Sólo con algunas semanas de desfase, respecto de lo originalmente establecido, y con varias modificaciones, Biobíogenera (ex Australis Power) se apresta a reactivar el proyecto de GNL que impulsa en la Región del Biobío y que considera la instalación de un terminal flotante de regasificación de gas natural licuado (GNL) y de un complejo de generación en base a este hidrocarburo.
En estas iniciativas están vinculadas la estadounidense Cheniere, que tendrá el 50% de la planta de GNL, y la estatal Electricité de France, que participará y operará el complejo termoeléctrico.
En octubre pasado y en medio de un ajuste en la estructura comercial de una parte de la iniciativa, que se sumó a la necesidad de recoger los comentarios de las comunidades en torno al diseño de la planta de tratamiento de GNL, la empresa retiró el estudio ambiental del sistema de evaluación y anunció que lo presentaría durante el primer semestre de este año.
Fuentes de la firma comentaron que la elaboración de la nueva documentación ya fue completada y por estos días estaría siendo sometida a una revisión final, tras el cual sería presentada al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) durante el mes de agosto. Lo mismo sucedería con el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de la central el Campesino.
En paralelo, confirmaron al BNP Paribas como asesor financiero e iniciaron la búsqueda de opciones de financiamiento para concretar el proyecto. La opción, comentaron conocedores del tema, es articular un project finance con un consorcio de bancos. El costo total de esta iniciativa está calculado en torno a los US$ 1.300 millones.
En los últimos meses, la empresa, que se enfrentó al rechazo de las comunidades por emprendió una serie de modificaciones que partieron con el cambio de nombre de la sociedad que impulsa el proyecto y que pasó de Australis Power a denominarse Biobíogenera.
La empresa está conformada por un grupo de ex ejecutivos de Salfa y de otros inversionistas individuales liderados por Alfonso Ardizzoni. De hecho, en honor al abuelo de éste, Eduardo “el pulpo” Simián, que fue arquero de la selección chilena de fútbol, toda la iniciativa fue denominada “Octopus”, nombre a partir del cual se estructuró el movimiento social de oposición.
Como una forma de dejar atrás esta situación, la firma también optó por cambiar el nombre del terminal de regasificación, como antes lo hizo con el complejo de generación, que fue denominado “El Campesino”, con lo cual la planta flotante pasó de Octopus LNG a “Terminal de GNL Penco-Lirquén”.
Cambios técnicos
Conocedores de los planes de la firma indicaron que las modificaciones a la iniciativa no sólo fueron de forma, sino que también de fondo, ya que también hubo ajustes al diseño del proyecto.
En el caso del terminal, se optó por cambiar el sistema de tratamiento del agua que se usa para elevar la temperatura de las tuberías por las que el GNL transita, a -160 C°, sea devuelta al mar con una temperatura acorde a la del medio marino.
Esta adecuación, dijeron fuentes de la firma, implicará encarecer el consumo de energía en el tratamiento. A ello se sumó la inclusión en la licitación del buque regasificador, que está en proceso, de una exigencia para eliminar el uso de cloro en el proceso de regasificación.
En la industria comentaron que en este momento a nivel mundial sólo hay un buque regasificador que cuenta con esta tecnología sin clorificación. En lo que respecta a la central de generación, que considera la instalación de dos unidades de ciclo combinado, en Biobíogenera explicaron que la principal modificación es un cambio en el sistema de enfiamiento de las turbinas de ciclo combinado que en vez de agua, como estaba planteado, utilizará aire.
En este cambio del diseño participaron activamente los equipos de ingenieros de EDF y dado que esta modificación resta eficiencia a la operación de las centrales, la firma optó por modificar la capacidad de cada unidad, la que pasará de 570 a 600 MW. Todas estas adecuaciones implicarán un recargo en la inversión, a valor presente, de unos US$ 40 millones, comentaron.
Frente comunitario
Al interior de Biobiogenera comentan que a partir de los cambios introducidos al diseño del terminal de regasificación, donde ahora incluirán el ducto que unirá al terminal con el gasoducto del Pacífico, sumado al trabajo de dialogo que han desplegado a nivel de las comunidades, han notado una baja en los niveles de oposición a la instalación del terminal flotante de regasificación.
Lo mismo esperan lograr en la zona de Bulnes, donde se emplazará el complejo eléctrico, pero -dicen cercanos a la firma- en esa zona no han logrado establecer mesas de trabajo con los grupos de productores agrícolas que encabezan el movimiento opositor.
En la región comentan que incluso la intervención de las autoridades locales de Energía no han logrado apaciguar la actitud de estos activistas, que no han accedido a dialogar con los impulsores del proyecto.