará a la política?
Mi única responsabilidad es ser presidente de Shell. Luego, el tiempo dirá. Tengo 35 años en la compañía, ya son muchos, y llegará el tiempo en el cual podré estar intentando desarrollar o compartir mi experiencia profesional en otro tipo de actividad y ojalá pueda contribuir a la sociedad desde otro lugar.