En la que supo ser la sede de la Organización Internacional del Trabajo, un edificio de 1920, con murales estilo realismo socialista y un parque de inmensas proporciones sobre el lago Leman, se hará público en agosto la decisión de un panel que es desfavorable a la Argentina. Los diplomáticos ya lo llaman aquí, “el juicio que les faltaba”. En la sede de la Organización Mundial de Comercio no creen que ese fallo nos haga tocar fondo, pero es posible que se convierta en una medida ejemplificadora. “La OMC tiene un principio básico y es que no se puede discriminar a los productos importados ”, dice Víctor Do Prado del Comité de Negociaciones Comerciales.

Por lo que trascendió, la decisión del panel de la OMC se basó en que Argentina “violó las reglas internacionales de comercio”. El país fue demandado en marzo de 2012 por la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Israel, Japón, Tailandia, Suiza, Noruega, Panamá, y Turquía y otros que suman 43 en total. Argentina apelará la decisión. Claro que si se confirma el fallo, el país puede perder las ventajas comerciales que posee como miembro de la OMC.

En el panel se ventiló la “arbitrariedad” para el otorgamiento de permisos de importación sobre un conjunto de bienes, desde autos a electrónicos. Argentina siempre negó que esas medidas fueran una violación a las reglas.

Por cierto, este último caso es la gota que rebalsa el vaso para una Argentina que ya concentra el 5% de las demandas comerciales en la OMC, liderando en la región. Le siguen con el 3% Brasil y México. En el mundo superamos a Japón y estamos unos peldaños por debajo de China que acumula el 7% de las quejas globales.

En unos cuatro meses podría haber una decisión definitiva. El director general de la OMC, el brasileño Roberto Azevedo, aseguró a Clarín que el organismo “no aplica sanciones, jamás lo hizo. Son sus miembros los que pueden llegar a aplicarlas, aunque no de manera retroactiva”.

La decisión estará de ahora en más en manos de una especie de Corte Suprema de la OMC a cuyos integrantes les gusta batallar cuando hay evidencia de barreras comerciales. Otro dato: casi nunca contradicen los fallos de los paneles. “La apelación es la última instancia de la que dispone un país”, dice María Pereyra de la OMC.

Si las cosas salen mal y en palabras de Cristina, el mundo se nos cae encima; los países que nos demandaron pueden suspender concesiones como tarifas especiales y licencias de importación. Se trata de medidas espejo en función del perjuicio que los 43 países, con fallo a favor, dicen haber sufrido.

El máximo tribunal al que recurrirá la Argentina es muy activo ya que dos de cada tres casos se apelan en la OMC. Está compuesto por siete miembros, aunque interinamente son seis, tras la jubilación del sudafricano David Unterhalter.

Sus miembros son académicos y expertos en derecho comercial internacional. Y son nominados por consenso. Como suele suceder solo tres jueces tomarán el caso entre los que integran el tribunal. A esos tres magistrados se los elegirá entre Ujal Singh Bhatra, de la India, Peter van den Bossche (Bélgica), Yue Jiao Zhang (China), Ricardo Ramírez (México), Thomas Graham (Estados Unidos) y Seung Wha Chang (Corea).