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ECONOMÍA
China y Argentina: oportunidades de una relación desigual. La voracidad asiática en América latina y África
14/07/2014

China y Argentina: oportunidades y desafíos de una relación desigual

Clarín

Por Silvina Heguy.

Soja; ahora también sorgo y alfalfa; madera; lana; leche y quizás más carne –si el Gobierno permite a los productores exportarla– a cambio de una gigantesca inversión y la obra para resucitar más de mil kilómetros de vías desde el Norte y el Oeste hacia los puertos del Paraná y del Pacífico chileno para enviar estas materias primas hacia el exterior. A diez años del lanzamiento de la relación estratégica con China, esta semana llega a Buenos Aires en su primera visita el presidente Xi Jinping con el objetivo de profundizar el lazo bilateral y los anuncios -que están terminando de cerrar ambas cancillerías- se centran básicamente en la receta de recursos naturales por inversión y que lleva al país nuevamente a su rol de granero pero en su versión siglo XXI, esta vez, de Asia.

China es el segundo socio comercial de Argentina, sólo lo supera Brasil, y con Buenos Aires hace negocios por 14 mil millones de dólares anuales. Desde 2009, el saldo comercial es a favor de Beijing en soja y sus derivados, granos y leche a cambio de productos manufacturados, la mayoría partes para armar electrodomésticos y motitos que se ensamblan en Tierra del Fuego. Fue en 2004 que el ex presidente Néstor Kirchner y su par Hu Jintao declararon estratégica la relación entre ambos países en medio del famoso “cuento chino”, el rumor generado en la Rosada de que Beijing enviaría 20 mil millones de dólares, lo que fue desmentido por el gobierno asiático. Desde ese momento, el modelo argentino frente a China se fue “primarizando”, es decir se volcó a la producción de materias primas, señalan los analistas consultados y algunos lo compara con la relación con Gran Bretaña a fines del siglo XIX: granos y ferrocarriles suenan a demasiada coincidencia.

Lo cierto es que frente a la ventanilla de las oportunidades chinas los especialistas advierten que Argentina no actúa como debiera. China dejó su estrategia frente a la región en claro cuando en 2008 lanzó su “Libro Blanco sobre América Latina”, donde planteó la complementariedad como eje de la relación. Energía, alimentos y minerales a cambio de inversiones en infraestructura, muchas de logística para bajar costos en el transporte de estos productos. El anuncio de la inversión de U$S 2.470 millones en obras y material para el Belgrano Cargas que se hará el viernes es un ejemplo, como también el de los dos acueductos que se construirán en Entre Ríos, obra que regará tierras para producir arroz.

“Es una relación asimétrica, pero el tamaño diferente de los países no implica que la desigualdad tiene que persistir. Está siempre en el de menor tamaño poner condiciones para achicar la brecha”, señala Carlos Moneta, especialista en la relación entre la región asiática y América Latina. Ante la demanda de materia prima, no es necesaria la postergación de la industrialización argentina, explica. “La solución es agregar valor tecnológico como hizo Chile con el salmón que le agregó packaging, y pensar una estrategia de venta a 20 años”.

En que la demanda china de soja en el futuro está asegurada, coinciden todos, pero es verdad que el país asiático desde 2009 ha comenzado a construir fábricas para agregarle valor a la oleaginosa y hacer aceite, por ejemplo, lo que la pone a competir con Argentina. También la reciente compra del 51% de la semillera Nidera por Cofco, de capitales chinos, prendió la luz de alerta: también procura asegurarse la cadena de producción.

Desde la Cámara de Comercio Argentino China coinciden en que en el país con la segunda economía del mundo, y en plena transformación, hay espacios para conquistar. De sus 1.300 millones de habitantes, la mitad ya viven en zonas urbanas y, de ellos, 300 millones son clase media. “ El desafío es tratar de venderles a ellos, que son consumidores que buscan productos de buena calidad. Por ejemplo hay un mercado para zapatos de cuero argentinos, pero hay otros países intentando hacerlo”, señala Ernesto Fernández Taboada, director de la Cámara. El mercado es difícil para las empresas pequeñas y medianas argentinas y “nos falta un empujón, que puede ser a través de la formación de consorcios de exportación. Es decir la unión de varias empresas que fabrican algo parecido y se asocian para vender a China”, propone el dirigente de la asociación que el sábado hará un encuentro entre los 150 empresarios chinos que vienen con el presidente Xi y 300 pares argentinos.

