Estados Unidos es la potencia que monopoliza el desarrollo de formaciones no convencionales. A tal punto que, de acuerdo con las últimas estimaciones, se espera que en el 2020 alcance el autoabastecimiento en petróleo, algo que ya consiguió para el gas.
Su curva de aprendizaje es la que miran y estudian los países con grandes reservas shale como Argentina, China o Australia. Sus credenciales se muestran en la masividad del desarrollo de su industria no convencional que en el 2013 dejó 35.700 nuevos pozos, con 1.211 equipos de perforación en el campo.
La magnitud de la actividad no convencional norteamericana asusta hasta al más optimista, con sólo saber que en la actualidad extrae 2,5 millones de barriles de petróleo por día y, en los últimos cinco años, sumó 25 billones de pies cúbicos de gas a sus ductos.
Según reseña Miguel Di Vicenzo, director del IAPG Houston, en toda América Latina durante el 2013 se pusieron en marcha 350 equipos de perforación, un cuarto de los utilizados en EE. UU., mientras que en la Argentina, con el impulso de YPF en Loma Campana, se alcanzó un número récord con 102 equipos –de los cuales la petrolera nacional ocupa 65– con los que se finalizaron 1.302 pozos.
COSTOS
Pese al desarrollo acumulado en las últimas décadas y a que en la formación Eagle Ford lograron bajar de u$s 64 a u$s 52 por barril, no todas las empresas que operan en las nueve principales formaciones norteamericanas han logrado hacer rentables sus negocios.
Hay tres cuestiones que se escriben en el horizonte que afina la industria del país. Por un lado, avanzan en la identificación de sweet spots –literalmente, puntos dulces, en referencia a las zonas del shale de mayor productividad–. Por el otro, crecen en el número de perforaciones horizontales y la estructuración de las etapas de fractura para su optimización y, finalmente, la infraestructura que brindan los equipos móviles.
Si bien actualmente sigue siendo mayor el número de pozos verticales (se perforaron 18.500 en 2013), éstas cayeron un 12% en relación con el año anterior. En cambio, las perforaciones horizontales aumentaron en el mismo año un 11% (17.200).
Además, a esta tendencia se suma que la cantidad de fracturas realizadas crecieron un 30% a través de una reducción de la distancias entre cada etapa. Esto permite acortar los tiempos y mejorar la producción; por ejemplo, en un pozo en Bakken pueden realizar hasta 80 etapas de fractura en siete días.
En cuanto a los equipos, hay áreas en las que hasta en un 80% de ellos es de última generación (skidding y walking system). Según describe Di Vicenzo, en la revista Petrotécnica, en la totalidad de los campos petroleros estadounidenses, el 50% de los equipos es de tecnología avanzada que permite poner en práctica las perforaciones multipad.
Según los estudios realizados por los operadores norteamericanos, el 40% de las fracturas no se está realizando en las zonas correctas. Con la identificación de los sweet spots buscarán mayor competitividad.
La ruta del shale estadounidense permitirá a los países que recién arrancan con esta aventura achicar tiempos y costos.