(Por Roberto Mendoza especial para La Opinión Austral). La producción minera metalífera ya lleva casi dieciséis años en Santa Cruz, desde que Cerro Vanguardia comenzó a extraer oro y plata de su yacimiento. Luego entraron en producción Mina Martha en 2002, San José - Huevos Verdes en 2007, Manantial Espejo en 2009 y Lomada de Leiva en 2012, en tanto que Cerro Negro se apresta a hacerlo en este mes.
Mientras tanto, y ante los buenos resultados que ha ido mostrando el productivo distrito geológico del Macizo del Deseado, muchas empresas realizaron, cuando el flujo de inversores los acompañó, tareas de exploración, algunas de las cuales fructificarán en un futuro no lejano en nuevos yacimientos productivos, como Cerro Moro, Cap Oeste y Don Nicolás.
Una de las características relevantes de los proyectos mineros santacruceños, es que presenta una enorme diversidad de empresas, y que ninguno de los emprendimientos son de gran tamaño, lo que permite una relación mucho más directa con las comunidades y una presencia más diversificada en cada una de las localidades cercanas a los mismos.
Inversiones para aprovechar
Más allá de los montos que se vuelcan al desarrollo de los proyectos mineros en sí, las empresas mineras vuelcan de manera directa e indirecta, una importante masa monetaria en las localidades cercanas a los emprendimientos, tanto mediante el pago de haberes a trabajadores y de bienes y servicios a proveedores locales, como en aportes vinculados a infraestructura y desarrollo, y en becas y servicios educativos.
Sobre casi 3.500 empleos directos de la industria, 2.000 son locales, lo que en términos monetarios significa que más del 57% de la masa salarial que abonan mensualmente las compañías mineras queda en Santa Cruz.
En cuanto a los proveedores de bienes y servicios locales –que globalmente ocupan a otros 2.000 empleados locales, sobre un total de 3.000–, los mismos se encuentran en una permanente acción, a través de Capromisa, la cámara empresaria que los aglutina, para aumentar considerablemente la participación de los emprendedores santacruceños en las compras y contrataciones que diairiamente hace la industria para mantener su actividad.
Seguir el ritmo
Al mismo tiempo que las mineras afianzan su presencia, poniendo en marcha los nuevos emprendimientos o ampliando, mediante la reinversión en exploración, la vida útil de los ya existentes, la participación del factor local –trabajadores y proveedores– en la industria va creciendo, obteniendo una participación cada vez mayor, lo que repercute positivamente en las economías locales.
Esta participación no es fácil, ni sencilla de lograr, y no puede ser decidida por la simple voluntad ni de empresas ni de gobernantes, ni mucho menos por el simple dictado de leyes, sino que depende en gran medida, de la capacidad tanto de trabajadores como de las pymes locales, de adaptarse a las nuevas realidades, capacitarse y mejorar permanentemente.
A las mineras les resulta altamente beneficioso contar con mano de obra y proveedores de la zona en que realizan su labor, ya que eso les permite una mayor agilidad en la cobertura de sus necesidades, y un mejor anclaje social. Por ello, esencialmente, es que se desarrollan programas para capacitar a quienes quieren sumarse a la industria.
La diversidad de empresas en operación, por otra parte, sirve también a esos objetivos, ya que al encontrarse en distintos estadios de desarrollo, permiten una mayor rotación de personal, y que cada trabajador o proveedor encuentre el nicho en el cual brindar los bienes, servicios o fuerza laboral, para los que está capacitado.
Lo que se está necesitando, y en lo que Capromisa está comprometida en avanzar, es que las compañías mineras rompan la inercia y realicen las acciones necesarias para ampliar la participación de la oferta local en la renta minera.
Esto requiere de compromisos y de encarara procesos de adaptación. Las compañías mineras deben comprometerse a variar sus sistemas de compras y contrataciones para adaptarse en la medida de lo posible a los proveedores locales, y los proveedores deben adaptar sus estándares para ponerse a la altura de los requerimientos de una industria exigente.
Es central, en este punto, la participación del estado, no como un observador imparcial ni mucho menos como si para él lograr un mayor volumen de compra fuera un dato menor.
Quienes dirigen el estado deben comprender que el aumento de la participación local en el volumen de compras y contrataciones, impacta directamente en la economía provincial. Un proveedor local abona muchos más impuestos provinciales y municipales, emplea a trabajadores del lugar y realiza a su vez las compras en su localidad, multiplicando así ese impacto.
Por ello, el estado debe ser un activo partícipe en el proceso emprendido por Capromisa, exigiendo compromisos concretos por parte de las compañías, aportando programas de capacitación para proveedores y sus empleados, y dictando las normas que ayuden a afianzar el proceso.
En defensa propia
La actividad minera en Santa Cruz se continúa desarrollando, aún pese a los problemas internacionales y algunas malas decisiones locales. Por ello, es una necesidad cada vez más imperiosa, que quienes se disponen a participar en la industria, logren desarrollar sus capacidades para ocupar los nuevos espacios que se van generando.
Para que ese anclaje local sea cada vez más amplio y abarcativo, el estado debe hacer hincapié en los programas de capacitación y en el apoyo a las pymes, porque de nada vale fijar porcentajes obligatorios de mano de obra local, si no contamos en la provincia con personal preparado para ocupar esos puestos que se generarían.
La presencia local en el negocio minero es no solamente positiva, sino crucial, porque sirve para multiplicar la participación de la sociedad en la renta minera, y al mismo tiempo significa colocar representantes de la comunidad en cada uno de los espacios en que la industria desarrolla su actividad.
Y se sabe, nada mejor que uno mismo para defender lo propio.