Según el informe de Competitividad Global 2013-2014, del Foro Económico Mundial, que incluye a 148 países, en América Latina y el Caribe, Chile y Panamá conservan su liderazgo aunque el primero bajó del 33 al 34 y el segundo retuvo el lugar 40. Luego siguen Costa Rica (54), México (55), Brasil (56), Perú (61), Colombia (69), Guatemala (86), El Salvador (97), Bolivia (98), Nicaragua (99), Argentina (104), Honduras (111) y Venezuela (134). Según la Ocde, en Latinoamérica, entre 1990 y 2011, la productividad creció 1,6 %, mientras que en otros emergentes (Corea, Turquía, Polonia, etc.) subió 3 % durante años.
Un obstáculo para aumentar la productividad sería la informalidad, 55% de los trabajadores en la región (130 millones) son informales. Pero cabe preguntarse si, esta informalidad, no se debe a que las leyes son abusivas induciendo la alta evasión. También faltarían inversiones, ya que América Latina invierte en infraestructura 2,5 puntos de su PIB, frente a los 6 de los países asiáticos. Para la OCDE, es esencial desarrollar políticas educativas y de capacitación que, entre otras cosas, disminuyan el gran escollo de la desigualdad. Según la Cepal, 20% de la población latinoamericana más pobre concentra 5% del ingreso total, mientras que 20% más rico capta 47%. En Colombia, México y Chile, 20% más pobre captura 8% del ingreso y 20% más rico, 39%. Entre los más desiguales, según la OCDE, la diferencia entre los ingresos de 10% más rico y 10% más pobre es de 27 veces en Chile y 30 en México.
Así, para combatir la desigualdad, sería necesario mejorar la recaudación fiscal que en Latinoamérica habría crecido de 13,6% del PIB en 1990 a 20,7% actualmente, lo que sería bajo en comparación con el promedio de 30% en los países de la OCDE. Pero esto es una incoherencia ya que la presión fiscal, precisamente, provoca desigualdad porque cuanto más poder económico tiene una persona más puede derivar hacia abajo (por caso, un empresario sube precios o baja salarios, perjudicando a los más pobres) los impuestos que terminan en obras, como rutas, que utilizan los ricos, que poseen automóviles.
Reflejando esta baja productividad, la inversión extranjera directa (IED) en América Latina y el Caribe aumentó solo 6% en 2013, fueron US$ 292.000 millones (182.000 millones excluidos lo obtenido por los centros financieros extraterritoriales), según la Unctad. Subió 64% en América Central y el Caribe, US$ 49.000 millones: se duplicó en México (US$ 38.000 millones), en Costa Rica aumentó 14% y 5% en Guatemala y Nicaragua. Y bajó 6% la IED en América del Sur, US$ 133.000 millones. En Brasil, disminuyó 2%, en Chile 29% (US$ 20.000 millones); en Argentina 25% (US$ 9.000 millones); y en Perú 17% (US$ 10.000 millones). En cambio, la IED en Colombia subió 8 %, hasta los US$ 17.000 millones.
Un caso especial es Venezuela, que hoy se debate en duras luchas internas oficialistas en buena parte debido al caos económico, donde las IED aumentaron 119% (más de US$ 7.000 millones), según el informe. Pero hay que destacar los acuerdos con China (préstamos por US$ 40.000 millones desde 2007). En el presupuesto 2013, aparecen US$ 4.055 millones para proyectos agrícolas, 3.814 millones para proyectos de transporte y 2.192 millones para proyectos industriales. Sectores productivos hoy en bancarrota.