Y sobre finales del año pasado los puestos de expendio de combustibles empezaron a notar una leve reducción de las ventas. De a poco, la economía empezaba a restringirse, y las principales actividades, aquellas que tienen tanto peso como para mover el producto bruto interno, sacaron el pie del acelerador, en un contexto de recesión y de expectativas moderadas.
Indirectamente, esta caída generalizada impulsó a la baja el consumo de energía. Según un informe de la Secretaría de Energía al que tuvo acceso surtidores.com.ar, en junio las ventas de combustibles en las estaciones de servicio retrocedieron 4.2 por ciento respecto al mismo mes del año anterior, y 1.2 si se toma en cuenta ambos semestres.
El dato preocupante es que por primera vez en siete años disminuyeron los despachos de nafta súper, un producto que sobrevivía a los vaivenes de la economía debido a que ahora la eligen quienes antes se volcaban por la Premium. Si bien el registro es ínfimo, menor a un 1 por ciento, el peor índice lo ostentó su competidora de mayor octanaje, cuyo consumo se desmoronó en junio 10.6 por ciento.
En cuanto al gasoil de uso industrial, la merma de las ventas al público fue del 6.7 por ciento en este período, en base al mismo mes de 2013. Se despacharon 536.355 metros cúbicos.
Ya en septiembre de 2013, la empresa YPF, que tiene una participación en el segmento minorista del 59 por ciento, sufrió por primera vez desde la expropiación del grupo Repsol una disminución en las entregas del combustible. Fue un punto de inflexión que marcó un giro en la evolución de la demanda hasta nuestros días.
En los meses sucesivos continuó esta tendencia, siempre tomando a consideración el diésel grado 2, vinculado al agro y empresas de transporte, por lo tanto termómetro de la situación productiva.
En general, los expertos en energía coinciden en la incidencia de los aumentos de precios en como motor de la retracción. Cabe destacar que en apenas seis meses las petroleras remarcaron los productos 36 por ciento, totalizando 60 en el año.
En este contexto, quedan dudas si las cifras que presenta la actividad afectarán las inversiones previstas para ampliar las refinerías. Varias empresas tienen en carpeta desembolsos millonarios para sumar capacidad operativa y este escenario, a pesar de ser coyuntural, podría hacer que se demore la ejecución de las obras.