Alemania es hoy en día la primera nación en el campo de la energía renovable. Lo dicen las cifras. La economía alemana obtiene 29 por ciento de la electricidad que consume de fuentes renovables: solar, hídrica, eólica y la proveniente de madera y otras biomasas.
Este promedio nacional oculta grandes diferencias entre las regiones del país. El estado de Saarland apenas produce 15 por ciento de electricidad de fuentes renovables y el de Rheinland-Pfalz solo 21 por ciento, mientras los estados de Schleswig-Holstein y Mecklenburg-Vorpommern alcanzan 54 y 56 por ciento respectivamente.
El caso más llamativo es el del estado de Brandenburgo, vecino a Berlín, donde 78 por ciento de la electricidad proviene de turbinas eólicas, paneles fotovoltaicos y biomasa.
Es de destacar que Brandenburgo es un territorio mediterráneo y es parte de la vasta llanura del norte de Europa. En otras palabras, no tiene acceso al mar y su capacidad de generar energía de origen hídrico, y por lo tanto complementaria de otras fuentes renovables, es escasa.
No obstante estas limitaciones, es probable que en algunos años Brandenburgo llegue a generar más electricidad de origen renovable de la que consume, y exporte una parte creciente de su producción.
Es frecuente la afirmación de que es casi imposible lograr un sistema de energía que obtenga el 100 por ciento de su electricidad de fuentes renovables.
Según la opinión convencional, esas fuentes siempre necesitarán el complemento de una cuantiosa parte de electricidad proveniente de combustibles de origen fósil, ya que las turbinas eólicas solo generan electricidad mientras sopla el viento, y los paneles fotovoltaicos solo mientras brilla el sol
La realidad alemana demuestra que las preocupaciones son excesivas. En Branderburgo y otros estados alemanes, las fuentes no renovables -solar, eólica y biomasa- se han complementado eficazmente, desmintiendo las predicciones pesimistas de muchos expertos.
El norte de Alemania puede producir poca energía solar durante el invierno. Empero, la mayor parte de la energía eólica se genera en invierno, porque esa estación, en Alemania, es más ventosa que en el verano.
Además, el viento invernal es más frío y denso que el veraniego y por ello las corrientes de aire contienen más energía. La quema de madera y otras biomasas para el calentamiento de los hogares y la generación de electricidad también se concentra en los meses invernales.
Un factor clave de la llamada revolución alemana (Die Energiewende), es un sistema de pago a los productores individuales de energía solar y eólica (feed-in-tariff), que se introdujo por ley en 2000 y que garantiza una tarifa relativamente elevada y fija.
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Después de la aprobación de esa ley, la capacidad instalada de electricidad solar aumentó de 114 a 36.000 megavatios, y la eólica de 6.000 a 35.000 megavatios, a fines de 2013.
El plan oficial prevé que la participación de las fuentes renovables alcanzará en 2020 a 35 por ciento del consumo de electricidad en Alemania y que trepará a 80 por ciento en 2050.
El éxito del programa de energía solar también ha generado algunos problemas políticos.
Se estima que 1,4 millones de edificios residenciales han instalado redes de paneles solares en sus techos. En consecuencia, el costo del sistema feed-in-tariff se ha expandido y ahora cuesta unos 18.000 millones de euros (24.300 millones de dólares) anuales.
Como los costos del programa no están cubiertos por subsidios públicos, la electricidad que los privados consumen (y no producen) se ha encarecido.
En cambio, los exportadores alemanes se han beneficiado porque han sido exonerados de la carga correspondiente al tariff-in-system, y porque producen parte de la electricidad que consumen, lo que se traduce en que el precio total resulta bajísimo.
Alemania aún no ha decidido cuál sería el mejor camino para incrementar la producción de electricidad solar y eólica y, al mismo tiempo, evitar un tratamiento desigual entre los distintos sectores de consumidores.
Pero hay que descartar la idea de que la revolución energética alemana ha comenzado a detenerse, como sostienen numerosos analistas.
