* Por Héctor Velázquez Alvarez. En el contexto de la futura elección presidencial y en ocasión de su visita a San Juan, Sergio Massa manifestó que "La minería sin cuidado del medio ambiente es pan para hoy y hambre para mañana, porque no es desarrollo sustentable hacerse de recursos, sin pensar el futuro. Creemos en la autodeterminación de cada comunidad. No somos quienes, desde Buenos Aires, para decirles qué hacer con un desarrollo''.

Aunque en general comparto dichas afirmaciones, no dejo de sentir cierto grado de preocupación. Una preocupación que deviene, porque quien emite estas definiciones, representa un dirigente político que cuenta con la objetiva posibilidad, de encumbrarse como futuro presidente de la Nación.

La actividad minera, como ocurre dramáticamente con la política intrascendente, cuando no se apoya en programas y propuestas que definen desde una macro visión estratégica y de largo plazo el derrotero a seguir para alcanzar el desarrollo, no solo representa pan para hoy y hambre para mañana, se consolidan desde la postergación, en atraso, pobreza y miseria.

Por esta razón, la responsabilidad de cualquier aspirante a gobernar, con una visión de estadista, debe estar orientada a generar un desarrollo productivo y socio - económico, que contemple la puesta en valor, de toda la potencialidad económica con la que cuenta un país o una provincia.

Desde esta perspectiva me parece irónico afirmar "no somos quienes, desde Buenos Aires, para decirles qué hacer con un desarrollo'', porque es precisamente desde Buenos Aires, donde no solo se decide el devenir del país, sino que se desalientan y postergan las posibilidades de promover el despegue de actividades económicas que son distintivas de la realidad y potencialidad económica, que caracteriza a muchas de las provincias que conforman el interior Argentino.

Es verdad que nuestra sociedad, marcada por la economía y un comercio mundial que consolida poderes económicos y hegemónicos que influyen en la política y en la economía, abrumada por la necesidad de producir todo aquello que alienta a alcanzar mejores niveles de vida, fue conformando una realidad que se fue materializando desde el quehacer de todas las actividades industriales, en la degradación de nuestro entorno y en la afectación de nuestro medio ambiente.

También es verdad, que han sido estas contingencias, que se vinculan con el ejercicio de todas las actividades industriales, entre ellas la de la explotación de los recursos naturales, quienes han obligado a replantear el sentido de la interacción "hombre - recursos - naturaleza'', a los efectos de garantizar la calidad de la vida y del ambiente. Por esta razón, se generó un marco institucional, democrático y participativo donde los argumentos asociados con la demanda, competitividad y globalización están llamados a cumplir con estándares que aseguren a nivel mundial, un desarrollo socialmente sostenible y ambientalmente sustentable y responsable. Este es el caso de la minería.

Desde esta realidad, existe un plexo normativo legal que a través de la Constitución Nacional, el Código de Minería, la Ley Nacional del Ambiente y la de Protección Ambiental para la actividad minera, regulan como no ocurre con ninguna otra actividad, a la minería en la Argentina.

Y aunque esto es bueno conocerlo, existen otras circunstancias que desde la perspectiva de lo que representa una macro visión, resultan también importantes.

Desde una visión política arraigada en un profundo pensamiento nacional, nuestro país necesita contar con una empresa minera nacional o provinciales, cuya existencia se sustente en la idea de un recurso natural que puesto en valor, contribuya a derrotar la pobreza, la miseria y la exclusión social.

A partir de que 16 de nuestras provincias reconocen la existencia de un importante recurso minero, nuestro País debería estimular un desarrollo minero productivo, destinado a consolidar una estrategia de crecimiento y desarrollo regional, a afianzar el fomento de la Pymes mineras y con la participación de una empresa minera nacional en conjunción a otras empresas privadas de capitales extranjeros, a avanzar en el reto que importa el desarrollo de grandes proyectos mineros.

Solo un modelo de desarrollo económico minero nacional, permitirá avanzar en una política de sustitución de las importaciones mineras y en la consolidación de la actividad minera, como un polo minero, productivo, tecnológico e industrial.

Desde una visión geopolítica, "la necesidad de contar con estrategias que sean capaces de consolidar polos de desarrollo'', debería constituir un ideario defendido sin distinción por sobre toda expresión política. Esta visión y no otra, es la que justifica el diseño de estrategias de expansión, que favorecen desde la ausencia de políticas de Estado, la penetración de empresas multinacionales y extranjeras, que disputan territorios, materias primas y recursos minerales.

Estimo que no basta con emitir afirmaciones donde lo que prime es la idea de un voto, se requiere de propuestas que definan con claridad cuál es la Política Minera que se propone y se requiere estimular un debate responsable, informado, respetuoso y ciudadano.

*Ingeniero de Minas.