Datos oficiales y de privados demuestran que el país logró pasar de 54 equipos de perforación en 2008 a 124 en 2014.
Un informe elaborado por la empresa de servicios petroleros Baker Hughes asegura que el petróleo argentino ha logrado mantenerse llamativamente al margen de potenciales efectos negativos por las negociaciones con los fondos buitre. Por otra parte, bajo el título “Argentina enjoys oil drilling boom” (Agentina disfruta de un boom de perforaciones petroleras), un artículo de la agencia de noticiasReuters habla de que en junio último trabajó en todo el país un promedio de 107 equipos de perforación, “el número más alto desde el último récord” en los inicios del año 1982.
Según un artículo publicado hoy por Tiempo Argentino, los números de Baker Hughes, con algunas diferencias, se asemejan a los que hoy maneja el mercado petrolero nacional. El matutino hace referencia a un informe de las diez empresas líderes de la actividad a nivel local en base a cifras de la Secretaría de Energía nacional que confirma que “desde el momento en que empezaron a mostrar potencial cierto los yacimientos de hidrocarburos no convencionales, sobre todo Vaca Muerta, la cantidad de equipos de perforación creció exponencialmente”.
El medio advierte que la información del mercado local da cuenta de que, entre 2008 y 2014, el país pasó de contar con sólo 54 equipos, a los actuales 124; contabilizando máquinas que perforan en búsqueda de hidrocarburos convencionales y no convencionales. En todos los casos, por envergadura, YPF tiene la mayor cantidad de equipos en actividad, y a la vez mostró los aumentos más relevantes en cantidad de equipos, con altibajos según se trate del período Estado-Eskenazi-Repsol o Estado y accionistas-post Repsol. El segundo puntal del suceso de incorporación de maquinarias fue Pan American Energy (PAE), la firma de la familia Bulgheroni.
En orden cronológico y siempre según el informe privado sobre datos oficiales, en julio de 2008 YPF contaba con 19 equipos; seguido de cerca por Pan American Energy (PAE), la segunda grande del país en exploración, sobre todo, de gas. Para esa época, Sinopec aportaba 10 equipos; Pluspetrol 6; Petrobras 6; Apache 6; Total Austral 2; Chevron 1; Tecpetrol 4, y otras empresas menores, nueve. A nivel país, el total llegaba a 76 equipos. Pero en 2009, en parte por los daños colaterales de la crisis financiera derivada de las hipotecas impagas en Estados Unidos, los números cayeron en forma importante y el país en su conjunto pasó a tener un total de 54 máquinas en julio del 2009.
Los años 2010 y 2011 fueron para la actividad una especie de meseta: hubo un alza de los equipos totales del país a 88 en julio, cifra que se mantuvo estable en ambos años en los que en algunos meses hubo picos superiores a los 90. En 2008, la familia Eskenazi formalizó su ingreso a YPF vía compra del 15% de la compañía a la española Repsol. Si bien desde el Estado se esperó una mejora en la producción con la nueva sociedad, el nivel de inversiones fue bajo, se profundizó el déficit en las reservas nacionales, cayó la producción y el país debió importar energéticos por cifras millonarias.
Según los datos del sector, recién en 2012 la cantidad de equipos pegó un salto significativo, coincidiendo con la superación de la crisis internacional, los primeros datos fuertes del potencial de Vaca Muerta y el replanteamiento del esquema de YPF vía expropiación del 51% de las acciones de Repsol. De hecho, en 2010 YPF tenía 39 equipos, en 2011 bajó a 35 y en julio de 2012 –meses después de que el Estado recobrara el manejo mayoritario de la compañía– creció la cantidad de equipos levemente a 37. Pero en ese período, el sector seguía resentido y el total de equipos nacional cayó a 84. En tanto, el resto de las petroleras no crecían pero tampoco caían en número de equipos perforadores.
En 2013, las cifras en YPF crecieron de la mano del anuncio del Plan Quinquenal de la compañía. Así, el total nacional pasó de 84 en julio de 2012 a 104 en julio de 2013. YPF pasó de 37 a 59 equipos. Y PAE de 11 a 14. El resto, sin cambios. Luego, en 2014, según las cifras oficiales, a junio de este año la cantidad de equipos totales ascendió a 124: en el detalle, YPF pasó de 58 a 70; y PAE de 13 a 16, siendo las únicas dos firmas que han movido el amperímetro.
Un dato de contexto relevante es que el salto más grande en la cantidad global de equipos y en la individual por empresa se dio, paradójicamente, desde 2012 a la fecha. En el período, el país afrontó una economía con menos dinamismo; procedió a desprenderse de Repsol en forma definitiva y cerró el capítulo de la deuda con organismos multilaterales como el Club de París. En el caso de YPF, cerró el contrato con Chevron, con Dow, adquirió los activos de Apache y firmó memorandos de entendimiento con empresas de dimensión global del sector petrolero. Inclusive, la apertura del abanico de negociaciones con Rusia y China por Vaca Muerta empezó a inquietar a inversores estadounidenses interesados en participar. La meta final de la empresa es lograr, hacia el 2017 y con una inversión de U$S 37.200 millones, elevar un 32% la producción de petróleo y un 37% la de gasoil y naftas.
Esta situación de flotación de la actividad de los hidrocarburos justo cuando otras industrias caen, tiene dos justificaciones: en primer lugar, las inversiones petroleras siempre son inversiones sin aversión al riesgo; y, en segundo término, el potencial del recurso hidrocarburífero argentino es real. Y, por ahora, sólo hay recurso shale disponible en Vaca Muerta y un futuro promisorio para el área D-129, en la provincia de Chubut. En este escenario, la proliferación de equipos se relaciona a la necesidad de Argentina de revertir la caída en la producción y el déficit energético.