La energía nuclear mundial tiene un excelente historial de seguridad. Históricamente, ha evitado la ocurrencia de casi 2 millones de muertes, miles de veces más que las que ha causado.
El Observatorio de la Energía, la Tecnología y la Infraestructura para el Desarrollo (OETEC), publicó esta semana en su portal oficial una más que interesante entrevista al Dr. Pushker Kharecha, investigador de la NASA y del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia (EE UU). El año pasado, los investigadores y especialistas de ambas instituciones, Pushker Kharecha y James Hansen, dieron a conocer en la célebre revista Environmental Science & Technology (ES&T) un estudio más que trascendental y que nos llamó poderosamente la atención –sobre todo por su alevosa omisión y censura de parte de ecologistas fundamentalistas–. Hablamos del trabajo titulado "Prevención de la mortalidad y gases de efecto invernadero para la energía nuclear". Automáticamente decidimos contactarnos con los autores y proponerles una entrevista a fondo, abordando las temáticas más controvertidas sobre energía nuclear, el ecologismo anti-nuclear y el cambio climático derivadas de su referido trabajo. A continuación sus pasajes más reveladores. A modo de cierre, su opinión de la política nuclear ejecutada desde 2003, recordando a propósito de ella la apreciación de un segundo entrevistado por OETEC, la semana pasada, del MIT y en los iguales temas.
MITOS ANTINUCLEARES. Le consultamos al experto de la NASA sobre los principales mitos antinucleares que deberían abordarse adecuadamente con el fin de informar a la comunidad acerca de los beneficios de la energía nuclear, la seguridad energética y el cambio climático. Esto nos respondió: "Algunos de los mayores mitos se refieren a la seguridad, el costo, la contaminación y los desechos. En cuanto a la seguridad: como escribimos en nuestro artículo sobre energía nuclear para ES&T, asumiendo un enfoque científico objetivo resulta muy claro que, en términos generales, la energía nuclear mundial tiene un excelente historial de seguridad. Históricamente, ha evitado la ocurrencia de casi 2 millones de muertes (estimación promedio), esto es, muchos cientos o miles de veces más que las que ha causado. Según la evaluación más reciente realizada por el Comité científico de las Naciones Unidas sobre los efectos de las radiaciones (UNSCEAR por sus siglas en inglés), a partir de 2006 hubo un total de 43 muertes que pueden atribuirse en forma concluyente a la radiación nuclear, a partir del accidente de Chernóbil en 1986. Después de más de 50 años de uso de la energía nuclear en el mundo, estas son las únicas muertes atribuibles a accidentes nucleares. Por el contrario, según los últimos análisis de salud, la contaminación atmosférica (debido sobre todo al uso de combustibles fósiles) causa más de 3 millones de muertes en todo el mundo cada año. En lo concerniente a energía limpia (emisión de gases de efecto invernadero y desechos): nuestro trabajo también muestra que, históricamente, la energía nuclear también ha impedido la emisión de 60 mil millones de toneladas de GEI a la atmósfera a nivel mundial, lo cual equivale a la emisión de cientos de grandes plantas de energía alimentadas con carbón. Los residuos radiactivos también pueden tratarse si se usan los diseños avanzados que en algunos casos cuentan con historiales comprobados...".
