Para quienes aman el simbolismo, la cumbre de los Brics que se realizará en Fortaleza, Brasil, será una ocasión espectacular, una demostración excepcional de cómo está cambiando el orden político global.
Cinco importantes naciones en desarrollo, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, tratarán de dar cuerpo a una agenda multilateral de desarrollo sin la supervisión de Estados Unidos.
Se espera que formen el banco de desarrollo Brics, que para muchos será considerado un intento por debilitar al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, ambos creados durante el período llamado Paz Americana. Acentuando este sentido de orden alternativo, se realizarán numerosas reuniones entre líderes que sienten diferentes grados de antipatía hacia Washington.
Sin embargo, para aquellos que buscan una fuerte muestra de qué significa este encuentro, quizás terminen llegando a conclusión de que se trata de una cumbre pretenciosa. Los cinco países comparten poco más allá de pertenecer a una sigla soñada por un especialista del banco de inversión Goldman Sachs.
A diferencia de muchos bloques multilaterales, están geográficamente muy alejados, lo que los priva de las ventajas de ser vecinos. Varían mucho en tamaño y peso (la economía china es 24 veces superior a la sudafricana), lo que sugiere que los intentos de repartir el poder en partes iguales podrían ser un problema.
Tampoco queda claro si los países son aliados estables. India y China, que estuvieron implicadas en un guerra fronteriza en 1962, compiten estratégicamente por las esferas navales de influencia y relaciones con Paquistán. Las relaciones de Rusia con China, independientemente de que este año se recalentaron, hace décadas que están plagadas de mutuas sospechas.
Nada de esto afectaría la viabilidad del bloque Brics si la meta simplemente fuera servir como foro para el desahogo anti-occidente. Pero apunta a mucho más que eso. El banco que imaginan los cinco países Brics coloca el grupo a un nivel diferente de cooperación y de importancia y también intenta presentar una visión de desarrollo distinta.
Los expertos que trabajan para la creación del banco sostienen que prescindirán del sermoneo de los países ricos y de las condiciones burocráticas asociadas con el Banco Mundial.
Pero es en los profundos niveles de cooperación necesarios para organizar y dirigir un banco así, donde el bloque Brics enfrenta su examen más difícil. Al ser la nación acreedora más grande del grupo, es probable que China tenga que soportar gran parte de esa carga. Pero Beijing está tan poco acostumbrado a actuar como multilateralista, que habría que dudar de su capacidad de ejercer un liderazgo efectivo.
Por lo tanto, una gran prueba será si China compromete sus propios intereses por el bien del grupo. Un tema polémico, por ejemplo, es cuál será la sede del banco. Otro es si Beijing será capaz de coordinar las acciones de sus otras agencias de desarrollo internacional (el Banco de Desarrollo de China y el Ex-Im Bank) para evitar confusión. La potencial pelea por los recursos casi seguramente se agudice con el reciente respaldo que prestó China al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, al cual es más probable que domine que al banco Brics.
Mientras mira los acontecimientos en Fortaleza, los Estados Unidos y sus aliados podrían reflexionar que los Brics existen porque negaron a China una participación en el FMI representativa de su peso en la economía global. Pero si bien el banco Brics podría ser competencia para el FMI y el Banco Mundial en financiación para desarrollo, las instituciones con sede en Washington deberían suavizar sus estrictos requisitos que exigen para dar crédito a gobiernos. El banco Brics enfrenta muchos desafíos. En cuanto a los cincos estados miembro, todavía deben probar que pueden unirse para formar algo más que una sigla.