En sol o seis años la participación de la minería en el PIB nacional ha caído prácticamente a la mitad, pasando del 20,5% del producto en 2007 al 11,1% que explicó en 2013. Esto también ha impactado la participación del sector en los ingresos fiscales, que pasaron de representar poco más del 32% en 2007 a solo el 10% en 2013.
Aunque las causas de esta baja son muchas, incluso que la economía ha crecido más en conjunto, hay un factor que los mineros miran con preocupación: la fuerte caída que ha mostrado la productividad del sector y que pone en riesgo el liderazgo minero de nuestro país en el mundo.
Según el último informe de Cochilco, la productividad minera en el país ha caído más de 50% en casi una década.
Pero este fenómeno no afecta solo a Chile pues, en un escenario en que el ciclo de altos precios está terminando, la productividad está pasando a ser un factor relevante. Aunque las cifras entre Chile, Australia y Canadá no son comparables, pues usan distinta metodología para medir la Productividad Total de los Factores (PTF) —que descuenta al capital y al trabajo de la medida—, sí está claro que los tres siguen igual tendencia.
“Debemos restablecer y potenciar la política de clusters, basada en una fuerte cooperación y diálogo entre el mundo público y el mundo privado de los sectores productivos, dando prioridad a aquellos que muestren mayor potencial de desarrollo sustentable y creación de empleos de calidad”. Esta frase de la presidenta Michelle Bachelet, contenida textualmente en su programa de Gobierno 2014/2018, evidencia un propósito: traer de vuelta a la discusión político-económica a los cluster, para impulsar el crecimiento acelerado de sectores con alto nivel de competitividad internacional.
Hasta ahora, la minería es uno de los nichos que se fortalecerá. Así quedó establecido en la Agenda de Productividad, Innovación y Crecimiento, dada a conocer a mediados de mayo. Sobre el resto de los sectores, todavía no hay una definición concreta.
Los expertos coinciden, en este escenario de incertidumbre, en la falta de una institucionalidad que potencie las áreas de encadenamiento productivo, para evitar que los programas sectorizados se modifiquen, dependiendo del Gobierno de turno.
Mientras algunos se inclinan por mantener vigentes los ocho clusters fijados por la primera administración de Michelle Bachelet -minería, servicios globales (offshoring); servicios financieros; avícola-porcícola; frutícola; industria de alimentos procesados; acuícola, y turismo; otros repotenciarían e incluirían nuevos -la minería y los servicios globales en el primer caso, y energía y forestal, en el segundo.
Fase de diagnóstico
Por estos días, el Gobierno está en una etapa de diagnóstico en la que varios actores participan: Ministerio de Economía, Consejo Nacional de Innovación y Competitividad; representantes de sectores productivos y de servicios. La idea, según Claudio Maggi, encargado del Programa de Cluster de Corfo, es realizar diagnósticos, identificar brechas y establecer hojas de ruta en torno a los sectores con mayor potencial de competitividad.
Maggi asegura que si bien hay claridad sobre las ventajas comparativas de la industria minera, del sector agroalimentario, de la pesca y la acuicultura, no se puede, dice, descansar sólo en esas ventajas. “Una estrategia selectiva de especialización inteligente no tiene que restringirse con barreras sectoriales, sino orientarse a oportunidades o a desafíos de mercado relevantes para el país, pudiendo involucrar a varias cadenas de valor, a varios sectores”. Agrega: “lo que se espera, es que, poniéndonos de acuerdo en una hoja de ruta, sean esos propios rubros los que generen una demanda vigorosa.Y en torno a este plan, esperamos que haya una activación”.
Patricio Arrau, Decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Santo Tomás, señala que el concepto de cluster “se ha caricaturizado. No estamos hablando de elegir sectores o que burócratas se pongan a invertir y decir lo que hay que hacer. Estamos hablando de una carta de navegación, de que las innovaciones y encadenamientos productivos estén ligados a los rubros donde hay ventajas comparativas”.
Luis Stein, presidente de la Asociación Chilena de Software y Servicios (Gechs) es partidario de potenciar el sector minero y el área de servicios globales, nichos, dice, que podrían tener altos niveles de competitividad. “Debiéramos ser referentes en minería, no lo somos, y exportar los servicios. Por ejemplo, el país tiene mucho que decir en la construcción de edificios antisísmicos, en el plano de las TI y también en los call y contact center”.
REPOTENCIAR ÁREA FORESTAL
Joseph Ramos, académico de la Universidad de Chile, señala que en el país son varios los sectores, a los que califica por lo demás de "incipientes", que debieran ser repotenciados: la minería, el sector pesquero y el de la agricultura. En este sentido, indica que "en el caso de la minería hay que promover la instalación de fabricantes de equipos en Chile y en la industria agrícola debieran fomentarse las etapas de procesamiento".
