DOS EMPRESAS públicas anuncian la partida de sus respectivos ejecutivos máximos. Ambas tienen en común el contar con legislaciones que buscaron distanciar las decisiones de sus gobiernos corporativos del ciclo político. Pero, una vez más, ni el director ejecutivo de TVN ni el presidente ejecutivo de Codelco se mantendrán en sus cargos tras un cambio de gobierno.
Respecto de este último caso, el presidente de la minera estatal, en entrevista con este medio, se encarga de destacar el legado del ejecutivo removido. Dice que logró quebrar la tendencia de alza en los costos, que “hizo un gran aporte” y que comparte su visión, con matices y no desacuerdos. Reconoce que en los directorios no observó “mayores discrepancias”, aunque advierte que “los nuevos directores llevan menos de un mes y hemos tenido apenas una sesión ordinaria”.
Todo indica que esa experiencia fue suficiente para que los representantes nombrados por el actual gobierno votaran en contra de la continuidad del presidente ejecutivo o, simplemente, fueron ejecutores de una instrucción previa. Así podría desprenderse de la propia crítica que el presidente de la corporación realiza al diseño del gobierno corporativo: “Es muy raro hacer coincidir la elección de los representantes del gobierno con la asunción del gobierno. Me parece un poco cínico pretender tener esa ley y después invocar esa misma ley para que no tenga efectos en el ciclo político”.
Sin duda, un diagnóstico evidente desde la lógica política, pero que no se condice con el comportamiento exigido a quienes integran una mesa directiva que toma decisiones basadas, exclusivamente, en el mejor desempeño de la empresa. Los directores, asimilando la norma que regula a las sociedades anónimas, representan a todos los accionistas, independiente de quién respaldó su elección, y no obedecen ni privilegian intereses particulares. Esto no significa que la mesa no tenga el derecho de llegar a la convicción de que lo más conveniente para la empresa sea buscar un nuevo liderazgo, como tampoco contribuye a su propia continuidad en el cargo un ejecutivo que ventila las diferencias con el directorio de manera previa a la reunión interna. Pero el resultado del proceso ha terminado por debilitar la imagen de este gobierno corporativo que se pretendió para Codelco.
El presidente de la corporación sugiere otra condición para avanzar en la autonomía: establecer presupuestos plurianuales. “Mientras tengamos a Codelco yendo, año tras año, a regatear su financiamiento a Teatinos 120, ¿de qué independencia me hablan?”, advirtió. Todas las sociedades anónimas se enfrentan, anualmente, a la obligación de rendir cuenta ante sus accionistas, quienes -a su vez- deciden el porcentaje de las utilidades que serán distribuidas.
Los recursos plurianuales serían necesarios para acometer “la mirada grande”, como ha catalogado el presidente de Codelco la tarea que tiene la estatal. Un proyecto al cual atribuye responsabilidades más extensas que las propias de la actividad minera eficiente y rentable (exportación de servicios mineros, desarrollo energético solar, impulso a la educación, etc.). Todas iniciativas loables, pero que escapan a los desafíos más urgentes de una empresa con problemas de eficiencia y rentabilidad.