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AMÉRICA LATINA
Experto: "Los países de la Alianza del Pacífico han avanzado más en reformas para la productividad"
02/07/2014

Juan Ruiz, BBVA: Los países de la Alianza del Pacífico han avanzado más en reformas para la productividad

Infolatam

Infolatam ha entrevistado a Juan Ruiz, Economista Jefe para América latina del BBVA, para analizar cómo afronta la región el reto de la productividad, una de las asignaturas pendientes para que la economía latinoamericana dé un salto cualitativo.

¿Qué reformas son necesarias para aumentar la productividad en América latina?

La región es muy heterogénea y cada país tiene sus propios limitantes al aumento de la productividad, por lo que no existen recetas “mágicas” que sean aplicables en todos los países. Pero sí es cierto que hay cuatro grandes líneas de acción que son aplicables a la mayor parte de países de la región:

1-. En primer lugar, a pesar de los avances realizados en los últimos años en muchos países, es necesario seguir mejorando el clima de negocios y reducir las trabas a la inversión privada.

2-. También es necesario promover una mayor competencia en el mercado de productos y factores que permita recompensar la innovación y las buenas prácticas empresariales.

3-. En tercer lugar es imprescindible aumentar la tasa de ahorro para sostener una mayor inversión en capital físico (sobre todo en infraestructura, en muchos casos de transporte y en algunos países la energética) y en capital humano (en mayor y mejor educación y salud).

4-. Finalmente, no hay que olvidar que la informalidad es un fenómeno muy arraigado en la región, que limita la productividad de las empresas y de los trabajadores al impedir el acceso al crédito y al reducir los incentivos a la innovación de las empresas y a la formación de los trabajadores. Por tanto, medidas para reducir la informalidad constituyen la cuarta gran línea de acción para aumentar la productividad en América Latina.

¿Qué países están llevando a cabo en estos momentos reformas tendentes a aumentar la productividad?

Principalmente son los países de la Alianza del Pacífico los que se muestran más dispuestos a ir avanzando en la agenda de reformas para aumentar la productividad y asegurar el crecimiento de largo plazo. México quizás es el más publicitado, con reformas sobre todo en el sector energético y las telecomunicaciones. Nuestras estimaciones apuntan a que sólo la reforma del sector energético tiene la capacidad de aumentar gradualmente el crecimiento potencial en ese país hasta llegar a alrededor de un punto porcentual adicional de crecimiento a partir de 2018.

¿Es el México de Enrique Peña Nieto el único caso en la región de reformismo buscando un aumento de la productividad?

México no es el único que está embarcado en reformas. Lo estamos viendo en Chile, que discute ahora mismo una reforma tributaria para financiar un cambio en la educación, buena oportunidad para aumentar su crecimiento potencial. También en Perú, donde se reforma el servicio civil para tratar de hacer al estado más eficiente o se reducen las trabas administrativas a la inversión; o en Colombia, que quiere impulsar una mejora clara en la calidad y cantidad de sus infraestructuras. Estos son pasos decididos en la dirección correcta para afianzar el largo plazo, que nunca se podrá sostener sólo con impulsos de demanda.

América Latina: mayor productividad en tiempos de ralentización

Infolatam

(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. América latina ha entrado en un periodo de ralentización económica que exige que se tomen medidas de forma más o menos urgente. Entre ellas destaca la lucha contra la desigualdad, la apuesta por la educación y por el aumento de la productividad.

Los resultados de la última edición del Informe de Competitividad Global 2013-2014 muestran que la mayoría de los países de América Latina y el Caribe se han estancado en este aspecto. El documento, que incluye a 148 naciones del Foro Económico Mundial muestra que en América Latina y el Caribe, Chile y Panamá conservan su liderazgo este año pero sin subir de puesto. El primero bajó un puesto (del 33 al 34) y el segundo se mantuvo en el lugar 40.

Por encima de la mitad de la clasificación, hasta el puesto 75, se encuentran 8 países: Chile (34), Panamá (40), Costa Rica (54), México (55), Brasil (56), Perú (61) Colombia (69) y Ecuador (71).

Por debajo se encuentran 10: Uruguay en el 85, Guatemala en el 86, El Salvador en el 97, Bolivia en el 98, Nicaragua en el 99, Argentina en el 104, República Dominicana (105), Honduras (111), Paraguay (119) y Venezuela (134).

La clave es la competitividad

Los nuevos tiempos, de crisis, ralentización y desaceleración suponen un reto para la región que debe encontrar nuevos caminos para salir del peligro del escantamiento y de la llamada “trampa de los países de renta media”.

Estancamiento porque como apunta Bertrand Gruss, economista de la División de Estudios Regionales del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, “LOS resultados sugieren que el crecimiento del producto en los próximos años se verá más afectado por el menor crecimiento proyectado para los precios de las materias primas que por los niveles aún elevados de esos precios.

Esto es, incluso si los precios de las materias primas se mantuviesen estables a los niveles relativamente altos de 2013, el crecimiento de la región sería sustancialmente menor al registrado durante el boom. Concretamente, el crecimiento para el exportador de materias primas promedio de la región en 2014-19 sería 1,4% menor que en 2003-11 -e incluso 0,6% menor a lo observado en 2012–13, cuando la región ya crecía a menor ritmo”.

