El ministro le pasó una factura encubierta al jefe del Banco Central por la fallida gestión de los banqueros en Nueva York.
La disputa interna que mantienen el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, sumó un nuevo capítulo esta tarde.
En la rueda de prensa que ofreció tras su regreso de Estados Unidos, el jefe del Palacio de Hacienda disparó algunas críticas veladas hacia Fábrega.
El dardo llegó cuando Kicillof cuestionó algunos aspectos de la propuesta que los bancos privados llevaron a Nueva York para tratar de comprar a los fondos buitre los bonos en default.
"El Gobierno no se opone a un acuerdo entre privados", dijo el ministro. Pero de inmediato aclaró: "Me vengo a desayunar que los bancos iban a poner plata para comprarle la deuda a los buitres, pero querían cubrirse con plata de Sedesa", un fondo de garantía que se creó en 1995 con los "depósitos de todos los argentinos".
Según dejaron trascender en el entorno de Kicillof, esta operación con Sedesa no podría concretarse sin un visto bueno del Banco Central. Por eso, la última frase del ministro pareció tener como destinatario no sólo a los bancos sino también al titular del BCRA: "Ser generoso con plata de otro es malo. Y serlo con la plata de todo un pueblo es peor".
A lo largo de esta semana volvió a circular la versión de una inminente renuncia de Fábrega por sus disputas con Kicillof.
Desde un primer momento, cuando se conoció la gestión de los bancos privados en Nueva York se supo que estaban "apadrinados" por Fábrega y por el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Motivo más que suficiente para que Kicillof le bajara el pulgar.