El más reciente sondeo de opinión muestra que dos terceras partes de las empresas proyectan producir al menos una parte de su consumo eléctrico por medio de paneles solares.
La opinión pública no ha comprendido el aspecto más importante de la revolución energética. Alemania ha sido capaz de crear una industria de paneles fotovoltaicos que atrae la demanda -junto con Italia y España- de gran parte del mundo, gracias a la reducción de costes. El precio promedio unitario de las celdas bajó de cinco euros (6,75 dólares) en 2003, a 0,7 euros (0,94 dólares) en 2013.
Aunque la energía solar es ahora económicamente competitiva incluso en el norte de Europa, las zonas soleadas de la Tierra reciben el doble de radiaciones solares y tienen niveles salariales y costes de instalación menores que los europeos.
En el Sur en desarrollo, la industria de la energía fotovoltaica está destinada a ser más grande y económicamente más conveniente que en Europa y es probable que el “boom” de la demanda eclosione a breve plazo en muchos países.
Tras la catástrofe nuclear de Fukushima en marzo de 2011, la canciller Angela Merkel decidió la desconexión de todas las centrales nucleares en 2022.
El llamado "Energiewende" (giro energético) implica también que la primera potencia europea debe aumentar la cuota de energías renovables del 25 por ciento actual al 80 por ciento en 2050.
La decisión, confirmada por fuentes del gobierno a la agencia DPA, coincidió con un acuerdo con la Comisión Europea que puso fin a una larga disputa por las ventajas que Alemania otorga a su industria para evitar que se perjudique por el cambio de modelo energético.
Con el fin de que las renovables alcancen esa cuota de 80%, el gobierno alemán reforzó la Ley de Energías Renovables (EEG) con más subsidios a fuentes como la eólica, la solar o la biomasa.
Sin embargo, la medida se trasladó a la factura de la electricidad y disparó el costo pagado por los contribuyentes.
La nueva enmienda aprobada hoy y diseñada por el ministro de Energía y vicecanciller, Sigmar Gabriel, reorganiza y recorta parte de las ayudas para controlar el aumento del costo eléctrico. La ley renovada aún debe ser aprobada por las dos Cámaras del Parlamento y podría entrar en vigencia en agosto próximo.
También las empresas afrontaron un incremento de costos por el fomento de las renovables, pero el gobierno de Merkel aprobó importantes descuentos a parte de la industria que abrieron una disputa con la Comisión Europea.
El acuerdo alcanzado hoy con Bruselas permite a Alemania mantener las concesiones a industrias con uso intensivo de energía para salvar unos a 800.000 puestos de trabajo en el sector.
El año pasado, 25 por ciento de la electricidad fue generada por energías renovables en Alemania.
El primer lugar fue para la eólica (8,4 por ciento), seguida por biomasa (6,7), fotovoltaica (4,7) e hidráulica (3,4).
A lo largo de la costa alemana del Mar Norte la transformación energética es visible: cientos de molinos de viento giran sus aspas sin cesar, casi todas las casas de los campesinos tienen en sus techos módulos solares y, en algunos campos, se cultiva maíz para la producción de biogás.
En los últimos 25 años, la producción descentralizada de energía ha sido adelantada por los mismos ciudadanos. Una inversión que, de lo contrario, solo hubiera podido hacer un gran consorcio.
“Nueve de 10 molinos le pertenecen a los ciudadanos”, cuenta Nicole Knudsen, de la Confederación de Energía eólica de Schleswig-Holstein, quien destaca que el avance de las fuentes alternativas de energía en el norte alemán se le debe a la masiva participación ciudadana: “En algunos pueblos de 800 habitantes unos 600 participan en los parques eólicos”, calcula Knudsen.