Además de estancamiento los países de la región afrontaran la citada trampa de los países de ingresos medios.

Según esta teoría, los países de ingreso medio pueden estancarse al no poder competir con las naciones más pobres en mano de obra barata ni con los países ricos en desarrollo tecnológico. La ausencia de estas ventajas competitivas explicaría por qué las naciones parecen experimentar una caída en sus tasas de crecimiento económico cuando el ingreso per cápita nacional se encuentra entre los $11.000 y $16.000, aproximadamente (medido en paridad de poder adquisitivo, PPA).

Una de las formas de salir de esa trampa es apostar por aumentar la productividad.

Así, el economista jefe del BID, José Juan Ruiz, señala que si en los siguientes 10 años los países latinoamericanos implementan reformas que eleven su productividad, cada nación aumentaría casi 2 puntos su crecimiento anual.

“La tasa de crecimiento se aceleraría 1,8 puntos, y en vez de crecer al 3% anual, volveríamos a crecer durante los próximos diez años al 4,8%”, comentó Ruiz pues la mejora de la productividad produciría un “bono adicional” de crecimiento de 0,8 puntos, lo que situaría la tasa anual total de la región en el 5,6 por ciento.

Para el representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los principales factores que sitúan la productividad en niveles “bajos” son el “altísimo grado de informalidad”, la fragmentación de las economías y la falta de acuerdos interregionales.

Para subsanar el déficit de productividad, Ruiz habló de la necesidad de apostar por una educación de “calidad” e inversiones en infraestructura ya que “en la actualidad América Latina invierte en infraestructura 2,5 puntos de su PIB,frente a los seis que destinan los países asiáticos”.

El ciclo virtuoso de 2003-2013 se basó en los buenos precios de las exportaciones pero con el menor crecimiento proyectado para China esta coyuntura y ese viento de cola puede desaparecer.

Por eso Juan Ruiz, del BBVA, considera que “si la región quiere consolidar las altas tasas de crecimiento, tiene que reconocer que un crecimiento sostenible de la renta per cápita no se puede basar solamente en la acumulación de capital y el aumento del empleo, sino que requiere mejoras de la productividad. Así, resulta esencial generar un consenso sobre la importancia de las reformas estructurales, incluida la mejora del clima de negocios, una mayor competencia en los mercados de productos y factores, así como el aumento de la tasa de ahorro para sostener la inversión en capital físico, sobre todo infraestructura, pero también en capital humano”.

La poca productividad es, además, indicio de otros males que aquejan a la economía latinoamericana.

Como apunta Alicia Bárcena de la CEPAL: “Para crecer es vital una política industrial, desarrollar una manufactura de alta tecnología y generar empleos más productivos. La baja productividad es uno de los factores que impiden un desarrollo mayor, lo digo porque las economías en la región Asia-Pacífico son muy competitivas, con ello han encontrado nichos de mercado potentes. La baja productividad tiene su correlación con trabajadores de baja preparación”.

Por lo tanto, la falta de productividad se antoja como un desafío urgente para la región.

En ese sentido, Augusto de la Torre, del Banco Mundial, apunta que “con el retroceso del viento de cola mundial, la región tendrá que depender de sus propios dispositivos para impulsar el crecimiento. Estos dispositivos tienen un solo nombre: productividad. Con escasos ahorros nacionales y ralas entradas de capital externo, el crecimiento del ingreso se puede sostener solo mediante el aumento de la productividad”.

La productividad está relacionada también con la creación de una clase empresarial innovadora, con desarrollar el capital humano, con mejorar la logística y la infraestructura, aumentar la competencia y mejorar el entorno contractual.

¿Quién está haciendo los deberes?

Pocos países de la región están en esa línea de reformas estructurales para potenciar la productividad.

Una agenda que debe contener, según Bertrand Gruss del FMI “en primer lugar… reformas estructurales que favorezcan un mayor crecimiento de la productividad. Las prioridades difieren por país, pero en varios casos incluyen fortalecer la infraestructura interna, mejorar los resultados de los sistemas educativos, mejorar el clima de negocios y promover la competencia”.

¿Qué países están haciendo los deberes? Solo dos, México y Chile.

Las reformas mexicanas en todos los ámbitos (telecomunicaciones, petróleo o educación) buscan hacer más competitiva la economía mexicana. Este parece ser uno de los grandes objetivos del presidente Peña Nieto quien ha asegurado que es hora de democratizar la productividad, y que el Gobierno de la República es un aliado en la protección de los derechos laborales, convencido de que el país “necesita ampliar las oportunidades laborales, especialmente para jóvenes y mujeres”.

El presidente busca impulsar la productividad mediante la creación de empleos de calidad, democratizar la productividad (“tener empresas más competitivas y mejorar los ingresos”), salvaguardar los derechos de los trabajadores y conservar la paz laboral.

“Es hora de democratizar la productividad. Estamos moviendo el presupuesto y los programas para construir un México más incluyente y más próspero”, asegura Peña Nieto para quien su agenda de reformas estructurales “tiene como objetivo democratizar la productividad para lograr un mayor crecimiento y un desarrollo más incluyente”.

Las reformas educativa y la que persigue la diversificación energética en el Chile de Michelle Bachelet también van por esa línea de fomentar la productividad.


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