Por Alejandro Fontana, profesor del PAD-U. de Piura.
La bibliografía académica sobre el origen de los conflictos sociales contra una iniciativa empresarial es amplia.
Sethi señala tres elementos que originan conflictos: la contaminación que causan las operaciones en el agua, el aire o la tierra; que a la industria minera se le suele vincular con el abuso de los derechos humanos y el maltrato a las comunidades indígenas, y a su derecho sobre la tierra; y la presencia de gobiernos corruptos en escenarios con escaso desarrollo de marcos regulatorios, que colocan a la empresa frente a retos complejos.
Para Calvano influye el desequilibrio de poder. Mientras las empresas utilizan la publicidad y otros medios avanzados para difundir su mensaje, las comunidades hacen sentir su presencia a través de protestas y bloqueos. Este desequilibrio de poder también se refleja en la definición de lo importante. Un estudio de Kemp señala que la seriedad de un incidente lo define la empresa según criterios definidos previamente. Y algo semejante ocurre con los planes de atención social: para Mutti, los programas de responsabilidad social de las empresas mineras se perciben como un mero patrocinio cuando las empresas menosprecian el conocimiento y las habilidades que las comunidades locales tienen para priorizar sus necesidades.
Todo este conjunto de observaciones permite concluir que la visión tradicional de la estrategia de negocio, aquella que Goshal define como enfocada únicamente en la rentabilidad de la inversión, no es suficiente para atender variables que, según sea el caso, serán relevantes para la viabilidad o sostenibilidad de la iniciativa empresarial.
Y es que toda organización empresarial que interviene en un territorio se convierte, solo por el hecho de hacerlo, en un actor relevante en la localidad, y por tanto, adquiere una corresponsabilidad en el desarrollo local.
Para terminar, diría que el desarrollo local debe entenderse como la generación de capacidades locales, que a su vez deberán concretarse en cualidades personales; de allí la relevancia de la participación, del diálogo racional y de la promoción de valores éticos en la localidad. Al menos, son unas ideas sobre las que podemos reflexionar…