Los dos bancos de inversión más importantes del mundo, J. P. Morgan y Goldman Sachs, se alían para dar un paso más en el proceso de avance de la innovación financiera. En concreto, estos dos bancos desarrollarán nuevos tipos de instrumentos derivados mucho más sofisticados y con complejos sistemas de valoración denominados “de nueva generación”.
Estos nuevos derivados estarán basados en contratos de intercambio con colateral (swaps) unidos a un índice de precios de préstamos con grado especulativo (equivalente a bonos basura) denominado Markit’s iBoxx USD Liquid Leverage también conocido como el índice de referencia del mercado de préstamos “apalancados”, el cual tiene una capitalización de 750.000 millones de dólares según cuenta Morgan Stanley en un informe. Este método, conocido como “indexación”, neutraliza en cierta forma el riesgo para aquellos que quieren seguir apalancándose –seguir endeudándose por encima de su capacidad real de pago– y más si cabe en un mundo tan complicado como la industria de derivados financieros.
Por su parte, Goldman Sachs tiene preparada una emisión de 10.000 millones de euros (13.400 millones de dólares) de bonos estructurados con deuda referenciada a los bonos que tienen mayor rentabilidad dentro de la categoría “securities” como pueden ser las cédulas hipotecarias (también conocidas como ABS, asset-backed securities). En los últimos años, Goldman ha sido uno de los bancos más activos a la hora de inventar nuevos productos financieros y uno de los que más tuvieron que provisionar resultados para cubrir la oleada de insolvencias provenientes de esta “innovación financiera”.
No sólo estos bancos están en este momento diseñando nuevos instrumentos derivados. La compañía ProShares ha empezado a ofrecer a sus clientes un fondo cotizado ETF con un respaldo de sus papeles en contratos de seguros contra impagos –los famosos Credit Default Swaps CDS– de deuda corporativa.
En plena era de dinero “gratis” proporcionado por los Bancos Centrales y la atonía de los principales sectores de la economía, los profesionales del sector financiero buscan nuevas vías para conseguir rentabilidades por encima de la media. Para ello, tienen que asumir un riesgo mayor, el cual se ejemplifica de forma extraordinaria en los contratos de derivados.
En todos estos años de crisis, los inversores más arriesgados que confiaron en instrumentos como la deuda de alto riesgo “high-yield” han conseguido en media un 145% de revalorización de su cartera. Ante este “rally”, los analistas nos preguntamos si esto ya constituye un nuevo “techo” y, por tanto, estamos de nuevo al borde de una nueva caída importante de los mercados financieros. Así lo cree Lawrence McDonald, jefe de estrategia de Newedge USA: “En el pico del mercado en 2007, hubo todo este tipo de innovación y muchos inversores no se dieron cuenta de ello a tiempo. Esos productos eran un claro indicador de riesgo”.
En los últimos días, muchos comentaristas de mercado acuden a las gráficas históricas para advertir de un nuevo mercado bajista. Sin embargo, han sido tales los cambios estructurales en el mercado que sería francamente difícil un desplome “overnight” de las Bolsas y bonos. Las bases de la recuperación económica no son sólidas, existe una percepción distorsionada del riesgo y los Bancos Centrales continúan condicionado la marcha de las economías. Estas tres circunstancias interactúan en este momento, trabajando entre sí en sentido contrario. Por el momento, este juego lo sigue ganando la avalancha de liquidez actual.