Es sabido que son muchos los neuquinos que le prenden una vela al desarrollo no convencional. Ahora se puede saber cuántos.
La primera encuesta pública sobre Vaca Muerta realizada en la zona demuestra una gran expectativa sobre la formación shale: un 81,7% de los consultados tiene una valoración positiva sobre lo que puede ocurrir con su desarrollo.
El relevamiento fue realizado por la consultora Analogías, vinculada al oficialismo nacional, y se basó en un universo de 700 neuquinos y neuquinas de los departamentos del norte, sur y la zona Confluencia de la provincia, con edades desde los 16 años.
Cuando se consultó sobre el grado de importancia de la explotación del recurso, sólo el 12,3% consideró que es "poco importante", mientras que el resto tuvo una valoración positiva.
Para el 56,1% de los 700 encuestados el impacto de Vaca Muerta en la economía provincial será "muy importante". Para el 25,6% será "bastante importante". En tanto un 8,6% señala que para la economía de los neuquinos el desarrollo shale será "algo importante". Finalmente para el 3,8% será "nada importante" y el 5,9% "no sabe o no contesta".
LAS VARIABLES
El trabajo divide las respuestas en variables de edad, género, estudios y localidad. A medida que crecen los niveles de estudios también se eleva el optimismo económico por el desarrollo local de la explotación no convencional de petróleo y gas, una señal de que los neuquinos menos formados poseen menos información o bien otro criterio de valoración sobre el tema.
Del total de los encuestados, aquellos que cuentan con estudios universitarios completos consideran en un 91% que Vaca Muerta será "muy importante" y "bastante importante" en la economía provincial.
Los números caen al 86% y al 71,4% para los neuquinos con estudios secundarios completos y primarios completos, respectivamente.
Es decir que, para los encuestados cuyo nivel de instrucción es más bajo, la confianza en los beneficios de los recursos shale es menor.
En cuanto a las edades no hay demasiadas variaciones, pero sí es lo suficientemente claro como para identificar una mayor expectativa positiva en los sectores más jóvenes. Por caso, los mayores de 60 años se encuentran debajo del promedio general para las respuestas positivas, casi a diez puntos de esa marca (72,5% contra 81,7%) y cerca de 15 puntos de lo que opinan los encuestados de entre 16 y 29 años.
En el corte por género, entre los varones hay mayores valoraciones positivas (85,1%) que entre las mujeres (78,2%).
GEOGRAFÍA
El análisis por ciudades arroja que en la zona Confluencia ocho de cada diez consultados considera que será "muy positivo" y "bastante positivo". Para la zona norte el porcentaje es apenas superior (82,2%) y lo mismo para las ciudades del sur (84,5%).
Finalmente hay un porcentaje que no arriesga una opinión positiva pero tampoco se juega por una negativa. Se trata de aquellos que toman la opción "no sabe o no contesta" y que representan el 5,9% del total. Este número tuvo su mayor expresión en el corte por nivel de instrucción, siendo el más alto en los sectores con menor instrucción.
Se acaban de cumplir dos años de la renacionalización de YPF y el saldo ha sido positivo en materia legal y económica. El Congreso argentino sancionó por ley el acuerdo con la española Repsol y la inversión en el sector creció un 130% entre el 2011 y el 2013.
Cuando el gobierno nacional decretó la renacionalización de la petrolera YPF se planteó un doble objetivo: parar la hemorragia de divisas que implicaba la creciente importación de hidrocarburos y recuperar el autoabastecimiento energético. Hoy, con los desafíos legales resueltos y las primeras inversiones ya concretadas, este escenario se ha vuelto plausible. El gobierno estima que, de conseguir las inversiones necesarias, dentro de ocho a diez años se podría recuperar la autonomía energética perdida y pasar a ser un jugador de peso en el mundo de los hidrocarburos.
