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DEBATE
Default y Buitres: escriben Pagni, Kohan, Van Der Kooy, Laborda y Sturzenegger
14/08/2014

Patria o buitres, no; recesión o buitres

La Nación

Por Carlos Pagni.

En las últimas 48 horas, la economía nacional debió absorber dos malas noticias. Mark Brodsky, el titular del fondo Aurelius, uno de los holdouts, dio por terminadas las conversaciones con inversores que pretendían comprar los derechos reconocidos por Thomas Griesa. En consecuencia, quedó descartada la posibilidad de que un nuevo acreedor reclame al juez un stay para que se paguen los bonos reestructurados.

La otra novedad que afecta a los mercados es que Axel Kicillof terminó de doblegar a Juan Carlos Fábrega como rector de la política monetaria. Desde que se declaró el default, los agentes económicos previeron una escasez de dólares más aguda y, por lo tanto, una nueva fuga hacia esa moneda.

Lo razonable en ese caso hubiera sido que, para volver más atractivo el peso y evitar una caída de reservas, el Banco Central subiera la tasa de interés. Pero hizo lo contrario: la bajó un punto. Se impuso, a la larga, la tesis que el ministro de Economía había defendido, sin éxito, en enero: evitar una devaluación sin aumentar el costo del dinero.

Brodsky es el "buitre del buitre". Representante de Aurelius, antes fue el principal abogado del fondo NML, de Paul Singer. Esta vinculación indujo la sospecha de que Brodsky podía ser, llegado el momento, el rostro amargo del conciliador Singer.

El momento llegó ayer. Y confirmó lo que se preveía. Las negociaciones entre la banca y los acreedores estaban destinadas al fracaso desde que Cristina Kirchner y Kicillof aclararon que desobedecerían el fallo de Griesa no sólo porque activara la cláusula RUFO, sino porque era usurario. Kicillof ofreció saldar con US$ 300 millones un reclamo de US$ 1600. No apareció el filántropo dispuesto a absorber la diferencia.

Hoy habrá que examinar el comportamiento de los bonos. Mientras se presumía un arreglo, no se habían derrumbado. Pero ayer el Bonar 24, que fue la estrella desde el acuerdo con Repsol, tuvo una caída de 3 puntos. ¿El mercado cambia de dinámica?

Brodsky, a quien The Independent bautizó Terminator por su inflexibilidad, apuntó contra el Gobierno. Dijo que "los líderes argentinos tomaron una decisión calculada y cínica para violar y repudiar una orden judicial y poner a su república en default". Los demandantes siempre agitaron la bandera de la mala fe del deudor. Fue parte de una caracterización más general del kirchnerismo: la de un grupo poco afecto al cumplimiento de la ley.

Si la señora de Kirchner tiende a interpretar cada adversidad como la ratificación de un complot que ya está en curso, combinará el repudio de Brodsky con la decisión del juez Cam Ferenbach. Este magistrado de Nevada accedió al pedido de Singer para que se investiguen las 123 sociedades fantasma atribuidas a Lázaro Báez en ese estado.

La presunción de la Presidenta habrá encontrado una comprobación casi gozosa. El imperio no se conforma con obligarla a cumplir con un contrato, sino que pretende su desestabilización. Ferenbach hizo mucho más que Griesa a favor de la tesis según la cual la controversia financiera enmascara una provocación política.

Es posible que el resquicio de voluntad de pago que pudiera conservar Cristina Kirchner se haya reducido a partir de este peyorativo pronunciamiento judicial. Un dato que habrá tenido en cuenta Brodsky para poner punto final a sus inciertas tratativas.

Las consecuencias penales de la decisión del juez Ferenbach son mucho más borrosas que sus efectos políticos. La señora de Kirchner tenía complicaciones en dos frentes judiciales desconectados entre sí. El de los tribunales neoyorquinos, donde se discute la deuda con los holdouts, y el de los tribunales porteños, donde se investiga la corrupción oficial. Ahora esos dos universos quedaron superpuestos.

