Camisea llegó en el 2004 a Lima y lo hizo en el momento preciso. Si lo hubiera hecho cinco años después hubiera significado muchas cosas, entre ellas: que la población tuviera que pagar recibos eléctricos bastante altos y que la producción industrial (incluyendo la minera) fuera costosa.
Esto a su vez hubiera desequilibrado las cifras económicas: el ritmo de crecimiento del PBI probablemente hubiera sido mucho menor a 5% anual y que muchas de las inversiones que se han dado en esta última década, hubieran sido solo promesas vacías.
¿Por qué Camisea nos salvo? En el 2004 la producción eléctrica había llegado a un tope de producción eficiente. Las generadoras eléctricas, sobre todo las hídricas, que tenían un costo de producción razonable, estaban trabajando a full capacidad y el país continuaba creciendo y devorando al año volúmenes de energía significativos.
La poca capacidad de reserva eléctrica se concentraba en plantas ineficientes, ambientalmente sucias y sobre todo caras que hacían que las tarifas se incrementaran considerablemente. No había más, era todo lo que el país disponía.
Los costos de producción eléctrica se habían elevado de tal modo que ni los generadores eléctricos querían darle energía a las distribuidoras, que reparten la electricidad a la población.
Y los riesgos de apagones -sin que haya la necesidad de voladuras de torres como en los 80- era más que evidente, porque no solo se tenía una producción de reserva ineficiente, sino escasa, a tal punto que se evaluaba la posibilidad de un racionamiento de energía.
EN LA CAPITAL
El gas llegó a Lima en agosto del 2004. Si no lo hubiera hecho ese año es probable que la economía se hubiera detenido. La infraestructura energética no estaba preparada para un crecimiento de la magnitud que tuvo en los últimos años.
Sin Camisea, al Estado le hubiera tocado contratar desesperadamente plantas de generación termoeléctrica a diésel petrolero en varias partes del país. ¿A qué costo? A un costo excesivamente alto.
En agosto del 2004 el petróleo ya había empezado una escalada de incremento de precios. En promedio el precio del barril era de US$53 (venía de costar US$25 desde el 2002), pero no cesaba en elevarse.
El crudo subió tan precipitadamente que llegó hasta US$138 el barril en el 2008, lo que hubiera tenido un impacto fulminante en la economía.
Pero nos salvamos. Para ese año el gas ya estaba en Lima y se habían construido ya tres centrales eléctricas, construidas en menos de dos años, que habían empezado a producir con la energía de Camisea, un combustible más cómodo y que el Perú, tenía en cantidad.
Su llegada en el momento en que el petróleo se disparaba fue básicamente un golpe de suerte.
CLAVE PARA EL PAÍS
Gradualmente Camisea se convirtió en la energía medular de la economía. En un momento llegó a representar el 50% de la producción eléctrica (hoy el 40% de la electricidad se genera con el gas).
Pero no solo eso, también las industrias aprovecharon un insumo barato, respecto a los costos del petróleo, el gas tenía un costo menor entre 30% a 40%.
La producción eléctrica tenía una tarifa preferencial, es decir costaba menos que el otorgado a la industria.
Aún así, el uso de la producción industrial empezó lento. Pocos creían en el gas. De 270 industrias identificadas como potenciales en el 2003 solo 7 consideraron que les generaría ahorro de costos, convirtiéndose en los clientes iniciales.
No fue sino hasta el 2006, y ante la subida del petróleo, que más empresas miraron al gas como una alternativa.
Esto pese a que la empresa distribuidora, en ese momento Gas Natural de Camisea (luego se convertiría en Cálidda) hiciera muchos esfuerzos en el 2004 por convencerlos de pasarse al gas.
En años posteriores, los industriales se darían cuenta de su error con el incremento del precio del petróleo generándose una demanda tal que hacia el 2008 ya no había disponibilidad de transporte para la firma de nuevos contratos por lo que se requirió de una ampliación del gasoducto principal (que trae gas desde Camisea a Lima) hacia el 2010.
La llegada de Camisea fue una bendición para la economía local. Se trata de una fuente de energía barata que ha dado impulso a la industria, pero sobre todo ha permitido reducir gradualmente las tarifas en todo el país, expulsar del sistema eléctrico máquinas obsoletas y ha dado confiabilidad al país de que su crecimiento es sostenible.
Ahora la etapa que deberá avocar nuevos esfuerzos es su expansión a todo el país, lo cual gradualmente se va convirtiendo en una realidad.
