Por MARIANO GORODISCH.
Mientras Axel Kicillof se pelea con los fondos buitres, y la Argentina se asoma al default, en las cuevas de la City porteña pareciera reinar el pleno optimismo.
¿Por qué? Porque quien quiera sacar sus dólares del país porque supone que estarán más a salvo en algún otro rincón del mundo, recibirán como recompensa un 3%, siempre cuando la transacción sea por una ficha (tal como denominan en la jerga) mayor a u$s 100.000.
Esto ocurre porque están ingresando muchas divisas a través del cable (como se conoce en el ambiente al canal informal). Por eso, quien quiera traer divisas del exterior deberá afrontar un sobrecosto del 4,5% del monto. El 1,5% de diferencia es la comisión que se quedan las cuevas por encontrar a las dos puntas. Por cada gamba (u$s 100.000) operada nos queda u$s 1.500. Es un lindo negocito, revelan las fuentes del dark market.
En parte, los dólares que ingresan del exterior se utilizan para comprar bonos serie D en la plaza local y venderlos en Wall Street, con cuyo arbitraje se venía ganando un 14%, aunque ayer cayó a un 10%.
Es el rulo del momento. Claro que para eso necesitás tener los billetes declarados y todo blanco, pero lo traés por el cable porque necesitás el físico (los dólares), señala el titular de una cueva ubicada en el edificio Safico, en Corrientes 456. Allí se puede ver un cartel que alerta a los clientes que no dejen su auto en el estacionamiento debajo del Banco de Tokio, en Corrientes 436, por los múltiples asaltos que sufrió gente al salir con un attaché del edificio Safico, donde abundan las financieras (casualmente, lindero al estacionamiento de Tokio).
Hay bandas de pincha ruedas marcando a la gente que sale de ese garage en media hora, ya que es obvio que fueron a alguna cueva de la zona. De diez que van, ocho llevan o traen plata, revela el titular de una mesa.
Cuentan que muchos colombianos son especialistas en pincha gomas: siguen al coche a una distancia prudente hasta que frena en un semáforo. Allí, el acompañante de la moto se baja y, sin que el conductor se de cuenta, le corta con una navaja o con un cuchillo uno de los neumáticos traseros. Cuando el auto frena, lo asaltan, aunque también están quienes simulan ayudarlo a cambiar la rueda mientras el otro le roba el bolso sin que se de cuenta.
Según describen en el ambiente cuevero, una decena de ladrones hacen mucha inteligencia previa: Conocen a la perfección en qué edificios hay cuevas, y cuando ven entrando a alguien con un maletín, esperan a ver cuánto tiempo tarda en salir. Si lo hace rápido, lo más probable es que salga con dinero en su attaché. Entonces, lo siguen hasta que se lo arrancan de la mano y salen corriendo hasta una moto que los está esperando. Arremeten contra los clientes puros, porque saben que las grandes financieras transportan la plata con gente armada, entonces prefieren no meterse con ellos, ya que implica el riesgo de que les tiren.
Ante este escenario, es que varias mesas de dinero empezaron a mudarse hacia el macrocentro, como denominan a la zona de Córdoba hacia Plaza San Martín. Es para salir de la zona de los asaltos, que predomina en Corrientes y Lavalle, entre Reconquista y San Martín, al punto que se habla de una zona liberada a cambio de 600.000 razones de peso.