En el mundo entero se viene acentuando una tendencia desde hace décadas: las petroleras destinan inversiones para acrecentar las reservas de hidrocarburos, intensificando los trabajos en las cuencas existentes y buscando recursos en otras inexploradas, sin prestar demasiada atención a la producción de combustibles, nicho generalmente fuertemente regulado por los gobiernos nacionales.
En Argentina, por caso, desde el surgimiento de la actividad, en los comienzos del siglo XX, se asentó un esquema comercial oligopólico, liderado en un primer momento por capitales privados y más tarde por la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
Emilio Apud, ex secretario de energía de la Nación, destaca la importancia de que en este negocio las empresas tengan que disputarse las ventas para evitar que haya un acuerdo tácito de los valores en surtidor. “Sino sucede que cuando una bandera aumenta el resto replica los movimientos”, explica.
Por eso el experto sostiene que en el plano local, donde conviven cinco banderas de peso – YPF, Shell, AXION energy, Petrobras y Oil Combustibles – “no hay posibilidad de que puedan competir por precio”. En principio apuntó a la falta de capacidad de refinación como factor que ocasiona esta situación.
“Lo único que pueden hacer las empresas es mejorar la ubicación de los puntos de abastecimiento y el servicio a los automovilistas”. Sobre estos aspectos se concentra la estrategia para conseguir nuevos clientes. “Es necesario instalar más bocas de expendio”, enfatizó.
Mientras tanto, Apud analiza que “va a ser muy difícil que aparezcan más jugadores”. Tampoco ve como alternativa que operadoras del Upstream se vuelquen a este segmento en los próximos años.
Y fundamentó con motivos: “si se pone una nueva refinería de gran tamaño, puede llegar a exceder las necesidades de la demanda doméstica, entonces sería necesario tener activado el mercado externo a través de facilidades para exportar excedentes sin restricciones o arbitrariedades, pero no están dadas estas condiciones”.