La semana pasada Vladimir Putin pronunció un despiadado discurso en Moscú, frente a diplomáticos extranjeros, acusando a Estados Unidos de revivir tácticas de la guerra fría y declarando que él usará todos los medios disponibles para proteger a los rusos étnicos en el exterior.
Pero desde el rápido avance del ejército ucraniano contra los separatistas prorrusos de los últimos días, expulsando rebeldes de su baluarte Slavyansk, Putin se llamó curiosamente al silencio.
Si bien su postura más suave podría ser interpretada por algunos como una paso atrás en la enfrentamiento de Rusia con Kiev y sus aliados occidentales por el destino de Ucrania, están quienes lo ven como sólo un giro táctico.
Llegó el momento de cambiar la táctica pero la estrategia sigue siendo la misma, aseguró Dmitry Trenin, director del think-tank Carnegie Moscow Centre.
Según Trenin, esa estrategia giró en torno a tres objetivos distintos desde que se intensificó la crisis a fines del año pasado: mantener a Ucrania fuera de la OTAN, proteger el staus del idioma ruso en Ucrania, y mantener lazos económicos con importantes empresas ucranianas.
Hace unos meses, para esos intereses quizás servía avivar la rebelión separatista en el este de Ucrania, según Trenin. Sin embargo, seguir haciéndolo ahora podría generar fuertes costos políticos provenientes de Estados Unidos y la Unión Europea y mismo dentro de Ucrania.
La continua violencia en la región oriental del país, por ejemplo, tuvo el indeseado efecto de impulsar el apoyo al nuevo gobierno de Kiev en otras partes de Ucrania.
Aún sin fuerza militar, argumenta Trenin, un inminente desastre económico en Ucrania donde el banco central pronosticó una caída de 4,6% de la producción este año podría brindar a Rusia nuevos instrumentos de influencia.
Aún cuando los objetivos del presidente ruso para el largo plazo en la región sigan siendo viables, es difícil ignorar los reveses que soportó últimamente Putin. Entre los más importantes está la elección el mes pasado de un presidente ucraniano pro-occidente, Petro Poroshenko, con un amplio mandato público.
Que Putin esté retrocediendo ahora no significa que sea para siempre. El presidente ruso es un gran táctico y hará pausas en medio de una crisis política y luego revelará un gran anuncio, una táctica que ha utilizado en catástrofes desde el desastre del submarino Kursk en 2000 hasta la actual crisis ucraniana.
Se toma un respiro, se mantiene en silencio por un tiempo y luego aparece con algo completamente inesperado, afirmó Fyodor Lukyanov, presidente del think-tank de Moscú, Council on Foreign and Defence Policy, a Moscow