Con la clara intención de la corporación minera de Santa Cruz, de sumar voluntades irrefutables a su campaña de concientización (y persuasión) minera y lograr apoyo de sectores de poder para doblegar la resistencia popular a la depredación del medio ambiente con la minería a cielo abierto, fue invitado el Obispo de Río Gallegos, Monseñor D´Anníbale, a visitar Cerro Vanguardia y ya le tienen organizado un “tour minero” por distintos yacimientos con el propósito de “hacerle ver” que en Santa Cruz el progreso viene de su mano y todo lo que se diga es una campaña anti-minera de la cual son víctimas. Lo peor: el silencio y la falta de crítica del prelado, omitiendo la posición del Papa Francisco al respecto. (Por: Rubén Lasagno)
La información proveniente del sector minero señala con euforia y destellantes títulos que Monseñor Miguel Ángel D´Annibale, Obispo de Río Gallegos, fue llevado de visita al yacimiento Cerro Vanguardia, junto a los sacerdotes de Puerto San Julián, Daniel Mosqueda, y Fabián Antonio Gili, con quienes recorrió el ingenio, de la mano del gerente general, ingeniero Jorge Sanguín, y el country manager de AngloGold Ashanti para Argentina, ingeniero Jorge Palmés.
Hasta aquí, si se quiere, no existiría otro interés que el protocolar, desde donde el Obispo accede a visitar un terreno productivo más de la provincia, a no ser, claro, por al menos dos detalles que me permiten cuestionar la intencionalidad de esta propuesta que nada tiene de inocente y si mucho de interés político-empresarial.
En primer término la nota expedida por las consultoras arrendadas por las mineras para manejar sus comunicaciones, hacen hincapié (textual) “En el marco de un acuerdo formalizado entre la Iglesia y Camicruz” y “El marco de una agenda de trabajo común con la Iglesia Católica y Camicruz (¿?), formalizada en abril”.
En segundo lugar, la falta de una crítica efectiva y profunda de parte del Obispo hacia los aspectos negativos que deja la actividad minera en la provincia, de la cual hemos dado sobradas muestras, existen notables ejemplos a la vista, tras lo cual, como frase de compromiso, el parte de prensa minero, expresa que “Monseñor D´Annibale remarcó en varias ocasiones la importancia de desarrollar una minería sustentable, que se produzca con todos los controles ambientales necesarios…”. Está más que claro (le decimos respetuosamente al Obispo) que esto es lo que debe ser, sin embargo sus palabras, en el caso de Santa Cruz, no significan que lo sea.
Curas y oro
Nadie puede criticar el hecho protocolar de que un Obispo sea invitado por una minera a bendecir instalaciones o a tomar contacto con la realidad minera de la provincia, donde se le expongan las actividades que ese importante sector productivo extra nacional realiza en Santa Cruz, lo raro es que el prelado haga un “acuerdo en nombre de la Iglesia con Camicruz”, porque habría que preguntarse, entonces, por qué o a cambio de qué existe este acuerdo o si solo lo eleva el interés repentino de la Iglesia y particularmente del Obispado de Río Gallegos, por la minería en Santa Cruz?; y luego aclarar ¿Cuál es la “agenda de trabajo común” que puede tener la Iglesia Católica y la cámara minera?.
A primera vista no cae bien en la opinión pública, que a partir de este “acuerdo” de la Iglesia con la Cámara minera, el Obispo sea llevado tras un cronograma de visitas a disfrutar de paseos solo consagrados a los buenos oficios de la minería en la provincia, donde, claro está, jamás le mostrarán la otra cara de la industria extractiva que, a juzgar por el parte de prensa minero, no ha sido preocupación del Obispo por averiguar más allá de lo que le envasaron en la visita programada a CV.
Tampoco se escucho o leyó al Obispo D´Anníbale, generar una crítica hacia el sector minero por dos aspectos que son fundamentales y que como prelado no puede dejar de sostener: la falta de compromiso social, real, de las empresas mineras en Santa Cruz (solo basta hablar con los habitantes de cada pueblo que impactan) y el desastre ambiental que dejan, lo cual es ampliamente visible y comprobable en cualquier campo de la provincia, donde se asientan los yacimientos.
De esto, Monseñor no ha dicho ni una palabra, por lo tanto, resta pensar que: o está todo bien y el Obispo no tiene argumentos para calificar negativamente a la minería en la provincia o el “acuerdo entre la Iglesia y Camicruz”, tiene como contrapartida una alianza estratégica con un sector de poder tan grande como el Obispado, para negar una realidad que estamos cansados de reflejar desde hace años y no solo desde nuestra opinión periodística, sino a través de ejemplos prácticos, pruebas concretas, testimonios, solicitadas de organizaciones ciudadanas, presentaciones judiciales, denuncias de la Asamblea Ambiental de Río Gallegos, evaluaciones de profesionales, como el Ingeniero Eduardo Delía o los Autoconvocados de Perito Moreno, etc.
Podemos entender el aprovechamiento que hace Camicruz de esta situación, porque está en los genes de las empresas mineras, buscar el consenso social como sea y de la manera que sea, aún cuando casi siempre lo hacen recortando la realidad, ocultado la verdad y soslayando, minimizando y subestimando a los sectores críticos o a quienes se oponen con argumentos sobre la base del poco compromiso social que adoptan y básicamente, el pasivo ambiental que producen y dejan para la posteridad de los habitantes del lugar, luego que agotan la veta y se van para no volver.