Con la excusa de que los sospechosos recursos que traficaba Báez son de los contribuyentes, en los juzgados norteamericanos se ventilan en términos agraviantes las miserias morales del Gobierno.

Para referirse a la Presidenta, su esposo y Báez, el juez de Nevada habló de "sórdido trío". Y respecto del constructor santacruceño dijo que "no hay dudas de que malversó fondos de Argentina y que un malversador o ladrón no adquiere título de propiedad sobre aquello que roba."

La politización de la demanda de los holdouts es deliberada. Singer, el titular del fondo NML, busca recuperar la posición que adoptó en los años '90. Cuando litigaba contra el Congo, se presentaba como un agente purificador del capitalismo.

Gracias a él -sostenía-a los gobiernos populistas se les hacía más costoso dilapidar recursos y caer en default. Y por obra de su implacable persecución, a los cleptócratas les resultaba más difícil esconder el botín. El juez Ferenbach suscribió estos argumentos.

Es difícil que Cristina Kirchner pueda discriminar la ruptura de Brodsky de las impugnaciones de Ferenbach y de la política de Barack Obama respecto de su administración.

La Presidenta subrayó esa identificación citando un artículo en el que Greg Palast, de The Guardian, aconsejó a Obama imitar a George W. Bush, que impidió a un juez embargar activos de Congo en aquel conflicto con Singer, porque interfería en la política exterior.

En realidad, Bush hizo que el Departamento de Justicia presentara en los tribunales un amicus curiae favorable a la inmunidad de Congo. Y el juez le dio la razón. El gobierno de Obama también presentó ante la Corte un escrito similar en defensa de la Argentina, y los jueces no le dieron la razón. En ambos decidieron los magistrados.

El éxito judicial de los acreedores provocó la crítica de muchos especialistas. Los premios Nobel Joseph Stiglitz y Robert Solow, el columnista de Financial Times Martin Wolff, y la representante de Bush en el FMI, Ann Krueger, entre muchos otros, señalaron que es predatorio malograr una reestructuración soberana para satisfacer a especuladores que ni siquiera invirtieron en el país.

La discusión es saludable. Pero abstracta. Quienes toman a la Argentina como conejillo de Indias del sistema global no mencionan las circunstancias en que aparece el problema de los holdouts. No se detienen en que una gestión extraviada provocó una crisis de reservas. Sólo para importar combustibles el Banco Central perderá en el próximo año y medio US$ 12.000 millones.

El país necesita tener más dólares y hay tres formas de lograrlo. Una, devaluar, algo a lo que Fábrega se resiste, como explicó el lunes pasado ante banqueros, cuando apostó al swap con China. Otra es cerrar más las importaciones, asfixiando la economía. La tercera es pedir prestado. Pero haría falta un acuerdo con los holdouts.

Estigmatizar al "buitre" puede sonar sensato. Igual que condenar al usurero. Pero, cuando la encrucijada es apremiante, la salida más desagradable puede ser la única. Muchos intelectuales y líderes políticos respaldan a Cristina Kirchner en su posición frente a los holdouts. Pero ninguno explica cómo evitar males mayores. Ojalá la opción fuera blanco o negro. O, como quiere el kirchnerismo, patria o buitres. Pero es más desagradable. Recesión o buitres. Negro o negro.

Anticipan que el plan de Cristina contra el default traerá más inflación y más recesión

El Cronista

Por Guillermo Kohan.

Cristina Kirchner parece dispuesta a profundizar el estatismo económico como respuesta a las dificultades que se precipitan con el default, al fracasar en lo inmediato el plan para financiar con nueva deuda la transición política y el aumento permanente del gasto público. Está en peligro la fórmula con la que la Presidenta supone que la recordarán bien sus gobernados cuando se vea obligada a dejar el poder.

