Bélgica, que fue un importante productor de mármol por más de 2.000 años, fue, en su momento, reconocida por la variedad y calidad de su piedra de fábrica. Todas las canteras de mármol están en Wallonia y el rojo, el negro y el gris eran las principales gamas de colores del mármol. El país era un importante productor de materiales industriales tales como carbonatos, incluyendo la piedra caliza, dolomita, arena de sílice, la pescadilla, y sulfato de sodio.
La industria de procesamiento de mineral fue un importante contribuyente a la economía belga en 2001. La refinación de cobre, zinc y metales menores, y la producción de acero (todos de materiales importados), fueron las industrias de minerales de mayor desarrollo en Bélgica. El país poseía las refinerías más grandes de cobre y de zinc de Europa, y una de las mayores refinerías de plomo del continente. Además, Bélgica mantuvo su posición como capital mundial del diamante. Las cifras de producción estimadas para 2001, en toneladas, fueron: cobre secundario: 139.000; zinc primario: 230.000; cemento hidráulico: ocho millones de toneladas; cal y dolomita calcinada: 1,7 millones de toneladas; y las canteras de granito: 1,2 millones de metros cúbicos. Granito, que en realidad es una piedra caliza azul-gris oscuro, era una de las piedras de revestimiento más importantes que producía el país.
Bélgica fue una vez un importante productor de carbón, ya que la industria de la minería del carbón belga se remonta al siglo XII. El carbón se extraía del valle de Sambre-Mosa; las últimas minas cerraron en 1992. La minería metálica estaba en su apogeo desde 1850 hasta 1870, después de lo cual la actividad minera se redujo hasta que las últimas operaciones de mineral de hierro en Musson y Halanzy se cerraron en 1978. Bélgica no tiene reservas económicamente explotables de minerales metálicos.
El comercio de diamantes y minerales metálicos, así como la transformación de metales son las industrias mineras más grandes de Bélgica. La industria de procesamiento de metales utiliza casi exclusivamente materias primas importadas, ya sea minerales, de concentrados o de chatarra. La producción minera nacional se limita a la producción de materiales de construcción y minerales industriales.
Una amplia variedad de materias primas se extraen cada año. Estos incluyen: arcillas; sílice y arenas refractarias; arenas para construcción; grava; piedra caliza y la dolomita; arenisca; y cantidades de pórfido, pizarra, tiza, caolín y mármol. Materiales más fuertes se producen casi exclusivamente en la parte sur del país (Wallonia).
La industria de metales no ferrosos belga está dominado por Umicore (ex Union Minière), líder mundial en el sector.
En enero de 2003, Sadaci NV de Bélgica, líder europeo en la producción de tostación de molibdeno y ferromolibdeno, fue comprado por Molymet de Chile.
Basado en Bélgica, Erachem Europa produce derivados químicos de manganeso, cobre y zinc, así como carbono conductores, y tiene salidas comerciales en todo el mundo.
La experiencia de Electrabel en energía eólica se remonta a la década del ‘90. Hacia fines del año pasado, la compañía poseía 79 turbinas eólicas en tierra pero también construyó su “know how” en offshore gracias al proyecto “Mermaid”, en asociación con el consorcio Otary.
Electrabel invertirá 1,3 mil millones de euros en energía renovable. Estas inversiones incrementarán la generación de energía de 600 MW. El objetivo es el de multiplicar por dos la capacidad actual en siete años para que un millón de hogares belgas tengan acceso a la electricidad proveniente de energías limpias.
En Bélgica desarrollaron el primer tren que funciona con luz solar y ya construyen otro que se moverá con energía eólica.
Hace un par de años, Solar Power Systems (SPS), una firma especializada en el suministro residencial de paneles solares en Bélgica, y Enfinity, una financiadora importante en el mercado de centrales fotovoltaicas, se unieron para llevar acabo el ambicioso plan de alimentar una línea ferroviaria de alta velocidad con energía producida por el sol.
El túnel que recorre el tren, que une la ciudad belga de Amberes con la holandesa de Ámsterdam, fue equipado con una carpeta de 16,000 paneles solares en el techo, a lo largo de 40 kilómetros. Esa cantidad de dispositivos fotovoltaicos cubren una superficie equivalente a ocho campos de fútbol (50,000 metros cuadrados).
"Es el primero que consume la electricidad fotovoltaica que se capta y genera en el mismo lugar", precisa Jurgen Van Damme, vocero de Enfinity.
Los paneles son capaces de producir en un año 3,300 megavatios por hora. La energía es almacenada en una central Enfinity para después ser distribuida a través de dos redes: una alimenta los sistemas de señalización e iluminación y las estaciones de calefacción, y la segunda puede abastecer anualmente unos 4,000 trenes de alta velocidad o convencionales que viajan por el túnel, lo que corresponde a un día entero de servicio.
El proyecto, que entró en operación en junio de 2011, alcanzó una inversión total de 18 millones de dólares con un tiempo de construcción de nueve meses.
Uno de los retos que debe sortear la línea solar es el clima en Bélgica, ya que solo 35% de los días del año son soleados, de acuerdo con los datos de la Universidad Católica de Lovaina, y el resto son nublados y lluviosos. Por lo mismo, el tiempo de funcionamiento de la central solar ocurre entre las ocho o nueve de la mañana y las cinco de la tarde. Al agotarse la producción de los paneles, automáticamente el sistema se conecta al flujo de electricidad ordinaria.
La vía ferroviaria solar se ha convertido en uno de los más grandes en la industria sostenible y el más amigable con el medio ambiente, según Frédéric Sacré, representante de la empresa administradora de la red ferroviaria belga, Infrabel.
Gracias al proyecto se dejaron de emitir anualmente a la atmósfera 2,400 toneladas de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero que provoca el cambio climático.
"La electricidad de fuentes renovables en el transporte ferroviario puede contribuir significativamente a la reducción de los gases de efecto invernadero", señala Laura Lonza, miembro de la Comisión Europea, una organización que estableció que 35% de la energía que consuma la red ferroviaria europea en 2020 debe ser renovable.
Y para alcanzar el objetivo, también en 2011, la empresa Greensky inició el proyecto de un "tren eólico" con una inversión de 106 millones de dólares.
El parque eólico será el más grande de Bélgica y su capacidad de producción alcanzará para alimentar la línea rápida y otras convencionales que recorren las vías locales, ya que la electricidad generada será muy superior a la solar.