Cuando se trata de conductividad, el cobre es el rey de los metales industriales. Por eso el principal uso del metal rojo es en aplicaciones eléctricas.
El aluminio es el mayor rival del cobre, aunque uno inferior en la mayoría de las medidas. Cuando el precio de los dos metales es similar, como a comienzos de 2002, la opción del cobre para el cableado en todo tipo de cosas, desde líneas de transmisión eléctrica a cables de automóviles, era pan comido.
Pero ya no. En los últimos doce años, el precio del cobre se ha más que cuadruplicado desde USD 1.483 la tonelada a USD 7.125 la tonelada para las entregas a tres meses en la Bolsa de Metales de Londres. El aluminio, por su parte, apenas se ha movido gracias a vastas cantidades de metales. Incluso después del salto este año, todavía se transa a sólo USD 2.013 la tonelada.
La divergencia en el precio ha hecho al aluminio mucho más atractivo para los cables eléctricos. Aunque los cables de aluminio necesitan un núcleo de metal más denso-y por ende más aislación- el débil precio del metal significa que el costo general todavía está 40% por debajo del de los cables de cobre, según la compañía francesa Nexans, fabricante líder de cables. La empresa dice que la demanda por cable de aluminio, especialmente en la industria eléctrica, ya está subiendo y que “ciertamente subirá en los próximos años”, a expensas del cobre.
“Habrá una sustitución, y eso tendrá un impacto en el mercado”, dijo Christophe Allain, el director de compras corporativas de la empresa para metales no ferrosos en la conferencia de Cesco en Chile este año.