“En política exterior, Argentina no tiene claro qué quiere. La relación con China está capturada por la coyuntura interna y, en el fondo, el país no tiene una dependencia tan marcada porque cuando China suspendió la exportación de aceite de soja se la vendimos a India. No es una neodependencia como la de Africa”, indica Mariano Turzi, de la Universidad Di Tella.

La advertencia también la hizo Cristina Kirchner cuando, en 2008, visitó China. “Argentina no puede seguir con el 82% de sus exportaciones a China en cuatro productos de escaso valor agregado”, dijo. A seis años de esas palabras, poco se cambió.

La enorme voracidad china en América latina y Africa

Clarín

Por Gustavo Sierra.

El empresario chino Wang Jing llegó la semana pasada a Managua para confirmar que su país hará posible el sueño nicaragüense de tener un gran Canal Interocéanico que una el Pacífico con el Caribe. “Será la construcción más grande de la humanidad ”, anunció eufórico Wang Jing sin explicar exactamente cómo China va a financiar los 50.000 millones de dólares que se necesitarán para la construcción ni presentar un muy esperado estudio de impacto ambiental. Al gobierno de Daniel Ortega poco le importan estos “detalles”. Está convencido de que el país entrará a una nueva etapa de desarrollo con el canal de 250 kilómetros que atravesará el Gran Lago de Nicaragua, la mayor reserva de agua dulce de Centroamérica. El proyecto que contempla una zona de libre comercio, complejos turísticos, dos puertos, un aeropuerto y plantas de cemento y acero, es un buen ejemplo de la ofensiva china en América latina. Apuestan a lo grande sin importarles los costos sociales y ambientales.

Esa es la misma tónica con la que el gobierno de Beijing entró en Africa mostrando una voracidad absoluta por las materias primas que le pueden dar los dos continentes. Ya en 2009, China logró desbancar a Estados Unidos como principal socio comercial africano con un intercambio que el año pasado llegó a los 198.000 millones de dólares. Y más del 60% de las exportaciones de ese continente al gigante asiático son de bienes primarios, principalmente petróleo seguido de minerales, diamantes y maderas.

El intercambio chino-latinoamericano está basado en la misma composición. El comercio bilateral se multiplicó por 21 entre el 2000 y 2012, que pasó de 12.000 millones a 250.000 millones de dólares. Las exportaciones se multiplicaron por 25 y las importaciones por 18.

China es el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú, y el segundo de Colombia, Uruguay y Venezuela.

La ofensiva china tuvo un impulso enorme en 2009 cuando lanzó una campaña diplomática para presentarse como una potencia “de mercado” y no intervencionista. Cuatro años más tarde las empresas chinas invirtieron 73.000 millones de dólares en todo el mundo, una cifra que multiplica por 36 lo que invertía una década atrás. Y esto se materializó con la compra masiva de tierras en Africa, los multimillonarios acuerdos por el gas y petróleo de Venezuela y la extracción de minerales en el resto de Latinoamérica. También hizo grandes inversiones en los países desarrollados para mejorar su imagen internacional y adquirir conocimiento. Por ejemplo, compraron la división de computadoras de IBM para hacer un suceso global con la marca Lenovo e invirtieron 38 millones de dólares en la empresa alemana Vensys de energía eólica para obtener una tecnología que no poseían. Y aprovechando la fortaleza del yuan acumularon casi cuatro billones de dólares en reservas cuya mitad está invertida en deuda pública de países desarrollados, algo que la convirtió en el primer tenedor de deuda de Estados Unidos.

En África, China tiene negocios por 198.000 millones de dólares y es el principal socio comercial por encima de EE.UU. Las firmas chinas tienen alquiladas 227 millones de hectáreas de Sudán, Liberia, Etiopía y otros países de la región. El 30% de los bosques de África central están bajo la concesión de empresas chinas. Los recursos que necesitan para su desarrollo y que consumen con voracidad 1.300 millones de chinos.


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