Paraguay encabeza el listado de países con mayor uso de energía renovable y alternativa, así como menos contaminante. Venezuela, Bolivia y México, entre los países peor posicionados en el ranking elaborado por Infolatam. Brasil, el que cuenta mayor número de empresas ISO 14001.
En un primer listado, teniendo en cuenta el promedio de indicadores como el número de políticas destinadas a favorecer el uso de energías limpias, así como el porcentaje de uso de combustibles renovables y residuos y del de uso de la energía nuclear y alternativas (respecto al consumo total de energía), Paraguay destaca por encima del resto de naciones latinoamericanas.
El indicador de energía nuclear y alternativa engloba la energía no proveniente de hidrocarburos cuya generación no produce dióxido de carbono (incluye la energía hidroeléctrica y nuclear, la geotérmica y la solar, entre otras).
Después de varios países centroamericanos, Brasil se posiciona en séptimo lugar, y pese a que Uruguay y Argentina, presentan el mayor número de políticas de apoyo a las renovables, obtienen el puesto 8 y el 15, respectivamente.
Ni Bolivia, ni Cuba ni Venezuela registran, según el estudio Renewable 2013, ninguna política pública de apoyo a las energía limpias, destacando entre ellos Venezuela en última posición de este primer listado teniendo en cuenta también el resto de indicadores.
En la segunda lista resulta de nuevo Paraguay como país menos contaminante, al presentar las cifras más bajas en promedio de emisiones de CO2, partículas suspendidas respirables y uso de combustibles fósiles, con respecto al consumo de energía total.
Venezuela, nación eminentemente petrolera, presenta en este segundo ranking, con diferencia, el mayor número de emisiones de CO2 de la región (6,9 toneladas por habitante), aunque es Bolivia el país relegado a la última posición, el que registra los más altos niveles de partículas suspendidas respirables con respecto al resto de países analizados.
Las concentraciones de macropartículas se refieren a los finos sólidos suspendidos de menos de 10 micrones de diámetro (PM10) capaces de penetrar en las vías respiratorias y de causar un gran daño a la salud, según explica el Banco Mundial.
México destaca por consumir el mayor porcentaje de energía fósil de la región, por encima incluso de Venezuela, y tanto en el primer como en el segundo ranking resulta posicionado en los últimos puestos.
¿Apuesta por la sostenibilidad?
Pese a todo, globalmente, América Latina y el Caribe es líder mundial en la explotación de fuentes de energía renovables como la hidroelectricidad y los biocombustibles eficientes. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en la actualidad, el 52% de la energía producida en América Latina proviene de recursos renovables, lo que sitúa a la región en una posición de privilegio, frente al 18% del resto del mundo. Sin embargo, la región sólo ha desarrollado alrededor del 30 por ciento de su capacidad hidroeléctrica, y el potencial de nuevas fuentes —como la energía eólica, solar y geotérmica— apenas ha comenzado a ser aprovechado, explica el BID.
En efecto, en varios países de América Latina la energía hidroeléctrica es la fuente de energía dominante, como es el caso de Paraguay, que con sus dos grandes hidroeléctricas binacionales Itaipú y Yacyretá, logra la preponderante posición en el ranking de “países verdes”. Sin embargo, esta dependencia excesiva también causa problemas cuando las sequías prolongadas agotan el flujo de agua de las represas.
De hecho, la generación hidroeléctrica de pequeña escala se considera una fuente de energía cuyo impacto social, económico y cultural es mucho menor que el de las grandes represas. Según el documento de la CEPAL,Recursos naturales: situación y tendencias para una agenda de desarrollo regional en América Latina y el Caribe, una característica destacada del desarrollo hidroeléctrico de los últimos años es la preponderancia de la construcción de presas con menor capacidad de almacenamiento y cuyo único propósito es la generación eléctrica. Según el estudio, en comparación con el período 1976-2000, entre 2001 y 2011 se construyó un mayor número de presas (un 50% más al año), aunque con una capacidad individual de almacenamiento equivalente a menos de un tercio que antes (ICOLD, 2013). En Brasil se concentra un 92% de las nuevas presas y un 84% de la capacidad de almacenamiento, según el estudio.
De acuerdo con un informe del BID, el potencial energético procedente de los recursos naturales de América Latina es tal que sería suficiente para cubrir en más de 22 veces la demanda eléctrica de la región proyectada en 2050. El informe de 2013, Repensando nuestro futuro energético, defiende la viabilidad económica, las oportunidades de inversión y los beneficios sociales derivados de la diversificación de fuentes de energía distintas a las derivadas de recursos fósiles.
También el documento, El potencial de América Latina en Energía Renovable, de Global Energy Network Institute (GENI) de 2009, expone que los mapas de los recursos demuestran que existe suficiente potencial en la región como para ampliar considerablemente las energías renovables, pero advierte, que a pesar del inmenso potencial, aún no existe una industria considerable de energías renovables.
Sin embargo, al menos se ha empezado a incrementar la inversión en ella. En América, con exclusión de EE.UU. y Brasil, el aumento de la inversión en energías renovables fue del 26 por ciento (un total 12 millones de dólares) en 2013, según Global Trends in Renewable Energy Investment 2014.
¿Gobiernos y/o empresas?
Y si es obvio que los Gobiernos pueden influir en la explotación del potencial de las energías limpias para lograr la anhelada sostenibilidad, también es cierto que las empresas tienen mucho que hacer al respecto.
En cuanto a las acciones gubernamentales, de acuerdo con el estudio Renewable 2013, las políticas públicas específicas más utilizadas por los países latinoamericanos han sido fundamentalmente: reducciones en impuestos a las compras de energías limpias; créditos fiscales a la inversión o producción y licitaciones públicas competitivas; así como tarifas de alimentación a la red eléctrica.
En concreto, la CEPAL destaca en su informe Pactos para la Igualdad algunas medidas tributarias con efectos ambientales en América Latina, como en Ecuador, que se creó en 2011 un impuesto ambiental a la contaminación vehicular y un impuesto a las botellas plásticas no retornables y se establecieron tasas especiales para los vehículos híbridos y eléctricos; o en Honduras que desde 2011 se grava con una sobretasa la importación de vehículos usados. También la Reforma Hacendaria y Social de México de 2013 creó un impuesto a la enajenación e importación de combustibles fósiles según su contenido de carbono y un gravamen a los plaguicidas de acuerdo con la categoría de peligro de toxicidad aguda.
Con respecto a las empresas, la norma ISO 14000 va enfocada a cualquier organización, de cualquier tamaño o sector, que esté buscando reducir los impactos en el ambiente y cumplir con la legislación en materia ambiental. Y puede ser un buen indicador de la concienciación empresarial o industrial en materia de sostenibilidad y respeto medioambiental.
Así pues, poniendo en valor los datos de CEPALSTAT de 2012, Brasil lidera de lejos en número de empresas que cumplen con esta normativa, seguida por Colombia, Argentina, México, Chile y Perú. Al final del listado se sitúan Cuba y Nicaragua, que no llegan a registrar la decena de empresas medioambientalmente responsables.