Pero, hay un área que para el experto tiene que estar presente como cluster: la industria forestal. "No se trata de impulsar la extracción del recurso natural, sino de potenciar las actividades que tienden a proveerle, por ejemplo, de maquinarias, de servicios, de insumo", indica. En general, para potenciar los clusters, Ramos es partidario de "buscar las empresas que tienen clusters maduros en el exterior, entusiasmarlas para que se instalen en Chile y co-financiar estudios que permitan ver la factibilidad de que operen en el país. Hay un abanico de compromisos crecientes que uno puede hacer".
Por otra parte, Ramos advierte de una falta de institucionalidad "debe haber una agencia responsable que no sea la sumatoria de programas, poco focalizados, sin masa crítica y sin responsable. Y una por cluster (como Ausmine en Australia) que identifique con los afectados las áreas prioritarias y se fije un plan de acción con tareas concretas".
selección del mercado
El ex subsecretario de Economía del gobierno de Sebastián Piñera, Tomás Flores, está en contra que sea el Estado el que decida en qué sectores productivos focalizar los recursos. Señala que si bien ciertos países han logrado resultados positivos con esta política, hay otros, como los "asiáticos que, pese a que entregaron exenciones tributarias y ayuda financiera a ciertas áreas en la década del cincuenta, no lograron crear una ventaja comparativa. Y en América Latina la experiencia ha sido bastante mala", acota, agregando que heredaron del primer período de Michelle Bachelet el programa de impulso a los biocombustibles a partir de algas, "pero fue un fracaso porque no se logró dar con un producto rentable".
Por ello, considera que la selección debe provenir del mercado mismo y destaca el programa de atracción de centros de excelencia de Corfo como una vía para ver dónde están las áreas potenciales de Chile, porque mezcla las necesidades de los privados con lo que puede ofrecer el país a través de alianzas para investigación. "Así han llegado instituciones del área alimentos (Wageningen), tecnologías de la información (Inria), biotecnología (Fraunhofer) o minería (Csiro), entre otros, que demuestran sectores potenciales, pero que no fueron elegidos por Corfo. Nos hubiera encantado uno de Astronomía, pero no llegó ninguno interesante", concluye.
Falta de institucionalidad
Christian Felzensztein, director del Centro de Investigación en Competitividad Internacional de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), está de acuerdo en retomar los ocho clusters que se fijaron en el primer gobierno de Bachelet. "Son sectores donde Chile tiene alguna ventaja competitiva a nivel internacional".
Para el académico, la industria del turismo también requiere fortalecerse. "Hay que potenciar, con una alta inversión, la infraestructura que está alrededor del turismo que es bastante pobre comparado con competidores mundiales, y coordinación turística a nivel nacional, porque no está suficientemente explotado", asevera.
Una de los problemas que dificulta el establecimiento de una política de selectividad estratégica radica en dos factores, según el experto: la baja confianza interempresarial y la falta de una institucionalidad que coordine los clusters.
"Una política de cluster para que tenga seguimiento y resultados, debe ser política de Estado de largo plazo, independiente del gobierno de turno. Así como existe una división de emprendimiento en Corfo, debe haber una división de competitividad y clusters, con cierta autonomía y poder de coordinación entre Corfo y ProChile para implementar las nuevas políticas públicas pro-emprendimiento e internacionalización de Pymes en sectores industriales prioritarios para Chile", afirma.
energía y agroindustria
"¿Qué es más probable, generar el próximo Facebook en Chile o lograr que una empresa de software que sirve a la minería sea comprada en varias decenas de millones de dólares? Y si ocurre lo primero, ¿qué tan probable es que ello se repita en forma sistemática? La respuesta es evidente", dice Andrés Pesce, gerente de Negocios y Empresas de Fundación Chile.
Por ello, el ejecutivo considera relevante apuntar a potenciar sectores como agroindustria, energía, acuicultura y minería, que tienen problemas complejos y una masa crítica tal que pueden sostener una demanda local para emprendimientos e iniciativas de innovación y exportar.
"El problema de la energía tiene un nivel de sofisticación tal que puede soportar el desarrollo de empresas innovadoras, y después pueden derivar a otros sectores o geografías", señala. Por otro lado, comenta que la acuicultura es un sector fuerte en el país. "Hay problemas grandes desde el punto de vista sanitario, que se pueden atender desde la óptica de innovaciones biotecnológicas, y después exportar. Así se puede ser menos dependiente de los recursos naturales, como lo hizo Finlandia o Suecia, que a partir de ellos fueron desarrollando una industria de servicios que atendía a esos sectores", señala. La agroindustria, en tanto, podría potenciar el desarrollo de nuevas variedades, como el maqui.