Las cuentas del default en lo inmediato se presentan a la vista: claramente habrá menos dólares disponibles. Y eso determina menos actividad, porque para reactivar hay que importar. El economista Carlos Melconian estima que el proceso recesivo es irreversible. La inflación, por la emisión monetaria que tiende a espiralizarse y se agrava con el default, seguirá comiendo el poder adquisitivo de los salarios, En esas circunstancias, no hay forma de recuperar el consumo popular que ya viene en franca caída desde el segundo trimestre. Todo con menos crédito disponible, dólar y precios más altos, y golpeando el empleo por la recesión sostenida.

La respuesta del Gobierno a las nuevas dificultades hielan la sangre entre empresarios y banqueros: más pesos a la calle, más subsidios, impresión de moneda sin respaldo, súper emisión monetaria, tasas negativas, y una serie de iniciativas políticas para promover leyes que permitan a los funcionarios perseguir a las empresas y a la actividad privada, todo con el objeto de planificar desde el Estado la redistribución de la riqueza y los márgenes de ganancia que a cada sector debe tocarle, según la lógica arbitraria del Gobierno. Un experimento neo keynesiano para un país ya agobiado con la inflación en 40% anual y un déficit que ya supera 5 puntos de producto. Más aún, con proyectos para sovietizar el manejo económico que difícilmente convoquen a la inversión.

Todos los economistas del país, desde la heterodoxia de Aldo Ferrer hasta la ortodoxia de Daniel Artana, coinciden en pronosticar severas turbulencias si el Gobierno insiste en ese camino. Observan a coro que con el actual desequilibrio fiscal, con el gasto público indexado por salarios y subsidios crecientes, si todavía el Gobierno se dispone a cebar más la inflación y el dólar con emisión de pesos y tasas negativas, es obvio que se agravará la inflación, el atraso cambiario y la parálisis económica. Y por supuesto que todo será peor si la respuesta política del Gobierno es más represión de precios con persecución a empresas y personas.

Un modelo de control estatal que sigue acercándose a regímenes deprimentes que han fracasado en todo el mundo, que Cristina y una minoría de economistas y seguidores con ideas muy poco actualizadas busca imponerle a la sociedad argentina que ha rechazado esa opción. No luce muy equilibrado para una Jefa de Estado en el final de su mandato y luego de haber perdido las elecciones el año pasado. A pesar de que 7 de cada 10 argentinos votaron en contra de la inflación, el cepo y el modelo estatista de Cristina y Axel Kicillof; la Presidenta gobierna como si no fuera a irse nunca. Insiste y promete profundizar la dosis, aún contra la voluntad popular.

De hecho las últimas encuestas revelan que cada vez hay menos apoyo a la aventura de Cristina contra los fondos buitre, si esto alarga el default y las penurias económicas. Y el funcionario que más influye hoy en las decisiones presidenciales, Axel Kicillof, es quien aparece, medido por su gestión y resultados, con peor imagen en todos los sondeos. Resultó bastante pobre, por cierto, la convocatoria al Luna Park que lanzó el cristinismo ultra para celebrar la malvinización contra los buitres y presentar a Kicillof como el candidato más puro para representar al oficialismo el año próximo. Ni se presentó el Ministro, y la noche de La Cámpora terminó muy deslucida, con figuras en el escenario que no parecen las más apropiadas para sumar votos en una elección. Se abrió Daniel Scioli, tampoco estuvieron los intendentes del peronismo y hasta se ausentaron los movimientos sociales kirchneristas que no quieren una radicalización del gobierno y el gabinete contra el peronismo

Aún así juega libre todavía la Presidenta. El peronismo la seguirá acompañando hasta la puerta del cementerio y la oposición no junta voluntades para frenar esta nueva aventura. Como quienes le ganaron las elecciones el año pasado ya están peleando por anticipado su sucesión, no logran ni siquiera acordar una estrategia común frente al escándalo político que supone la figura de Amado Boudou en la vice-presidencia. Mucho menos una propuesta unificada para evitar el default, más bien opiniones encontradas entre ellos y sus economistas respecto de lo que había que hacer. Tampoco está claro que la oposición pueda lograr frenar en el Congreso las leyes que el oficialismo quiere votar para profundizar el control de precios y la persecución a comercios y empresas. Por eso desde las centrales empresarias se anunció que la pelea terminará en la Justicia, ya que se denuncian como inconstitucionales varios aspectos de la iniciativa oficial. Sobre todo el hecho de que los funcionarios que apliquen las sanciones contra las empresas podrán hacerlo sin que medie la intervención de un juez. Nunca visto, al menos en democracia.