Si bien ayer se celebraron en las instalaciones de la planta de Malvinas (distrito de Echarate, provincia de La Convención, región Cusco) los 10 años de la puesta en marcha del Proyecto Camisea que permitió que el gas natural de esa zona llegue a la costa del país, el hito histórico lo marcó la firma de la adenda a los contratos del lote 88 que destinará así la totalidad de sus reservas para el mercado interno.
Hace solo una semana, el gobierno dio el marco legal con las modificaciones en los contratos, y ayer la adenda respectiva fue suscrita por Luis Ortigas, presidente de Perupetro, y Germán Jiménez, gerente general de Pluspetrol en Perú, luego entregaron el documento para la conformidad del presidente Ollanta Humala.
El mandatario destacó que de esta forma se recuperaron 2,5 trillones de pies cúbicos (TCF) del lote 88 que estaban comprometidos para el proyecto de exportación de gas natural, y se tienen por aprovechar los 10 TCF, que son las reservas probadas de este lote hidrocarburífero.
Recalcó que ahora esas reservas servirán de base para los nuevos gasoductos que se tienen en mente. El primero de ellos, el ya licitado Gasoducto Sur Peruano, y después vendrá un gasoducto hacia el norte y el centro del país que tendrá como punto de partida la zona de Camisea, principal zona gasífera del Perú, pues se estiman recursos potenciales de hasta 37 TCF de gas natural.
Se adelantó que la idea del gobierno es que al 2016 se tenga toda una red nacional de gasoductos ya en construcción.
Germán Jiménez, de Pluspetrol Perú, explicó que estos 2,5 TCF serán reemplazados en el proyecto de exportación por más exploraciones hechas en el lote 56, así como un convenio hecho con los licenciatarios del lote 57 que lo convierte desde hoy en un proveedor del proyecto de exportación.
El funcionario recordó que en marzo del 2012, el Estado, a través de Perupetro, realizó un compromiso con el consorcio Camisea para hacer una modificatoria de la adenda del lote 88, lo cual ha significado un proceso muy complejo, pues se han debido negociar alrededor de 15 contratos entre 25 diferentes entidades de 10 países.
Elodoro Mayorga, ministro de Energía y Minas, explicó que estas reservas de 10 TCF y que alcanzarían para 20 años, tienen un precio bajo pues es regulado, lo cual permitirá desarrollar el mercado de generación eléctrica, masificación domiciliaria, parque automotor y petroquímica.
Destacó que con la ampliación del ducto de Camisea se pasará de transportar 450 millones de pies cúbicos por día a más de 1.600 millones de pies cúbicos diarios. “Es decir, en una década hemos crecido cuatro veces nuestra necesidad de gas”, comentó.
Mayorga dijo que en los 10 años de Camisea el PBI ha crecido en el orden del 80%, el consumo de electricidad en 92% y la producción de hidrocarburos, sumando crudo, condensados y gas, en 260%.
En cifras
3.700 millones de dólares ha invertido el Consorcio Camisea en los últimos 10 años.
6.226 millones de dólares aportó Camisea en regalías.
El presidente Ollanta Humala anunció la recuperación de las reservas del Lote 88 para el consumo nacional, luego de que Pluspetrol, operador del Consorcio Camisea, firmara la adenda al contrato que dispone el gas para los peruanos.
El Lote 88 tiene 10.32 trillones de pies cúbicos (TCF), de los cuales 2.5 TCF estaban como aval para la exportación del gas del Lote 56. Pero ahora, la totalidad de las reservas quedaron liberadas para el mercado interno.
“Hoy día cumplimos un acto histórico: la recuperación de las reservas del Lote 88. La firma de la adenda del contrato de Camisea nos permite tener asegurado el Lote 88. Vieja promesa cumplida”, mencionó el mandatario en las instalaciones del Consorcio Camisea, que celebra sus 10 años de operación en el país.
Humala aseguró que el gas de Camisea no solo será una realidad en la macroregión sur del país con el Gasoducto Sur Peruano, sino que se buscará llegar también a la zona centro y norte. “Todos debemos beneficiarnos de una energía barata y limpia”, afirmó.
En ese sentido, adelantó que ha solicitado al Ministerio de Energía y Minas que continúe los estudios para sacar a licitación más concesiones de gasoductos.
Informó que a la fecha hay 180 mil familias peruanas que se están beneficiando con un gas domestico barato, así como el parque automotor a través del Gas Natural Vehicular (GNV).
El ministro de Energía y Minas, Eleodoro Mayorga, sostuvo que Camisea es el punto angular del cambio de la matriz energética, además continuará siendo, durante la próxima década, el motor del crecimiento para el país.