ENERGÍAS RENOVABLES Y EFECTO INVERNADERO. Entre los principales argumentos del fundamentalismo ecologista (aquel que rechaza categóricamente a la energía nuclear como alternativa energética baja en carbono para la mitigación del cambio climático) está el de creer –contra una abrumadora y creciente mayoría de trabajos científicos y técnicos que demuestran lo contrario– que las energías renovables pueden resolver por sí mismas el problema del efecto invernadero. A propósito, el Dr. Kharecha nos responde: "Aunque el uso de las energías renovables se ha extendido considerablemente en los últimos años, es muy improbable que puedan reducir por sí mismas (es decir, sin contar con la energía nuclear) las emisiones de carbono del sector energético... Las energías renovables distintas de la hídrica (principalmente la eólica y la solar) son por supuesto muy abundantes en todo el mundo. Ocurre que por el hecho de ser discontinuas, su capacidad de expansión en el futuro también es limitada y es poco probable que reemplacen completamente a la energía nuclear (o a los combustibles fósiles). Hay varias razones claves para esto: primero, debido a que son fuentes variables o intermitentes, son muchos los problemas que deben abordarse a fin de suministrar energía de manera continua. Probablemente el desafío más importante es el almacenamiento de energía a gran escala. Asimismo, y debido a que las regiones de origen a menudo se encuentran lejos de las regiones de demanda, sería necesaria una expansión de gran escala de la red eléctrica. Estos desafíos pueden superarse, pero va a ser muy difícil, mucho más difícil de lo que sugieren las personas excesivamente entusiastas respecto de las energías renovables. Lo cierto es que, al menos en el corto plazo, (las próximas décadas, la ventana temporal más relevante para abordar el cambio climático), el mundo va a necesitar una combinación de fuentes de energía con baja emisión de carbono que incluya al menos alguna contribución de la energía nuclear, teniendo en cuenta el historial probado de esta última para suministrar energía con baja emisión de carbono, no contaminante, a una escala muy grande".
ENERGÍA NUCLEAR Y PREVENCIÓN DE MUERTES. Los principales hallazgos del trabajo de Kharecha y Hansen al que hacemos referencia en la introducción son sintetizados por el entrevistado como sigue: "La energía nuclear mundial ha impedido históricamente la ocurrencia de casi 2 millones de muertes en promedio y la emisión de más de 60 gigatoneladas de GEI. En el futuro, si la energía nuclear reemplazara a la energía del carbón y del gas, el impacto preventivo podría ser aún mayor, y podría evitar hasta 7 millones de muertes (en promedio) y hasta 240 gigatoneladas de emisiones de GEI. Nuestro análisis proporciona evidencia científica convincente acerca de que, con el fin de mitigar el cambio climático y la contaminación del aire, sería una excelente idea conservar y ampliar la oferta mundial de energía nuclear (junto con las energías renovables). Asimismo, debido a que la utilización de gas natural causa muchas más emisiones de gases de efecto invernadero y partículas nocivas que la energía nuclear, el reemplazo del carbón por la energía nuclear sería una idea mucho más conveniente que el reemplazo del carbón por el gas natural".
¿QUÉ OPINAN EL MIT Y LA NASA DEL PLAN NUCLEAR ARGENTINO? Coincidiendo con el Ing. Ethan Bates de la MIT en entrevista ofrecida a OETEC ("La puesta en marcha final de la central demorada (Atucha II) es un gran paso hacia la revitalización de la industria nuclear argentina" - OETEC 24/7/14), el Dr. Kharecha también razona más que favorablemente del relanzado Plan Nuclear Argentino: "Me complace mucho ver que la Argentina está planeando construir un pequeño reactor modular avanzado [CAREM-25 de la CNEA] con características de seguridad pasiva. En base a los datos de la Agencia Internacional de la Energía, veo que el gas natural es una fuente importante de la energía eléctrica de la Argentina. Los nuevos reactores nucleares, por tanto, podrían ayudar a mantener las emisiones de GEI del sector eléctrico de su país relativamente bajas si se reemplazan las centrales de gas natural, o al menos podría ayudar a impedir la construcción de plantas de carbón". No es poca cosa que dos especialistas de fuste de la MIT y de la NASA opinen como opinan de la política nuclear argentina vigente desde 2003 (sobre todo de 2006). Los ex secretarios de Energía de la dictadura y la democracia del hambre, la exclusión y la pobreza deberían tomar nota urgente. Lo mismo para el fundamentalismo ecologista doméstico, que flaquísimo favor le hacen al desarrollo sustentable del país y a la lucha contra la contaminación del medioambiente.