“Patria o buitres”, una astilla en la interna K

Clarín

Por Eduardo Van Der Kooy.

La pelea con los fondos buitre y con el juez neoyorquino Thomas Griesa, asoma a esta altura en dos planos bien definidos. Pocas cosas están a la vista en Estados Unidos. Sólo trámites rutinarios del estudio (Clery Gottlieb Steen & Hamilton LLP) que en aquel distrito atiende los intereses de la Argentina. Conversaciones estancadas después del último encuentro de partes del viernes pasado. Gestiones de intermediarios liquidadas o estériles: aquella de los banqueros nacionales, otra de entidades extranjeras y la ilusión del empresario Eduardo Eurnekian de lograr un salvataje, acordando con los holdouts, mediante una vaquita doméstica. En cambio, bajo el lema “Patria o buitres” Cristina Fernández parece haber logrado reanimar cierto entusiasmo en sus filas –poco o nada en el peronismo clásico– que estaba desinflado por las exigencias y las concesiones que impuso al Gobierno una economía en franco retroceso.

“Patria o buitres” empezó desde ayer a dividir las aguas en el Frente para la Victoria. En el acto del Luna Park fueron nítidas las presencias de los talibán K. También la rabona de aquellos que pretenden convertirse desde el territorio oficial en herederos de Cristina en el 2015. La convocatoria fue realizada por el kirchnerismo no pejotista donde se mezclan demasiadas cosas. Desde Luis D’Elía hasta el oxidado Partido Comunista, transitando por las Madres de Plaza de Mayo, línea Hebe de Bonafini. Hubo pre presidenciables invitados que terminaron desertando. Otros directamente excluidos aunque, por lo menos hasta ahora, aparezcan como los más taquilleros: Daniel Scioli, el gobernador de Buenos Aires, y Florencio Randazzo, el ministro de Interior y Transporte.

Los dos, en horas aledañas, se las compusieron para montar escenarios de campaña. Randazzo volvió a exhibirse con sus trenes del ferrocarril Sarmiento junto a la Presidenta. Ella habló de la “nueva maravilla”, sin memorar que esa presunta maravilla nació como consecuencia de la tragedia de Once, que dejó 51 muertos.

El desastre está borrado del chip presidencial.

El ministro del Interior reveló que Cristina le habría dicho que sea candidato. Es posible que haya sido así. Difícil, en cambio, que le haya deseado un futuro de victoria. Scioli sustituyó el Luna Park por un acto con su juventud en un teatro de San Telmo, tapizado de anaranjado, su identidad política. Allí atronaron las consignas en favor del gobernador, de Juan Perón y de Evita.

Los Kirchner, ausentes. El sciolismo sabrá por qué.

Hubo otro desafectado por el cristinismo en la cruzada contra los buitres. Tampoco se lo vio con Scioli ni con los trenes de Randazzo. El diputado del FPV, Martín Insaurralde, explicó que nadie lo había convocado al Luna Park. Se sabe que no se siente cómodo vociferando aquellas consignas con olor a naftalina. Resta poco tiempo para que el legislador retorne a su cargo de jefe comunal de Lomas de Zamora, de donde partió en uso de licencia. Desde ese sillón daría el salto hacia el Frente Renovador, una aventura que le gusta aunque también le asusta. No está solo ante ese dilema: Sergio Massa relee encuestas para saber cuánto le aportaría de verdad, entre sumas y restas inevitables, la compañía del lomense y la chance de su candidatura a gobernador de Buenos Aires.

