Pese a protestas y retrasos, el torneo de futbol ha impulsado la imagen del país, dicen analistas; la proyección que la Copa le dará al país será, en el largo plazo, una ganancia.
¿Está listo Brasil para ser el centro de atención?
Está garantizado que la organización de la Copa del Mundo 2014 genere cantidades masivas de publicidad para la nación sudamericana. De hecho, ya lo ha hecho. Pero en medio de los preparativos, el país ya ha descubierto que estar bajo los reflectores puede ser un arma de doble filo.
“Este debería ser el momento de gloria para Brasil”, dice una profesora de organización de empresas en la Universidad de Cornell y coautora del libro de reciente publicación The Political Economy of an Emerging Global Power: In Search of the Brazil Dream, Lourdes Casanova.
El país “tiene la oportunidad de demostrar que no solo es samba, carnaval y playas. En el pasado, países como China, Japón y Corea han utilizado eventos como este para enviarle un mensaje al mundo: ‘Aquí estamos, somos uno de ustedes. Un país desarrollado con la infraestructura que lo acompaña”.
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Pero con los importantes retrasos en la construcción en vísperas del evento, ese mensaje parece sonar cada vez más hueco. El periódico brasileño Folha de S. Paulo informó recientemente que a semanas de la inauguración, la mayoría de los proyectos ex profeso estaban inconclusos. Los retrasos han afectado los sistemas de transporte del aeropuerto, los carriles rápidos de autobuses y no menos de tres estadios.
Parte del desafío es la magnitud del evento. El Mundial se llevará a cabo en 12 ciudades que se extienden sobre un área que es aproximadamente del tamaño de Estados Unidos. Por el contrario, los juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro, sin duda un evento aún más grande, se organizan en una sola ciudad.
“La idea detrás de la Copa Mundial era permitir que todo el país lo compartiera, a la vez que ofreciera una oportunidad para mejorar su infraestructura”, dice Casanova. “En retrospectiva, creo que eso podría haber sido un error”.
Desde la década de 1980 hasta mediados de la década de 2000, el Gobierno brasileño estaba tan inmerso en el pago de su deuda externa que apenas invirtió en infraestructura, advierte Casanova. “Ese déficit no puede resolverse en menos de 10 años”.
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La presión de la fecha límite, por otro lado, aumenta el riesgo de que las empresas constructoras recorten presupuesto y tiempo, generando condiciones de trabajo inseguras e inhumanas. “Con los megaeventos como este, siempre hay una posibilidad de que las personas terminen en condiciones de trabajo forzado que pueden rayar en la esclavitud”, considera la responsable del Programa Especial de Acción para Combatir el Trabajo Forzoso de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Beate Andrees.
Catar es un mal ejemplo
Por ejemplo, en el pequeño estado de Catar, en el Golfo Pérsico, anfitrión del Mundial de 2022, casi 1,000 personas han muerto en accidentes asociados a la construcción desde enero de 2012. El Gobierno de Catar ya ha indicado que mejorará las condiciones de vida de sus trabajadores migrantes, pero el daño a la reputación (y las pérdidas humanas) ya no tiene remedio.
En Brasil se han contabilizado hasta el momento ocho muertes relacionadas con la Copa del Mundo. Pero en comparación con Catar, el Gobierno ha mostrado más sensibilidad para abordar el problema, indica Andrees, quien acaba de regresar del país tras una visita de monitoreo. “Sus programas de inspección han identificado el problema y ha evitado que se convirtiera en un desastre mayor”.
Además, el Gobierno brasileño ha compilado una “lista sucia” que identifica públicamente a las empresas que recurren a la explotación de mano de obra en condiciones de esclavitud. Los empleadores que aparecen en dicha lista serán vetados de los contratos del Gobierno.
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Asimismo, un grupo de 400 empresas privadas se han comprometido a boicotear a esas “empresas sucias” como parte de un pacto contra el uso de mano de obra esclava, explica Andrees. “Es un sistema muy eficaz que demuestra la seriedad del Gobierno de Brasil... Podría servir como modelo para los países vecinos, como Perú y Paraguay”.
Las revueltas
No obstante, las buenas intenciones no han bastado para convencer al pueblo brasileño. La víspera de la Copa del Mundo ha estado salpicada de protestas callejeras masivas contra la corrupción, la mala calidad de los servicios públicos, la desigualdad y la mala gestión. En una entrevista con la revista alemana Sport Bild, la leyenda del fútbol brasileño Pelé dijo que los retrasos en los preparativos eran una “vergüenza”, culpando a “la gente malvada que se robó todo el dinero”.
La oposición del público ha salpicado el Mundial de Brasil (cuyo costo ronda los 14,000 millones de dólares) incluso antes de que haya comenzado, dice Casanova de la Universidad de Cornell. “Si Brasil tiene una religión común es el fútbol. Sin embargo, las últimas encuestas muestran que más de la mitad de la población está en contra de la Copa del Mundo. El consenso se ha roto”.
Las protestas callejeras son especialmente desafiantes para las ambiciones de Brasil de presentarse como un modelo alternativo de crecimiento económico, explica Casanova. “Brasil tiene un sistema de capitalismo de Estado, algo entre China y Estados Unidos, donde el Gobierno central ha intervenido en varias maneras para hacer la sociedad más igualitaria. Ha funcionado durante años, pero ahora incluso las élites se quejan de la corrupción y la desigualdad”.
Pero el futbol se impondrá
Polémicas aparte, el evento no está condenado al fracaso, sostiene el director gerente de la consultora de marcas FutureBrand, que tiene un ranking de marca país, el Country Brand Index, Gustavo Koniszczer. “Sí, el Gobierno brasileño debe explicar mejor los beneficios (del Mundial); y sí, en estas circunstancias no va a ser fácil. Pero por lo menos la gente está hablando, es un buen punto de partida para corregir los conceptos erróneos y cambiar la narrativa. Es mucho más difícil hacer frente al problema si nadie le presta atención”.
Desde un punto de vista internacional, Brasil ya está disfrutando de algunos efectos positivos derivados de la Copa del Mundo, dice Koniszczer. En el Índice de Marca País Latinoamérica de 2013, Brasil ocupó el primer lugar, seguido por Argentina y Costa Rica. El impacto solo aumentará a medida que el país se prepare para los Juegos Olímpicos. “Garantiza que Brasil estará en la mente de todos hasta el final de 2016”.
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Esta enorme publicidad será especialmente beneficiosa para el turismo, afirma Casanova, originaria de Barcelona, sede de los Juegos Olímpicos de 1992. “Ese acontecimiento cambió la imagen de mi país por completo. Antes de los Juegos, España aún tenía problemas para presentarse a sí misma como destino vacacional. Ahora, es uno de los principales destinos a nivel mundial”.