Por Daniel Capalbo.
El mal llevado Thomas Griesa designó un mediador para encauzar la negociación entre la Argentina y los fondos buitre. Lo hizo tras recibir el pedido argentino de abrir un stay, un paréntesis que permita cumplir con el pago a los bonistas reestructurados (el 92,4 % de los acreedores) sin el peligro de que los buitres embarguen esos recursos, tal como la Corte de Apelaciones de Nueva York habilitó a hacerlo la semana pasada. Y dada, también, la inocultable vocación del fondo NML, que orienta el codicioso Paul Singer, de ir por todo. Lo advirtió el presidente de Uruguay, José Mujica, quien sin dudarlo llamó a los socios sudamericanos a defender a nuestro país porque, dijo, en el fondo los buitres “van por el petróleo de Vaca Muerta. Van a terminar planteando que paguen la deuda con los recursos naturales”. Porque resulta que los buitres tienen dos acreencias. Una, la que reclamaron en Nueva York ante el juez Griesa, por 1.500 millones de dólares. Y otra, no judicializada pero igualmente peligrosa, ya que aún tienen bonos en su cartera por unos 2.700 millones de dólares. Por estos millones ya pidieron a la Justicia norteamericana identificar bienes argentinos para embargarlos. En concreto, ya pidieron información sobre activos de YPF. ¿A quién? Por ejemplo a su socia Chevron en Neuquén. También a ExxonMobil, a Apache y a Dow Chemical. Por suerte, y formalmente, YPF es una empresa que no pertenece al Estado nacional, sino una mera sociedad privada. Sus activos, vale subrayarlo, no pertenecen a la República Argentina, y sus bonos y cupones tras la expropiación de Repsol fueron diseñados para eludir los embargos. Pero quedó claro, como dijo Mujica, que los buitres no dejarán de intentarlo.