En la tarima del Luna Park aparecieron Gabriel Mariotto, el vicegobernador de Buenos Aires, el piquetero D’Elía, Hebe y el diputado Andrés Larroque, entre varios oradores. Brillaron por su ausencia Agustín Rossi, el ministro de Defensa, Sergio Urribarri, el mandatario de Entre Ríos, el ex canciller Jorge Taiana, fogoneado por el Movimiento Evita, y Julián Domínguez, el titular de la Cámara de Diputados. Considerados, según esos sectores ultra K, como posibles candidatos de pura sangre. O los halcones.

Aunque no a todos, tal vez, les calce esa denominación. Domínguez, por ejemplo, se reivindica, ante todo, como peronista. Y nunca reniega del llamado pejotismo. Hace días estuvo en Mendoza donde oyó impasible las duras críticas de Francisco Pérez contra el Gobierno. El mandatario mendocino está ahora enojado por la política petrolera oficial. Domínguez también traza ciertas diferencias con la Casa Rosada cuando recorre su política agropecuaria. Pero no concibe ningún recorrido electoral sin la tutela de Cristina. Taiana es más conservador. Sólo se permite el derecho a no defender a ultranza a Amado Boudou ante el par de procesamientos judiciales que lo compromete. Rossi y Urribarri, en cambio, no reconocen matices. El ministro de Defensa ha sido el primero en pregonar su conformidad acerca de que el vicepresidente no se tome licencia, como reclama la oposición y aguarda con candidez parte del peronismo cauteloso. Su discípula, la jefa del bloque de Diputados, Juliana Di Tulio, volvió con la monserga de que Boudou es objeto de una campaña “política, mediática y judicial”.

El entrerriano habla muchísimo más de la batalla contra los buitres y Griesa que de la situación de Boudou.

Todo ese grupo se esfumó a último momento del Luna Park, temeroso quizás de varias cosas. Las caras visibles del acto fueron las de Mariotto, D’Elía, Hebe y Larroque. Casualmente, los mayores defensores del vicepresidente.

“¿Patria o buitres o la repentina defensa de Boudou?”, fue un interrogante disuasivo que circuló entre aquellos pre presidenciables. El blanco final de todos los oradores terminaron siendo los holdouts y Griesa. Pero los ausentes, preventivamente, prefirieron no quedar expuestos a ninguna sorpresa ingrata.

Aquellas ausencias podrían explicarse, por otra parte, desde razones más profundas. El ultra kirchnerismo o cristinismo actual acota cada día sus vasos comunicantes con el pejotismo. Ninguno de los pre presidenciables, tampoco Rossi y Urribarri, entiende que ese encierro podría favorecerlos si pretenden participar en agosto próximo en las primarias del FPV. No desearían obsequiarle en bandeja esa maquinaria ni a Scioli ni a Randazzo.

El juego que se abrió en las últimas horas en torno a la presencia o no de Axel Kicillof también habría tenido su influencia. El ministro de Economía no estuvo porque viajó a Paraguay. Pero su hipotética asistencia hubiera concedido al acto en el Luna Park una musculatura política que, al final, no tuvo. En ese contexto, los pre-presidenciables K no hubieran podido faltar más allá de que el lema “Patria o buitres” le hubiera servido al ministro de Economía para registrarse formalmente en la competencia electoral.

La vacilación de Cristina y Kicillof tuvo sus motivos. La presencia en un acto de las características que adquirió el del Luna Park hubiera dejado a las dos principales figuras del poder casi en un punto sin retorno. Concediendo argumentos al veterano Griesa y a los buitres sobre que al Gobierno sólo le interesaría utilizar el conflicto con objetivos políticos locales.

Ese es un consejo que los abogados Carmen Corrales, Carmine Bocuzzi y Jonathan Blackman, del estudio Clery, le vienen repitiendo al Gobierno desde que ninguna de las rondas de negociaciones progresó. Si alguna influencia se pretende ejercer sobre Barack Obama, para que ayude a destrabar el pleito, no sería la vía pública ni la permanente sobreactuación lo más adecuado.