Un préstamo que no se lleva el viento
Ernst Hinrichsen, miembro de la directiva del parque eólico Galmsbüll, es uno de los inversionistas en la transformación energética alemana. El dinero para la inversión en el parque eólico se lo prestó el banco local y Hinrichsen lo paga con la venta de energía. Las ganancias de la producción de energía se calculan, actualmente, entre el 7 y el 8 por ciento.
Para reducir los costos y aumentar las ganancias la planeación de los parques eólicos se hace pensando en que todos deben obtener ganancias: “Por todos los terrenos en los que se erigen los molinos pagamos el mismo dinero por el arriendo”, cuenta Jess Jessen, labriego y gerente de Galmsbüll. Además, agrega Jessen, “pagamos una compensación por los terrenos que no se pueden sembrar”.
Un modelo de alquiler que también permite implementar los avances tecnológicos para mejorar las ganancias.
Participación ciudadana, la fórmula del éxito
Además, la armonía en la comunidad ha sido restablecida desde que la mayoría puede participar en el proyecto bajo iguales condiciones: en Galmsbüll, de 500 personas, 430 son partícipes del proyecto.
“Nos propusimos recaudar 4 millones de euros y reunimos 10”, cuenta Hinrichsen, destacando la gran importancia de que el éxito de este tipo de proyectos se le debe a la participación ciudadana.
Entre tanto, el 70 por ciento de la población en el norte de Alemania aprueba la construcción de parques eólicos, que, hasta el 2020, se proponen aumentar su rendimiento de 3.700 a 9.000 megavatios. Así, los parques eólicos se han convertido en una importante fuente de ingresos para los mismos habitantes.
También las arcas oficiales ganan. Los pueblos en el entorno perciben 50 millones de euros de impuestos más, además de que los parques eólicos han generado unas 7000 nuevas plazas de trabajo.
Ante las consecuencias del cambio climático (deshielo acelerado de los casquetes polares, especies en extinción, etc.), insistentemente descritas por los científicos, y visto el constante aumento del consumo de combustibles fósiles en todo el mundo, las alternativas renovables y respetuosas con el clima adquieren importancia creciente.
El viento, el agua, el sol, la biomasa y la geotermia son inagotables y no producen emisiones nocivas para el clima. En Alemania el porcentaje de las energías renovables en el consumo total de energía ya se eleva a más del 10%. Con cerca del 14% de la potencia eólica mundial, Alemania es, por detrás de China y los EE.UU., el tercer país productor de energía eólica del mundo.
La Iniciativa Offshore europea en el Mar del Norte, que agrupa a Alemania y otros ocho Estados miembros de la UE, ofrece nuevos potenciales en el uso de la energía eólica. En fotovoltaica Alemania incluso fue en 2010 líder mundial con una potencia total instalada de 17.300 megavatios, por delante de España y Japón.
La iniciativa Desertec, patrocinada en gran medida por consorcios alemanes, es otra gran inversión europea en tecnología energética sostenible. Según lo previsto, la energía generada por las plantas solares de Desertec instaladas en el norte de África cubrirá para 2050 cerca del 15% de la demanda eléctrica de Europa.
El único producto mineral importante de Alemania es el carbón, única fuente de combustible doméstico del país. Como resultado, más del 75% de la producción del país se utiliza para la generación de electricidad.
El carbón representa el 50% de la generación eléctrica del país. La mayoría del carbón de buena calidad de Alemania se encuentra en la profundidad, por lo que la producción es costosa. En línea con la política de la UE para eliminar los subsidios a las industrias, los subsidios del gobierno a la industria de carbón de Alemania han sido drásticamente disminuidos, teniendo como resultado el cierre de casi la mitad de las 14 minas en operación de Alemania en 2005.
La seguridad en los suministros de materias primas es una de las prioridades de la industria alemana, sobre todo de metales, en los que el país depende en 100% de las importaciones. Dichos suministros son clave para la transición de energías fósiles a favor de las renovables, la llamada 'Energiewende'. “Para el desarrollo de la energía eólica y solar y la construcción de una red para la movilidad eléctrica son necesarios los suministros de cobre, acero y tierras raras”, dijo el presidente de la Confederación de la Industria Alemana (BDI), Ulrich Grillo, al abrir en Berlín el 4° Congreso sobre Materias Primas.
