“México es un país minero que no comprende la minería y la reforma fiscal es un buen ejemplo de esto”, dice Ramón Dávila, director general de First Majestic, un grupo de capital canadiense que posee cinco minas en operación y otros seis proyectos en fase de exploración y desarrollo.
“La reforma fiscal vino en mal momento. Sus efectos se suman a los de la caída de los precios internacionales. A nosotros nos obligó a poner pausa en un proyecto en Sinaloa, porque los costos no salen. Decidimos mantener los trabajos en las minas Del Toro, en Zacatecas, porque ya iban muy adelantados. De hecho empezaron a funcionar en 2013”.
La reforma pone en desventaja a México frente a Perú, afirma elempresario duranguense. “Allá el gobierno lanzó una estrategia muy agresiva de reducción de impuestos y oferta de incentivos. En México hicimos lo contrario. No queda más que apretarnos el cinturón, reducir costos y bajar inversiones”.
LARGA DATA
Ramón Dávila ha sido minero desde 1975, cuando entró a trabajar con Grupo Peñoles. Desde hace una década es director general de First Majestic, una empresa de capital canadiense que emplea a 4,000 personas en México. Con cuatro décadas de experiencia “confiesa” que le cuesta trabajo entender la ambigüedad de la política pública ante los proyectos mineros. “En algunos casos eso genera más problemas que las reglas fiscales. Nuestro proyecto de La Luz, en la región de Real de Catorce, está detenido. Ahí invertimos 40 millones de dólares, más tres millones en proyectos de desarrollo comunitario.”.
Una de las cosas más complicadas es explicarle a los canadienses lo que está pasando aquí, reconoce el máximo directivo de First Majestic: “Tardamos dos años en hacer ajustes al proyecto, estuvimos en diálogo con las autoridades. En el caso de La Luz, cómo explicar que tenemos la ley de nuestro lado, que hemos hecho todos lo que nos han pedido las autoridades, pero aun así no podemos trabajar”.
Hay una nueva realidad: el activismo social en torno a los proyectos extractivos, admite Dávila. “Entiendo que hay una dimensión social y la respeto, pero no todo el activismo social es bien intencionado. Hay oportunismo y manipulación de la información. Antes 80% de mi trabajo era técnico. Ahora ese 80% se lo dedico a cuestiones sociales y no quiero decir fiestas. He aprendido que debemos trabajar más de cerca con los gobiernos estatal y municipal; maestros, iglesias y organizaciones civiles”.
SUSPICACIAS
Más allá del caso concreto de La Luz, el director de First Majestic manifiesta su escepticismo con respecto a las ventajas de la contribución de 7.5% impuesta, para entregarse a los gobiernos locales: “las cabeceras municipales con frecuencia están muy lejos de las comunidades donde se realizan las explotaciones mineras. Las empresas dejarán de hacer el trabajo directo con las comunidades y el dinero de los impuestos quizá se quede en la cabecera”.
En el corto plazo hay un problema: advierte que los recursos que entregaban no estarán en las comunidades este año. En el mejor de los casos, los recibirán en abril del año próximo.