Ahora bien, aun en el caso de que se torne realidad el mejor de los escenarios, existen desafíos fundamentales que se encuentran marginalmente abordados en el debate público o son prácticamente inexistentes. El yacimiento Vaca Muerta es la gran apuesta energética de Argentina y por ello nos debemos un debate profundo y plural sobre las consecuencias deseadas y, sobre todo, las no deseadas.
Desigualdad territorial
Un desafío importante es la desigualdad territorial en Argentina. La ley de Federalización de Hidrocarburos de 1992 estipula que las empresas abonan las regalías de explotación (el 12% de la producción) directamente a las provincias donde los recursos yacen. En el 2013 a Neuquén ingresaron 1.160 millones de dólares en ese concepto, a Chubut unos 560 millones, a Santa Cruz 450 millones y a Tierra del Fuego 164 millones. Esto significa entre el 30 y el 50% del presupuesto de cada una de esas provincias. Asimismo, el nuevo esquema de YPF incluye que un 25% de la misma ahora es propiedad de las provincias productoras; es decir, si la petrolera tuviera utilidades por 20.000 millones de dólares (en el 2011 fueron 5.400 millones), 5.000 millones adicionales irían a las provincias. YPF estima que sólo Neuquén podría percibir con esta participación unos 11.000 millones de dólares en las próximas tres décadas.
Como es sabido, este país ya es profundamente desigual, el más desigual de todos los países federales del mundo. El petróleo se encuentra en las provincias de más altos ingresos, entonces la percepción de estas divisas va a profundizar este esquema desigual. El ingreso per cápita de las provincias más ricas es actualmente entre siete y nueve veces más alto que el de Formosa o Santiago del Estero. Si tenemos en cuenta que el 80% de la producción de hidrocarburos se concentra en cuatro provincias y que todas son de altos ingresos, en un escenario de "éxito" esta desigualdad podría crecer exponencialmente.
Hay que entender que esta desigualdad territorial, además de tocar un nervio histórico en Argentina, en países como Nigeria, Papúa Nueva Guinea, Chad y muchos otros ha desencadenado sangrientas guerras civiles y millones de víctimas. Mientras en Brasil el debate tomó lugar cuando descubrieron los yacimientos Presal en su plataforma marítima, en Argentina todavía se encuentra ausente.
Medioambiente
Un aspecto no suficientemente debatido y que tiene diferentes dimensiones es el del medioambiente. Si bien toda actividad extractiva invade la naturaleza, casi ninguna lo hace con el alcance del fracking. Esta técnica inyecta importantes cantidades de agua dulce y poderosos químicos para poder liberar el gas y el petróleo encapsulado en el esquisto a 2.000-3.000 metros bajo tierra. Al inyectar esta mezcla en la tierra hay graves riesgos de contaminar napas de agua dulce. El impacto es de tal dimensión que es muy difícil de controlar. Las fuentes científicas más importantes que defienden el fracking provienen de la Universidad de Texas, la cual es paradójicamente generosamente financiada por las mismas empresas petroleras. En el caso de Argentina, fuentes oficiales sostienen que en la profundidad donde se opera no hay agua dulce y que la zona de explotación es un desierto donde casi no vive nadie.
Otro potencial impacto ambiental del fracking es que genera quiebres en las grandes rocas que potencialmente podrían causar sismos. Justamente las provincias linderas a los Andes son conocidas por su actividad sísmica. Esto no está probado –sólo dos sismos menores han sido atribuidos en Estados Unidos a esta intervención–, pero también es algo completamente desconocido por la ciudadanía.
Tampoco ayuda el hecho de que la principal aliada de YPF para esta aventura sea la americana Chevron, condenada a pagar una indemnización de 19.000 millones de dólares (pena luego rebajada a la mitad) a Ecuador por décadas de contaminación descuidada en territorios amazónicos.
Es sabido que países como Francia y Bélgica han prohibido el fracking, pero aun tomando una postura más permisiva sobre el tema todavía quedan preguntas irresueltas: ¿existen fuentes científicas independientes que analicen el impacto medioambiental en la Patagonia? ¿Qué proporción ganancia/costo ambiental está dispuesta a tolerar la ciudadanía? ¿Se ha consultado a las poblaciones mapuches que habitan la zona, como lo exige el convenio 169 de la OIT?