Capitanes de la industria, diputados, representantes gubernamentales, de fundaciones y de la sociedad civil, acudieron a la invitación de la poderosa BDI, que agrupa a 37 ramas industriales, desde la automotriz hasta la farmacéutica, sumando a más de cien mil empresas, desde grandes consorcios hasta proyectos familiares.
Los ojos puestos en Perú. Perú fue foco de atención de cara a un acuerdo de cooperación minera que lleva largo tiempo en preparación y que está por firmarse próximamente, en el marco de una visita del presidente Ollanta Humala a Alemania. Después de Chile, país con el que Berlín suscribió un acuerdo de cooperación minera en enero de 2013, le sigue ahora Perú, nación bendecida con abundantes recursos naturales.
Más de la mitad de las exportaciones del país andino provienen del sector minero y una cuarta parte de la inversión extranjera fluye hacia ese sector. La minería es considerada el motor del crecimiento económico del país ribereño del Pacífico, que ha registrado índices de crecimiento de entre 5 y 9% anuales durante los últimos años.
Sven Halldorn, director del Departamento de Política Industrial del Ministerio alemán de Economía, confirmó a DW que dicho acuerdo será firmado previsiblemente en julio o agosto. “Como gobierno nuestro papel es abrir puertas para la firma de un acuerdo de cooperación de este tipo. Hay un intercambio muy estrecho de información en el que están involucrados distintos actores, empresas mineras por una parte y compradores, inversionistas e intermediarios por otra”. También participa la Agencia Alemana para las Materias Primas (Deutsche Rohstoffagentur, DERA), que sostiene conversaciones con los distintos actores involucrados. Según DERA, el cobre fue la extracción más importante en 2012, cuyas exportaciones alcanzaron un valor de US$11,5 mil millones. Al cobre le siguen el oro y la plata.
Aurubus, global player. “Tenemos una larga tradición de cooperación con Chile, Perú y Brasil, y sus suministros de cobre son clave para nuestra empresa”, afirma Peter Willibrandt, presidente ejecutivo de Aurubis, el mayor productor de cobre europeo y mayor reciclador de este metal a nivel mundial.
El alto ejecutivo destacó la presión a nivel mundial por los suministros. “Actualmente se consumen 20 millones de toneladas de cobre a nivel mundial y en los próximos 20 años se consumirán más de 30 millones de toneladas. Hay muchos desafíos a nivel global: el abasto energético, la movilidad eléctrica, el tráfico individual, la urbanización misma. Todo esto requiere de materias primas y por ello son estratégicas, y no perderán importancia en el futuro”, afirma.
La actividad extractiva está acompañada de numerosos conflictos sociales y medioambientales. La organización Misereor, cercana a la Iglesia Católica, advierte en un documento que comunidades campesinas y pueblos indígenas son desplazados de sus territorios, no son consultados al cerrar acuerdos de extracción y la protesta social es criminalizada. Estas cuestiones también fueron abordadas durante el congreso.
“Queremos una política de materias primas coherente, que tome en cuenta los derechos humanos y los problemas ecológicos. Deben garantizarse los derechos humanos en la explotación de materias primas, minimizarse los daños ecológicos, la contaminación de los suelos y de los mantos acuíferos. Todos estos son efectos de la actividad minera”, afirma Barbara Unmüßig, directora de la Fundación Heinrich Böll, cercana al Partido de los Verdes.
Ante una concurrida audiencia especializada, el Embajador Dr. Christoph Müller hizo una presentación sobre el aporte de Alemania a la minería peruana, en la sede del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú.
