Juan Pablo Lacassie, jefe de la Unidad de Geoquímica del Servicio Nacional de Geología y Minería ( Sernageomin), dice que en el caso hipotético que no se hubiera descubierto la mina de oro Pascua Lama, el primer mapa geoquímico de Chile lo hubiese hecho tarde o temprano. Porque en 2006, antes que esta faena entrara en operación, la institución detectó la presencia del mineral con las mismas técnicas con las que ahora diseña esta nueva cartografía.
El objetivo del mapa, cuyo trabajo se inició en 2009, es identificar espacialmente la presencia de 59 elementos químicos en todo el país, incluidos los ocho metales pesados perjudiciales para la salud, como el plomo, mercurio, cinc, cadmio, cobre, arsénico, níquel y cromo (ver nota secundaria).
Para armar el mapa, se deben completar 73 zonas, cuya confección tomará entre dos a tres años. El trabajo lo realizan funcionarios del Sernageomin, quienes se trasladan a terreno para tomar muestras en el fondo de quebradas, las que luego son analizadas en su laboratorio y en el extranjero.
Hasta la fecha se ha logrado cartografiar las zonas que van entre Arica y Pisagua, y entre La Serena y Coquimbo. Los primeros resultados, a los que tuvo acceso La Tercera, revelaron la presencia de oro en extensas superficies de estos territorios, que si bien no equivalen a yacimientos propiamente tal, son una guía clave para futuras prospecciones mineras.
“A partir de estos mapas se podrían programar campañas de muestreo más detalladas, acotadas a las cuencas con las anomalías correspondientes”, detalla Lacassie.
En el norte destacan tres zonas con concentraciones altas de oro, también denominadas “zonas anómalas en oro” de gran extensión: la cuenca del río Lauca, cerca de la mina Choquelimpie; en Pampa Camarones, entre las quebradas Camarones y Vitor; y en el sector de Pampa Pisagua. Estas dos últimas ubicadas en la cordillera de la Costa (ver infografía).
Lacassie detalla que en Pampa Camarones, sólo se ha instalado una empresa, pero que no cubre ni el 30% de toda la zona en la que se detectó oro.
LÍNEA BASE AMBIENTAL
“Cada mapa geoquímico (de las 73 zonas) tiene un costo de 260 millones de pesos, que incluye todo el proceso, desde la toma de muestras, el análisis de laboratorio y la elaboración de la cartografía”, explica Rodrigo Alvarez Seguel, director nacional del Sernageomin.
La autoridad advierte que este tipo de proyectos son una inversión para el país, porque cada dólar destinado a desarrollar información geocientífica precompetitiva en Chile, genera en promedio 11,5 dólares de ganancias, y entrega una base para una serie de actividades productivas.
El mapa, explica, no está orientado sólo al área minera, sino que también sirve para planificación y gestión de ciudades; decisiones sobre salud pública; línea de base ambiental para caracterizar al territorio antes y después de los impactos provocados por actividades humanas; política y normativa sobre calidad de agua y posibles inversiones en plantas de tratamiento terciario, entre otros. “Este mapa democratiza la información geocientífica, para que la ciudadanía tenga con qué participar en debates sobre el uso del territorio”, dice Alvarez.
TIERRAS RARAS
El mapeo también incluye las denominadas tierras raras, nombre común que reciben un grupo de 18 elementos que tiene propiedades particulares dentro de la tabla periódica. En la carta geoquímica se incluyen 16 de estos elementos, como el itrio, escandio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio y samario, por señalar algunos. Sus principales usos se relacionan con la producción de tecnologías como imanes para computadores, lámparas halógenas, pantallas de TV, entre otros.
A pesar de su nombre, no son menos escasas que el plomo o el oro, pero son difíciles de separar de los minerales que los acompañan.
Aún no se ha estimado el potencial de estos elementos en Chile, dicen en Sernageomin. Pero los mapas geoquímicos ya están señalando la presencia de zonas con altas concentraciones de ellos.