Las empresas de energía llevan sus polémicas operaciones de fracking de la tierra al mar, a las aguas profundas frente a las costas de África, América del Sur y los Estados Unidos.
La fracturación de rocas subterráneas para permitir un mayor flujo de petróleo y gas a los pozos se ha convertido en una de las prácticas más lucrativas del último siglo. La técnica es también blanco de críticas por considerársela una fuente de contaminación del agua subterránea. La pregunta es ahora cómo se desarrollará el debate conforme el equipamiento se interna en el mar. Por el momento, todos se mueven con cautela.
“Es el medio más difícil en que trabajaremos”, dijo Ron Dusterhoft, un ingeniero de Halliburton Co., la mayor operadora de fracking del mundo. “No podemos permitirnos un traspié”.
El fracking marino forma parte de una estrategia mayor de la industria para que rindan frutos miles de millones de dólares en proyectos en aguas profundas. La práctica existe desde dos décadas, pero tan sólo en los últimos años se han hecho avances tecnológicos y grandes descubrimientos marinos que hacen viable el fracking en gran escala.
Si bien el fracking, o fracturación hidráulica, también avanza frente a las costas de Brasil y África, la gran apuesta es en el Golfo de México, donde pozos a más de 160 kilómetros (100 millas) de la costa deben atravesar profundidades de 1.6 kilómetros o más y cuya perforación puede costar casi 100 millones de dólares.
Esos proyectos de perforación caros suponen un gran beneficio para empresas proveedoras de servicios petroleros como Halliburton, Baker Hughes Inc. y Superior Energy Services Inc. Schlumberger Ltd., que proporciona equipo de fracking offshore para mercados fuera del Golfo de los Estados Unidos, también pueden tener más trabajo.
Por su parte, productoras como Chevron Corp., Royal Dutch Shell Plc y BP Plc podrían cosechar con el tiempo miles de millones de dólares en ingresos adicionales a medida que el fracking contribuya a aumentar la producción de crudo.
Se estima que la fracturación hidráulica en el Golfo de México crecerá más de 10 por ciento en un período de dos años hasta 2015, dijo Douglas Stephens, presidente de bombeo a presión de Baker Hughes, que opera alrededor de la tercera parte de la flota de fracking offshore del mundo.
LANZADA POR LA BORDA
Se trata de una inversión razonable y atractiva en momentos en que el sector enfrenta el desafío de “cómo fracturar y estimular mejor las rocas” que contienen petróleo crudo, dijo Cindy Yielding, directora de evaluación de BP.
En el mar, el agua que fluye de los pozos fracturados se limpia en grandes plataformas cerca del pozo mediante el filtrado de petróleo y otros agentes contaminantes. El agua de desecho tratada se lanza luego por la borda al Golfo de México, donde la dilución la vuelve inofensiva, según compañías y organismos reguladores.
El proceso de tratamiento se rige por las normas de la Agencia de Protección Medioambiental, EPA por la sigla en inglés. En California, donde los productores practican el fracking offshore en yacimientos existentes, quienes se oponen, encabezados por el Centro de Defensa del Medio Ambiente, han solicitado a los organismos reguladores federales que prohíban la práctica en aguas de la Costa Oeste hasta que se sepa más sobre sus efectos.
Las petroleras están llevando su controvertida operatoria del fracking de la tierra al mar, a aguas profundas frente a costas de Africa, América del Sur y los Estados Unidos.
La fractura de rocas subterráneas para que fluya más petróleo y gas a los pozos se ha convertido en una de las prácticas más lucrativas del último siglo. La técnica es también blanco de críticas por considerársela una fuente de contaminación del agua subterránea. La pregunta es ahora cómo se desarrollará el debate a medida que los equipos se internan en el mar. Por el momento, todos se mueven con cautela.
“Es el medio más difícil en que trabajaremos”, dijo Ron Dusterhoft, ingeniero de Halliburton, la mayor operadora de fracking del mundo. “No podemos permitirnos un traspié”.
El fracking marino es parte de una estrategia de la industria para sacarles el jugo a los miles de millones de dólares en proyectos de aguas profundas. La práctica existe desde hace dos décadas, pero sólo en los últimos años se han hecho avances tecnológicos y grandes descubrimientos marinos que tornan viable el fracking en gran escala.
Si bien el fracking, o fractura hidráulica, también avanza frente a las costas de Brasil y Africa, la gran apuesta es en el Golfo de México, donde pozos a más de 160 kilómetros de la costa deben atravesar profundidades de 1,6 kilómetros o más y cuya perforación puede costar casi US$100 millones.
Esos proyectos de perforación costosos suponen un gran beneficio para proveedoras de servicios como Halliburton o Baker Hughes. También puede aumentar el trabajo de Schlumberger, que proporciona equipo de fracking offshore para mercados estadounidenses del Golfo. Y petroleras como Chevron, Shell y BP podrían cosechar con el tiempo miles de millones en ingresos adicionales cuando el fracking eleve la producción de crudo.
Se estima que la fractura hidráulica en el Golfo de México crecerá más de 10% de aquí al 2015, dijo Douglas Stephens, de Baker Hughes, que opera alrededor de la tercera parte de la flota de fracking offshore del mundo.
Se trata de una inversión razonable y atractiva para un sector que enfrenta el desafío de “cómo fracturar y estimular mejor las rocas” petroleras, dijo Cindy Yielding, directora de Evaluación de BP.
En el mar, el agua que fluye de los pozos fracturados se limpia en plataformas cerca del pozo mediante el filtrado de petróleo y otros agentes contaminantes. El agua de desecho tratada se lanza luego al Golfo de México, donde la dilución la vuelve inofensiva, según compañías y entes reguladores.
En California, los oponentes a esta práctica han solicitado a los reguladores federales que prohíban la actividad en esa costa hasta que se sepa más sobre sus efectos.