Conducido por una sismóloga de la U.S. Geological Survey (USGS), el estudio publicado este martes concluye que, a igual magnitud, los sismos vinculados al fracking se sienten menos en la superficie que los originados naturalmente. Según la investigadora, el agua y los líquidos usados en la hidrofractura, colaboran a mitigar el impacto.
La sismóloga Susan Hough analizó 11 terremotos inducidos en el centro y este de los Estados Unidos entre 2011-2013, concentrándose en los temblores que se generaron a nivel del suelo.
Para ello, se sirvió de un sistema de recolección y análisis de datos de la USGS conocido como “Did You Feel It?” (“¿Ud. lo sintió?”), basado en una serie de cuestionarios que completan en línea las personas que sienten algún terremoto y recurren al organismo para reportarlo.
En este caso, respondieron habitantes Arkansas, Colorado, Oklahoma, Ohio y Texas respecto a temblores vinculados al fracking. Y estas mediciones se compararon luego con las de 10 terremotos tectónicos de magnitudes similares, ocurridos entre 2002 y 2011.
“La conclusión es simple”, dijo Hough, “en cada uno de los casos, la intensidad reportada fue muy baja”. Como resultado, su estudio, publicado el pasado 19 de agosto en el “Boletín de la Sociedad Sismológica de América”, concluye que “los riesgos de estos temblores son inferiores a lo que cabría esperar, sobre todo porque los acontecimientos inducidos son 16 veces más débiles que los terremotos naturales con la misma magnitud” .
Asimismo, la investigadora sostuvo que “los terremotos asociados con fracking tienden a perder energía a unos seis kilómetros del epicentro, presumiblemente debido a que la falla es lubricada por el agua residual inyectada”.
“La forma en que se sintieron en la superficie los terremotos inducidos es equivalente, en promedio, a un terremoto natural de una magnitud de 0,8 o menos”, dijo Hough.
Así, los resultados de Hough sugieren que los efectos causados por los terremotos inducidos por inyección se concentran especialmente en la región epicentral inmediata y que si intensidad tiende a disminuir por acción de los fluidos inyectados en el suelo, que lubrican las fallas geológicas de la hidrofractura.