Ese andarivel es, pese a todo, apenas conjetural. Cristina y Kicillof estarían conformes con el sitio en que colocaron el conflicto. Así podrían continuar los próximos meses, incluso hasta enero del 2015.

Salvo que el tobogán de la economía asuste a ambos, como pasó en el verano.

Club de París, China, YPF y los otros heridos del 30 de julio

El Cronista

Por: Guillermo Laborda.

El giro no pudo completarse: tras pagar sentencias en el CIADI por u$s 675 millones, compensar a Repsol por u$s 6.000 millones y cancelar deuda (en cuotas durante 5 años) con el Club de París por u$s 9.700 millones, la Argentina entró en default por no pagar sentencia a favor de los fondos buitre por u$s 1.600 millones. Será difícil mantener el statu quo: el vencimiento de la cláusula RUFO a fin de año está muy lejos. Y si realmente, la RUFO es una excusa, es imposible imaginarse el statu quo en todo 2015 cuando hay vencimientos de deuda por u$s 10.000 millones. Algo -¿otro giro?- tiene que acontecer antes.

Las amenazas de corto plazo para el Gobierno se centran en primer lugar en la ya conocida aceleración de los bonos en default (reclamo del 100% del valor residual). En el Gobierno apuestan a judicializar ese accionar que se gatilla cuando se logra el 25% de adhesión del total del bono emitido. Pero el solo anuncio de que una serie de un bono se aceleró, será un dato que tendrá alto impacto en inversores y sus expectativas. Cabe recordar que los bonos emitidos recientemente por YPF -con legislación Nueva York- también cuentan con cláusulas cross-default y, por lo tanto no son inmunes. Sus tenedores también pueden reaccionar en sintonía con sus pares de papeles nacionales.

Tampoco lo acordado con el Club de París es inmune al default. Difícil imaginar desembolsos de agencias de crédito a empresas locales con la nota asignada al país. ¿Y el swap recientemente firmado con China por u$s 11.000 millones? Se trata de un swap "convertible" a dólares. No incluye cláusula ante el default argentino. Pero contiene otra cláusula superadora en la que cualquiera de las partes puede negarse a desembolsos, sin especificar razones. ¿Puede el BCRA solicitarle a China el giro de u$s 11.000 millones? "La respuesta sería negativa" señaló un funcionario consultado por este diario. "Lo mismo si se le solicitan u$s 5.000 millones", agregó. "Sirve para montos menores, en forma gradual", y también para "postergar pagos que se deban hacer a China, por comisiones, anticipos y otros rubros de los acuerdos comerciales firmados" concluyó. Otro factor disturbador pero poco probable, es que se concrete la amenaza del juez Griesa de declarar al país en desacato. Se ingresa en una zona allí jamás explorada, pero que propios funcionarios y analistas advierten por posibles bloqueos financieros adicionales a los que ya se observan.

El statu quo también se ve amenazado por la situación fiscal del Gobierno y de provincias. El BCRA tiene por la ley de su Carta Orgánica, un adicional permitido de $ 80.000 millones para financiar al Tesoro. No alcanzaría a cubrir las necesidades de caja. Mendoza necesitaría u$s 350 millones para cerrar sus cuentas de 2014 por ejemplo. Con el Banco de Francia está habilitada la posibilidad de requerir un pase o crédito de corto plazo por cerca de u$s 2.500 millones. Pero sería solamente por 90 días. Descartado como carta a jugar por el Gobierno.

