El día de ayer comenzó la discusión de la ley secundaria de la Reforma Energética aprobada el año pasado. Los diputados discutiremos los cinco dictámenes que componen esta ley secundaria, cuyo objetivo es dotar al país de competitividad, al gobierno de mayores recursos y a los mexicanos de mejores políticas energéticas.
Los diputados nos enfrentamos a una tarea importante, el reto que tenemos es la generación de un andamiaje completo y responsable que permita detonar el desarrollo del sector energético en beneficio de todos los mexicanos al lado de una industria limpia y a la altura de las empresas del resto del mundo.
Con esta reforma, México seguirá siendo dueño de sus recursos energéticos, y es con la aprobación de estas leyes como el Estado busca modernizar un sector que por su significado y la desidia política de muchos ha sido muy difícil de cambiar. Y es que aun con lo que se avecina se seguirá necesitando de la cooperación política para seguir atendiendo los pendientes que esta reforma no cubre.
Si bien es cierto que se lograrán beneficios como el cuidado del medio ambiente mediante uso de energías renovables, tarifas eléctricas competitivas, un fondo petrolero que fortalezca las finanzas de la nación y a la propia Pemex, es necesario decir que esta reforma necesita de la valentía de todos los actores para no dejarla incompleta.
Han sido varias décadas de parálisis que hoy tienen al sector energético sin la fortaleza necesaria para aprovechar al máximo los recursos con los que cuenta el país. Hoy este sector se encuentra en la disyuntiva de verdaderamente competir frente a otras naciones o de continuar estancado.
Por esta razón es necesario seguir trabajando en el tema para realmente contar con reglas claras que cambien las condiciones del juego para México y aseguren la competitividad de nuestro sector petrolero lejos del subsidio del estado, pues no es posible que algunos mexicanos tengan que esperar hasta los 60 años para jubilarse, mientras que los trabajadores de Pemex lo hagan desde los 45. Como tampoco podemos seguir permitiendo que sean los impuestos de un trabajador mexicano, que con mucho trabajo alcanza una jubilación de ocho mil pesos mensuales, los que paguen la jubilación de un empleado de Pemex que rebasa los 100 mil mensuales.
Si hoy queremos que Pemex y CFE estén en capacidad de competir frente a otros países, no podemos dejar en el tintero cambios esenciales en su estructura, aspectos como la actualización de su sistema de pensiones, la adecuación de los contratos laborales y el fortalecimiento de sus finanzas; pendientes que hoy sólo se abordan por las orillas y que implican un retraso en uno de los objetivos principales de la reforma.
Hasta el momento, sólo se ha hablado de que el gobierno, vía impuestos, asumirá un pasivo de la deuda de Pemex para que la empresa realmente compita con sus pares internaciones bajo la premisa de cambiar los contratos de nuevo ingreso, pero se han dejado en blanco factores esenciales en las finanzas de la petrolera y sus trabajadores, como los contratos existentes que les seguirán costando a los mexicanos. No sólo eso, aún no se ha establecido la temporalidad de este acuerdo y cómo Pemex regresará el dinero.
El reto frente a nuestros ojos sólo será superado si abordamos en su totalidad los problemas de nuestra industria petrolera. Sólo si generamos las herramientas necesarias para una competencia en mejores condiciones frente a empresas internacionales que están a la vanguardia en el sector realmente se estarán construyendo los cimientos de esta nueva etapa energética para México y un futuro más próspero para todos los mexicanos.
El reto de hoy es hacia el futuro, y no es sencillo. Sólo a través del trabajo continuo lograremos que las futuras generaciones gocen de la riqueza natural de México y de una industria que sea verdaderamente productiva y generadora de los empleos y beneficios que durante mucho tiempo estuvieron obstaculizados. Tal vez se debería pensar en comenzar con una reforma completa al sistema de pensiones de Pemex y CFE.
*Diputado del PAN
