Por Will Connors y Luciana MagalhÃes.
Cuando en 2007 la petrolera estatal brasileña Petróleo Brasileiro SA anunció el mayor hallazgo de su historia, el entonces presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, bromeó que eso comprobaba que Dios era brasileño.
Las nuevas cifras de producción están haciendo que muchos ejecutivos empiecen a pensar que el ex mandatario tenía razón. La producción de los yacimientos presal superó los 500.000 barriles de petróleo al día, casi el triple frente a 2012 y ahora equivale a casi una cuarta parte de la producción total de Petrobras, que asciende a dos millones de barriles diarios.
Se trata de un incremento vertiginoso para Petrobras y se produce en una de las zonas más difíciles del mundo para extraer crudo. Los depósitos se ubican a unos 320 kilómetros del litoral sudeste de Brasil enterrados en el fondo marino, debajo de una densa capa de sal.
"En términos de productividad y de la rapidez con que Petrobras ha pasado de cero barriles al día a 500.000 barriles diarios, no tiene precedentes", dice Ruaraidh Montgomery, analista de la firma de estudios petroleros Wood Mackenzie.
Los avances en los yacimientos presal son muy necesarios para compensar el declive en la producción en los campos ya maduros de la empresa. El año pasado, la producción total de Petrobras descendió a 1,93 millones de barriles equivalentes de petróleo al día, frente a 1,98 millones en 2012. Este año, conforme los yacimientos presal producen más crudo, la producción general ha subido. En junio, se ubicó en 2,008 millones de barriles por día.
La empresa con sede en Rio de Janeiro tiene programado dar a conocer hoy sus resultados del segundo trimestre.
Brasil quiere aprovechar el auge presal para convertirse en uno de los cinco mayores productores de crudo para 2020, cuando prevé generar unos cuatro millones de barriles diarios. Para conquistar esa meta tan ambiciosa, sin embargo, Petrobras tiene que superar obstáculos tanto en el plano financiero como en el técnico.
La rentabilidad de la empresa es exprimida por el gobierno, que la obliga a vender gasolina importada por debajo del costo para combatir la inflación. También ha asumido grandes deudas para financiar actividades de exploración y desarrollo y se ha convertido en la petrolera grande más endeudada del mundo. La compañía proyecta gastar US$102.000 millones en el área presal para 2018, a lo que hay que añadir decenas de miles de millones para desarrollar estas reservas por completo.
Por si esto fuera poco, Petrobras tiene que hacerlo todo por su cuenta. Las estrictas normas para compartir la producción impuestas por el gobierno exigen que la empresa sea el único operador en todos los proyectos presal y tenga una participación mínima de 30%. Tales condiciones han desalentado el ingreso de la mayoría de las grandes petroleras, que han optado por dirigir sus recursos hacia otros países. En la primera, y hasta el momento única, licitación de los yacimientos presal hubo sólo una oferta de un consorcio liderado por la propia Petrobras.
La situación de los codiciados yacimientos presal en Brasil está en las antípodas de lo ocurrido con el auge de los combustibles de esquisto en Estados Unidos, donde el gobierno ha abierto las puertas de par en par a todos los interesados. A cambio, ha recibido regalías más bajas, pero ha fomentado un auge de hidrocarburos y pasado a tener una mejor seguridad en el frente energético.
De todos modos, no cabe duda que los hallazgos presal han reconfigurado el mapa de la energía brasileña. Ahora hay más plataformas que operan en aguas profundas, buques de aprovisionamiento, producción flotante y unidades de almacenamiento en Brasil que en cualquier parte del mundo.
Se estima que las dos principales cuencas tendrían unos 50.000 millones de barriles de petróleo recuperables. El mayor yacimiento, bautizado Lula por el ex presidente, cuenta con reservas estimadas de 8.000 millones de barriles de petróleo, unas ocho veces más que el mayor campo marino del Golfo de México.
Para acceder al petróleo, sin embargo, Petrobras ha invertido miles de millones de dólares en investigación, tecnología de punta de imágenes tridimensionales, la renovación de sus buques y la compra de helicópteros más grandes para trasladar a los empleados y a los equipos a las plataformas.
También tuvo que recurrir a nuevas técnicas de perforación para acceder a los campos, que pueden estar a unos 6.000 metros por debajo del lecho marino. La capa de sal, que está en constante movimiento, llega a tener un grosor de casi 2.000 metros.
Los agujeros perforados en la sal pueden volverse a cerrar por su cuenta, de modo que se necesita un tipo especial de barro para mantenerlos abiertos. Asimismo, cuando se trabaja a tales profundidades, la temperatura varía del frío extremo al calor. El gas en los yacimientos presal es especialmente corrosivo, por lo que hay que usar tubería de acero especial.
"Producir en estas condiciones es algo que no ha hecho nadie", observa Edmundo Marques, director general de exploración de Ouro Preto Óleo e Gás, una petrolera independiente de Rio de Janeiro, y ex ejecutivo de Petrobras.
El próximo desafío de Petrobras reside en sus actuales yacimientos petrolíferos maduros, cuya producción cae rápidamente. Eso ejerce presión para que la empresa mantenga su racha ganadora en los yacimientos presal para cumplir sus metas de producción. "Es una carrera, conforme los viejos gigantes están en declive", señala Bob Fryklund, estratega jefe de exploración y producción de la consultora IHS.
Una portavoz de Petrobras indicó que la tasa de declive en los campos maduros de la petrolera es menor a los parámetros internacionales para esta clase de yacimientos.