Por Jorge Lapeña.
En la discusión por la explotación de hidrocarburos, hay dos modelos que están confrontando. Por un lado, el que utiliza Neuquén: hace llamado a licitación abierto, ofrece sus áreas petroleras y se las adjudica al mejor postor de acuerdo a un pliego licitatorio. Por otro lado la empresa mixta YPF- cuyo propietario es el Estado nacional- en sus propias áreas intenta un modelo cerrado: busca socios para joint ventures para áreas en las que tiene permisos. Pero gran parte de esos permisos vencen en 2027. YPF depende de las provincias para extender los plazos. Dicho de otro modo el Estado nacional depende del estado provincial.
Los dueños del recurso son las provincias (Art. 124 de la CN); por lo tanto son el Poder Concedente. El Estado nacional -dueño de YPF- tiene sin embargo muchas barajas en la mano: 1) fija las retenciones a la exportación, 2) fija reglas de repatriación de utilidades; 3) fija el precio de retribución del gas natural. Tiene en definitiva la capacidad de hacer viable o inviable la explotación del recurso. Mientras esto no se aclare, será muy difícil convencer a los inversores petroleros internacionales de primer nivel de invertir los US$ 50.000 millones a US$ 100.000 millones necesarios para desarrollar los recursos no convencionales de Vaca Muerta. Esto nos lleva a un “punto muerto”. O sea, Vaca Muerta en Punto Muerto.
De esta parálisis solo se sale con una moderna Ley de Hidrocarburos que arbitre sobre estas diferencias. Esta ley debe ser única para todo el territorio nacional, la debe sancionar el Congreso y la debe aplicar cada provincia en su jurisdicción. Hay que escuchar a todos y respetar también los derechos de las provincias que no tienen petróleo. Esta ley fijará las formas contractuales y los derechos y obligaciones de cada parte en la puesta en valor de nuestra riqueza petrolera.
Una nueva ley no es una enmienda de momento decidida en una reunión ministerial y refrendada por el Parlamento en un trámite urgente. También se necesitan: un discurso unificado; reglas económicas racionales, modelos de contratos muy competitivos. También es indispensable que las instituciones sean creíbles.
Es un error llevar la discusión a una simpleza del tipo acarreo si o acarreo no. Lo que denominan acarreo es una figura contractual perfectamente usual en el mundo petrolero. Solo hay que saber usarla. Sin ir más lejos Brasil la usa en los yacimientos Presal; tiene, eso sí, un nombre más elegante: “Contrato de Producción Compartida”.