Por Ricardo Cárpena-
Es duro el camino de la CGT oficialista. Anteayer se fue sin respuestas concretas de la Casa Rosada a su reclamo para una suba del mínimo no imponible. Pero apenas un día después se profundizó la tensión con el Gobierno por el pedido de cambios en Ganancias: el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, despertó ayer la furia sindical al considerar que tienen“razones políticas” los reclamos que se hacen para suavizar los recortes salariales por ese impuesto, lo cual generó una serie de duras réplicas de sindicalistas oficialistas.
“Los reclamos pueden intensificarse o no por razones políticas, pero no por el número de involucrados”, dijo Capitanich por la mañana. Enseguida, el secretario adjunto de la central obrera kirchnerista, Andrés Rodríguez, advirtió que “si no hay una respuesta que medianamente satisfaga, la CGT tendrá que reunirse y evaluar si toma medidas de acción directa ”. Mientras que el líder de la CTA oficialista, Hugo Yasky (que hoy será recibido en la Rosada), calificó de “una pavada”los dichos del jefe de Gabinete y señaló: “Es tan claro que hace falta cambiarlo (el impuesto) y él mismo lo reconoce”.
No fueron las únicas réplicas a Capitanich. El secretario de prensa de la CGT Balcarce, Héctor Daer (Sanidad), que es diputado nacional por el Frente Renovador, dijo a Clarín que “efectivamente es política la decisión del Gobierno de mantener un tributo injusto que afecta directamente el salario de los trabajadores”. Su hermano, Rodolfo Daer, líder del Sindicato de Alimentación de Capital, también fue contundente: “(El Gobierno) siempre tiene excusas para justificar lo injusto de la política tributaria de nuestro país –dijo-, que golpea fundamentalmente a los sectores de menores recursos”. Y agregó que su gremio analizarápasado mañana medidas de fuerza.
Capitanich no sólo descalificó el reclamo por Ganancias, sino que también minimizó el impacto del tributo en los salarios: dijo que del total de 9.953.937 personas que integran el sistema laboral argentino, pagan este impuesto 1.039.874 trabajadores, cuando antes del último aumento del mínimo no imponible estaban alcanzadas 2.238.014 personas.
“El trabajador y/o jubilado que por el decreto 1242/13 no estaba alcanzado, sigue no alcanzado por el impuesto independientemente de los aumentos (pactados desde entonces en paritarias), por lo que los reclamos pueden intensificarse o no por razones políticas, pero no por el número de involucrados”, puntualizó el funcionario, y desató la bronca de todo el espectro sindical.
El malestar en la CGT oficialista agravó el debate interno acerca de cuál debería ser la reacción ante la actitud del Gobierno. Un puñado de gremios cuyos trabajadores tienen altos ingresos y son de los más afectados por Ganancias está impulsando un paro de 24 horas, pero hay un sector más moderado (que integran Antonio Caló, Andrés Rodríguez y Omar Viviani) que es partidario de realizar unamovilización hacia el Congreso e incluso no quiere que la eventual protesta coincida con la huelga general que proyectan sus adversarios de la alianza moyano-barrionuevista.
Buscan así presionar a Cristina Kirchner y, a la vez a los legisladores, para que sancionen algún alivio por el Impuesto a las Ganancias, pero sin llegar a un paro, al que consideran algo “extremo”, y mucho menos decidirlo en sintonía con sus enemigos. Pese a la bronca, los dirigentes K esperarán la respuesta que el Gobierno prometió después del 30, cuando sepan el resultado de la disputa con los fondos buitre. Algunos sospechan que el Gobierno podría habilitar al Congreso para avanzar en una salida legislativa al tema.
“Es una pavada”, dijo Hugo Yasky. Al jefe de la CTA oficialista no le gustó que Jorge Capitanich dijera que los reclamos sobre Ganancias tienen “razones políticas”. Sin embargo hoy lo verá en la Rosada y del resultado depende que mantenga la protesta del 4 de agosto.