No podemos entender, sin embargo, la postura de “la Iglesia”, respecto de una problemática de orden mundial, pero que aquí en Santa Cruz se ha constituido en un grave problema para las generaciones futuras (), porque no existen controles efectivos y las empresas hacen y deshacen a su gusto, bajo el paraguas del Estado que las protege y ahora también, de la Iglesia que “acuerda” en términos que son desconocidos para la sociedad y por ende nos permite abrir suspicacias y sospechas, de que en contrapartida, puedan existir aportes del sector minero que compensen los buenos oficios de avalar, con la imagen pública del Obispo y los sacerdotes de cada localidad, un marco de estabilidad y poder que buscan estas transnacionales, para poder seguir su explotación intensiva sin interferencias ni ruidos sociales, que demoren su producción.
El Obispo cometió un gran error, a mi juicio, adoptando una actitud inédita en Santa Cruz, sin antes explicarle a la feligresía y al pueblo en general, en qué marco está emprendida tal acción; de esta manera, hubiera dado transparencia a un acto que terminó siendo aprovechado y capitalizado por un sector que aún le debe muchas explicaciones al sistema social ¿O no sabe acaso el Obispo de las enormes críticas que hay para hacerle a las empresas mineras que trabajan en Santa Cruz, las cuales ocupan el 85% o más, de mano de obra foránea, que adquieren insumos fuera de la provincia, pagan bajas regalías, no dejan nada o muy poco, para las localidades que impactan y tiene grandes deficiencias en materia ambiental y de seguridad industrial?. Si el Obispo no lo sabe le podemos acercar una larga lista de notas hechas en estos 10 años de existencia en la web, donde nos hemos caracterizado por ser el único medio en Santa Cruz, que habla de estos temas sin tamiz ni condicionamiento, tal como lo hacemos ahora.
Digo una vez más: el Obispo D´Anníbale tiene aún la posibilidad de aclarar conceptualmente el propósito de este “acuerdo” (palabra extraña si la hay, para relacionar Iglesia con la minería) y luego, de formular una fuerte crítica al sector minero, por las razones que incumple. Resaltar lo que a todas luces cumple y genera la minería, es simplemente ser funcional al propósito corporativo de las multinacionales, que es el de persuadir a la población de los beneficios de una actividad, defectuosamente controlada en Santa Cruz, por donde se la mire, desde el aspecto ambiental hasta la irregular forma en la que se saca el oro y la plata, el deficiente control de cantidad y calidad que se aplica y la sospechosa forma en que es sacado fuera de la provincia (recordemos el caso “Polar Minst”, investigado por OPI Santa Cruz hace unos años). ¿Nada tiene el Obispo que decir de esto?.
Teléfono: el Papa
De acuerdo a las propias palabras de Héctor Laplace, dirigente de AOMA en Chubut, el cual se reunió con el Papa Francisco; consultado al respecto, dijo en una radio de Esquel “Ha dejado reflexiones de suma importancia que las tenemos que llevar a cabo, dado que nos plantea que como trabajadores debemos hacer cumplir con las normas que establece la OIT; a los inversores les dice que el negocio minero no es sólo una ecuación económica y de los Estados, que se debe priorizar la cuestión social y hay que cuidar del medio ambiente y que no se repitan errores del pasado”.
En esta sintonía papal, queda algo desplazado del eje del discurso este “acuerdo entre la Iglesia y la Cámara minera de Santa Cruz”, que aún no puedo relacionar, pero podemos ir más allá y recordar que el papa Francisco, según publicó La Nación el 25 de enero de este año, ha comenzado a escribir un documento sobre ecología y medio ambiente y según declaraciones del vocero Federico Lombardi a Radio Vaticana este importante documento está en preparación y adelantó que Francisco, hablando de la minería mundial hace hincapié en “la ávida explotación de los recursos ambientales que constituyen otra herida a la paz” y agregó “Si bien ‘la naturaleza está a nuestra disposición’, con frecuencia no la respetamos, no la consideramos un don gratuito que tenemos que cuidar y poner al servicio de los hermanos, también de las generaciones futuras”.
Finalmente Lombardi aclaró que si bien no hay una fecha estimada de publicación, debido a la abultada agenda del pontífice que le quita tiempo para su tarea “será interesante un documento de estas características que comprometa a la Iglesia en la cuestión”, señala la publicación del diario, lo cual se entiende como “compromiso” la de erigirse como autoridad para que los preceptos se cumplan, no para asociarse a ellos.
Una vez más, en este marco de declaraciones papales y por sobre todo, de la realidad que vive Santa Cruz con el controvertido tema de la minería, suena casi un despropósito hablar de “acuerdo” entre la Iglesia y la Cámara minera; ver que un Obispo es conducido por todos los yacimientos, casi como un nuevo socio al que se le debe mostrar lo que ha adquirido y lo más importante y evidente, es la falta de una evaluación crítica pública de parte del prelado, que si quiere, indique lo que a su criterio le parece inobjetable de la realidad minera, pero que exprese, también, aquellos puntos obscuros, ocultos y perjudiciales que encierra una explotación que se practica de manera casi irracional en el país, a costos muy bajos y con beneficios empresariales muy altos, de una rentabilidad extraordinaria para la corporación minera, que dejan poco y nada en los pueblos (comparando costo-beneficio) y ni hablar del costo ambiental y el incumplimiento de las leyes en materia de saneamiento del terreno.
Cuando el obispo D´Anníbale se refiera públicamente a todo esto y hable claro, teniendo en cuenta que el único “acuerdo” de la Iglesia debe ser con la comunidad, también lo diremos y si amerita pedir disculpas, nos disculparemos. Hasta el momento, no le encontramos otro significado a ese “acuerdo” logrado entre la iglesia y las mineras el año pasado, que no sea un pacto de no agresión o lo que es peor, la posibilidad de que el mayor representante de la fe católica en la provincia, avale tácitamente, a un grupo empresario internacional y en este caso nos cabe el derecho de preguntar, entonces, cuál es la otra parte del “acuerdo” que desconocemos