La mayoría de los trabajadores y supervisores que cumplieron 30 años de servicio en la División Chuquicamata comentaron que no se dieron cuenta cómo pasó el tiempo y llegaron a este momento que catalogaron como “un sueño”. Sin embargo, todos ellos tienen grabado en su memoria aquel instante en que los llamaron para ingresar. Esos recuerdos y sentimientos de profundo agradecimiento afloraron cuando recibieron su Reloj de Oro.
Ese fue el caso, de Mario García, trabajador de la Refinería y que en estos 30 años de labor, pasó por varias secciones, incluso manejando camiones en la Mina Sur. Actualmente, volvió al área que lo vio nacer como minero y ahí pasará sus últimos años de vida laboral. “Son sacrificios que tenemos que hacer para escalar y ser siempre los mejores”, explicó.
Es nacido en el ex campamento y aún recuerda el 10 de octubre de 1983 su primer día en que con emoción le prometió a uno de sus seres más queridos: “En ese entonces mi padre era chofer de camiones de extracción y le dije que iba a cumplir 30 años para recibir mi reloj de oro como él. Los cumplí con creces y si bien mi padre ya no está con nosotros, aquí estoy, recibiendo este soñado reconocimiento”, mencionó entre lágrimas.
Tradicional reconocimiento
Una historia que se repitió durante toda la jornada. Setenta trabajadores se llenaron de emociones en una ceremonia que tenía como fin agradecer el esfuerzo de todos los hombres y mujeres que han entregado tres décadas de su vida a la empresa minera más importante del país.
Estaban felices y si bien la mayoría declaró no estar muy acostumbrado a usar traje, lo hicieron porque era uno de los momentos más importantes de sus vidas.
“Junto con celebrar 30 años, ellos son merecedores de este Reloj de Oro. Este es un símbolo que refleja la contribución y entrega de estos hombres y mujeres”, aseguró Juan Carlos Avendaño, gerente general de la división.
Un caso particular fue el de Marisol Concha, asistente administrativa de la Gerencia de Seguridad y Salud Ocupacional, quien fue la única mujer del grupo que recibió el reconocimiento por los 30 años. “La visión que tiene Codelco de la mujer es muy buena, por lo tanto esta experiencia para mí ha sido muy gratificante. Gracias a Chuquicamata pude emprender en la vida, mis hijos estudiaron y llegué acá porque mi padre me incentivó, él también fue minero”, concluyó.