Finalmente, tampoco se discute sobre la posibilidad de diversificar la matriz energética y explotar las potencialidades de energías más limpias y renovables. Argentina hoy depende en un 80% de hidrocarburos y todo indica que esa dependencia se profundizará si Vaca Muerta tiene éxito. La potencialidad del país a largo plazo en energía hidroeléctrica, eólica y nuclear es una cuestión que ha quedado relegada.
Enfermedad holandesa
Otro debate es pensar qué se va a hacer con los recursos que ingresen por esa actividad. Por ser valiosos y no renovables y engordar las arcas del Estado, los recursos como el petróleo y el gas ejercen importantes presiones sobre las economías de los países. Al ingresar muchas divisas extranjeras, el tipo de cambio tiende a sobrevaluarse y por ende genera incentivos para gastos superfluos a la vez que desincentiva actividades productivas como la agricultura o la industria. Dependiendo de la escala se verá si este impacto será nacional o sólo regional, pero el fenómeno –anteriormente experimentado en Comodoro Rivadavia– también se ve actualmente en Neuquén, donde se observa la marea de camionetas 4x4, la construcción de shoppings y grandes tiendas y el precio exorbitante de alquileres, servicios y propiedades.
Estos efectos nocivos son explicados por los economistas como la "enfermedad holandesa". Por suerte, para esta enfermedad existe cura y hay países que usan esos remedios: Noruega ahorra en un fondo soberano para futuras generaciones, Malasia utilizó el dinero para invertir en desarrollo tecnológico y en ayudar a la empobrecida población bumiputra, Chile implementó una reforma fiscal para evitar el aumento de los gastos corrientes del gobierno y también los utiliza para enviar a estudiantes a capacitarse en el extranjero, Brasil decidió invertir en la mejora de la salud y la educación y Bolivia implementó un sistema jubilatorio para las personas que no tenían aportes previsionales.
¿Qué se ha previsto en el caso de Argentina? Sólo Mendoza tiene un Fondo de Transformación y Crecimiento que se alimenta con dinero del petróleo, pero es escasamente utilizado. Frente al boom de la oleaginosa se creó el Fondo de la Soja en el 2009, respuesta tardía y reactiva frente a la gran movilización desatada. Hará falta más previsión en el caso de Vaca Muerta.
Desafío institucional
Ragnar Torvik decía hace unos años que el principal problema de los países petroleros no era económico sino político. Los gobernantes, al tener mucho dinero disponible (por regalías y creciente actividad económica) que a su vez es obtenido fácilmente (si se compara con lo difícil y lento que es un desarrollo basado en la producción tecnológica), son fortalecidos enormemente frente a otros actores sociales, políticos y empresariales. Por ello controlar el Estado se vuelve un juego de suma cero en el que para ocuparlo y mantenerlo vale todo: corrupción, clientelismo, patrimonialismo, sorprendentes obras públicas cuyo valor político es más alto que el productivo, etcétera.
Recordemos que en Argentina ya existe una preocupación sobre la calidad institucional, especialmente a nivel de las provincias. La principal productora de hidrocarburos es Neuquén, gobernada por Jorge Sapag, proveniente de una familia que controla la política provincial desde la década del 50. Allí vemos edificios públicos muy modernos en un contexto de precarización de la salud y la educación pública.
Por estos motivos se requiere una gran calidad institucional que resista a la centralización del poder, que permita controlar autónomamente el uso de los recursos y que sea transparente frente a la sociedad. ¿Qué se está haciendo en este sentido? Aquí el desafío es más complejo, porque no sólo implica un lindo diseño institucional. Chad creó en los 90 un fondo como el de Noruega, pero fue deshuesado. Lo que se requiere es un compromiso amplio de los sectores políticos y la inclusión de actores sociales en la discusión.
(*) Doctor en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Políticos de París y director de Asuntos del Sur. @matiasfbianchi