Los dólares y los pesos con las restantes cuestiones que jaquean al statu quo. En primer lugar, el nerviosismo posdefault ya se siente en las variaciones de los diferentes tipos de cambio que se negocian (Bolsa, "contado con liqui", "blue!). En esta ocasión, no hay carta ganadora como en febrero, cuando el BCRA dispuso reducir el tope de bancos a la tenencia de moneda extranjera. Podrá hacerlo un 5% más, pero no es significativo en cuanto a impacto. No figura en agenda. Sí, la posibilidad de subir nuevamente las tasas de interés. ¿Trabas al "contado con liqui"? En Economía son conscientes de que sólo generaría más incertidumbre. En el segundo caso, los pesos, es no menos importante. La amenaza es que caigan los depósitos del público en entidades.

El camino por delante se presenta complejo para la economía. Los bancos extranjeros ya confiesan tener pocas posibilidades a que se llegue un acuerdo con los fondos buitre. Difícil imaginarse que nada cambie. Que el propio Discount en dólares ley Nueva York hoy en default se opere en torno de los u$s 83,50 refleja que el mercado aguarda una salida. Pero nadie sabe cuál. O aparece ese cisne blanco o el mercado corrige.

Las 7 razones del Gobierno para no arreglar

Clarín

Por Federico Sturzenegger Diputado Nacional (PRO), Economista De La Fundacion Pensar.

Una primera evaluación sobre la estrategia del Gobierno con el tema default podría concluir que ha sido exitosa. En una semana en que se procesó por segunda vez al vicepresidente y la recesión y la inflación golpean con una fuerza inusitada -la caída en ventas de supermercados y tarjetas en los últimos dos meses tienen dimensión “2001”-, el Gobierno juega un partido de distracción que lleva decorosamente. El mercado de bonos no colapsó y el mundo sigue adelante.

Para empezar, no se entiende el problema dado el monto en juego. El Gobierno ha dicho que sólo está dispuesto a ofrecer el canje. Para hacerlo, hay dos opciones: o se valúan los bonos al 2005 y se ofrece lo que se le dio a alguien entonces o se acepta la sentencia a hoy y se entrega lo que hoy todavía tienen por cobrar los que entraron en aquel canje.

Tomando, sólo para propósitos argumentativos este segundo caso, la oferta que hoy Argentina dice tener sobre la mesa vale 53 centavos por dólar (el valor del discount, cupón del PBI e intereses devengados no pagados).

Pero este valor subiría unos 10 centavos si el rendimiento de los bonos cae al 7% (escenario probable si hay un acuerdo). Así, la oferta tendría un valor de 63 centavos. Si el juez ha valuado la deuda de 1600 millones, quiere decir que el Gobierno, ofreciendo el canje, estaría ofertando un paquete con un valor de 1000 millones. Pero ese valor no difiere en mucho más de 200 millones de aquel con el cual los bancos habían cerrado un acuerdo, luego dinamitado. ¿Es un monto como para llevar un país al default? Es lo que Aerolíneas pierde en aproximadamente tres meses.

Por más extraña que parezca la evaluación del Gobierno sobre este tema no podemos dejar de señalar que es consistente. Porque el Gobierno ha hecho todo lo posible para no arreglar.

A saber: 1. Nunca cuestionó la liquidación hecha por el juez. 2. Nunca intentó conseguir un acuerdo de bonistas para eliminar la RUFO. Con dos tercios le alcanzaba, y ya tiene parte de ese porcentaje por los bonos que tiene el ANSES. 3. Parece que nunca hizo una oferta, cuando, como decíamos, la oferta del canje es prácticamente lo que los litigantes quieren para cerrar. El sector privado perfectamente habría podido poner la diferencia. 4. Presentó un escrito diciendo que la RUFO aplicaba. Se autoincriminó aumentando los riesgos legales de su propio accionar. 5. Dinamitó un acuerdo cerrado con bancos locales propiciado por el mismo gobierno. 6. Nunca amagó a derogar la ley 26.886 que no le permite negociar. 7. En el discurso siempre dijo que quería pagarles a todos pero sólo lo justo.

Estamos en presencia de un gobierno dispuesto a imponer costos a la población por un pequeño rédito político de corto plazo. En general, la historia es cruel con los que toman este camino.


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