En su discurso, el Embajador Müller mencionó que ya en el siglo 19 Alexander von Humboldt fue el primero en dar a conocer en el Perú la técnica minera alemana. Aunque hoy en día la minería juega un rol secundario en la economía alemana, la industria alemana podría seguir dando valiosos aportes a este sector, ya que Alemania es líder en el campo de la técnica minera y ha tenido mucho éxito en entrenamiento de personal. Debido a la creciente importancia del Perú en el mercado mundial de materias primas, el Embajador Müller se pronunció a favor de un amplio compromiso en este sector de parte de Alemania.
También resaltó el aporte de la minería a la gran estabilidad económica que goza el Perú actualmente. Sin embargo, lamentó también que este éxito esté acompañado por crecientes protestas sociales y ambientales a nivel nacional, indicando que la mayoría de problemas ambientales no serían originados por la minería formal, las cuales se rigen por un estricto standard y muchas veces están comprometidas en proyectos de desarrollo. Por el contrario, el causante sería la actividad informal de extracción de materias primas, sobre todo de oro, que a pesar de poner en riesgo la salud de la población afectada y de causar grandes daños ambientales, es mejor tolerada por la población que la minería formal. Acotó que en este caso sería necesaria la intervención del Gobierno y de la industria formalmente establecida mediante un trabajo de concientización de la población local.
Por otro lado, anunció la puesta en marcha de un proyecto alemán mediante el cual el Gobierno alemán apoyará al Ministerio del Ambiente del Perú en la legalización de la minería informal que extrae oro en Madre de Dios.
La mina de Rammelsberg dejó de funcionar en 1988, después de mil años de producción. De sus entrañas se han extraído cobre, plomo y estaño durante generaciones. Y lo que fuera el mayor yacimiento de estos metales del mundo, se ha transformado en un museo abierto al público. Un gran paseo para los amantes del turismo industrial.
Los testimonios documentados ya hablan de la escombrera en el siglo X, del funcionamiento de la llamda <emgalería rathstiefste<="" em="">ya en el siglo XII, siendo uno de las más antiguas y mejor conservadas de la minería alemana. En el siglo XIII se abre la bóveda Feuergezäher, la cámara subterránea de mampostería mas antigua de Europa. El complejo extractivo sigue creciendo permanentemente: se levanta la Torre Maltermeisterturm en el siglo XV, la Galería Roeder se va abriendo entre el siglo XVIII y el XIX.
Ya famosa por su producción de plomo y estaño, Rammelsberg también produce plata y especialmente estaño, que se convierte en la riqueza de la ciudad cercana de Goslar y la región. Esta riqueza es la base para el establecimiento del Palatinado y es justamente en Goslar donde se lleva a cabo la primer Asamplea del Imperio de Enrique II, en 1009.
Goslar fue residencia de los reyes y emperadores alemanes hasta el año 1253. El núcleo histórico de la ciudad de Goslar, de forma ovalada y extraordinariamente conservado, se inició en un espacio reducido de un kilómetro cuadrado. El fortificado Palacio Imperial fue construido en estilo románico. Con el tiempo Goslar se convierte en un centro de la fe cristiana, la “Roma del norte”. Las torres de sus 47 iglesias y capillas definían la silueta inconfundible de la ciudad. La imagen de la ciudad se caracteriza por las casas gremiales, el histórico Ayuntamiento junto a la Plaza del Mercado y un gran número de casas de la alta burguesía con entramados de madera artísticamente tallados.
El casco histórico de Goslar y la mina de Rammelsberg han sido declarados Patrimonio de la Humanidad en el 2010 por sus valores históricos, arquitectónicos y económicos. Ambas son partes de la llamada “Plataforma acuífera del Alto Harz” considerada una obra maestra del antiguo arte de la minería y la ingeniería. Un sistema de gestión hidráulica que incluye pequeñas presas, acequias, galerías y corrientes de agua que eran utilizados por los mineros para la obtención de energía. En la actualidad, se han habilitado un total de 22 rutas de senderismo a lo largo de acequias, tanto en funcionamiento como inactivas, estanques y corrientes de agua con una longitud total aproximada de 112 km.