Por IGNACIO FARIZA.
La celeridad de varios Gobiernos latinoamericanos por ofrecerse como socio comercial a Rusia no ha sentado nada bien en Bruselas. La Comisión Europea transmitirá a los representantes de “un grupo de países” del continente americano su desacuerdo con la rápida reacción tras las sanciones rusas a los productos agrícolas de la UE, EE UU, Australia, Canadá y Noruega y les emplazará a “reconsiderar” sus contratos en ciernes con un socio “no fiable” como Moscú, según confirmaron el lunes fuentes comunitarias.
Con este movimiento, la UE busca dar un toque de atención por un movimiento que no consideran leal, aunque los Veintiocho no pretenden enturbiar sus buenas relaciones diplomáticas y comerciales con países como Brasil o Argentina.
“Podemos entender que productores y exportadores, empresas privadas en definitiva, busquen nuevas oportunidades. Lo que no compartimos es que haya Gobiernos detrás”, subrayaron. Estas mismas fuentes remarcan que la UE no se inmiscuirá en contratos privados, pero sí “lamentan” la actitud de este grupo de países y advierten de la escasa integridad de Moscú como socio comercial. “Sacrificarían una relación económica a largo plazo por beneficios a corto plazo”.
De esa actitud, Bruselas recibió el lunes mismo otra buena muestra. En este caso, de Buenos Aires: “Argentina generará las condiciones para que el sector privado, con el impulso del Estado, pueda satisfacer la demanda del mercado ruso”, afirmó el jefe de gabinete del Gobierno argentino, Jorge Capitanich, informa Efe.
Con la firma de estos acuerdos comerciales, Rusia —el quinto mayor importador de alimentos del mundo— busca suplir parte de las carencias que su ruptura unilateral con la UE y EE UU podría dejar en su mercado interior. Solo en 2013, las compras de alimentos europeos, ahora vetadas, sumaron 5.252 millones de euros.
En Bruselas ya había sentado especialmente mal que los embajadores de Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay en Moscú se reunieran con el máximo responsable del Servicio de Inspección Agrícola y Ganadera ruso, Serguéi Dankvert, pocas horas después de que el Kremlin decretase la prohibición sobre las importaciones.
Pese al malestar, el Ejecutivo comunitario optará por una queja de perfil bajo. En los próximos días, representantes diplomáticos europeos trasladarán la protesta a sus homólogos latinoamericanos y, por el momento, el aviso no trascenderá al ámbito político. La UE estudia canalizar el mensaje a través de las delegaciones de estos países ante las instituciones comunitarias o a través de las oficinas de representación de la Comisión Europea en las capitales latinoamericanas.
El descontento comunitario con las gestiones de varios Gobiernos latinoamericanos con Moscú llega en un momento decisivo en las negociaciones para la firma de un tratado de libre comercio entre la UE y Mercosur —el bloque regional que engloba a Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela—. Tras casi dos décadas de conversaciones, los países latinoamericanos esperan una propuesta europea y los próximos meses, con la llegada de un nuevo Colegio de Comisarios a Bruselas, se presumen claves. Aunque el Ejecutivo comunitario prefiere no relacionar el malestar de la UE con el potencial acuerdo con Mercosur, varios funcionarios europeos sí contrastaban el lunes su actitud con la “lealtad manifiesta” de países como Australia, Canadá o Noruega, que han hecho suyas las sanciones a Rusia.
Bruselas lidia también con un malestar interno, el de los productores agrarios. Hay ya programada una reunión para abordar el asunto, este jueves, pero el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, aseguró el lunes que, por lo pronto, se adelantarán “medidas de apoyo” a los productores de melocotones y nectarinas, que al veto ruso suman los efectos de “condiciones meteorológicas adversas”.