El primer gran desafío de Janet Yellen al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos no es decidir si tiene que subir las tasas de interés, sino cómo.
El antiguo sistema del banco central de Estados Unidos para modificar las tasas de interés parece cada vez más inadecuado en la era posterior a la crisis financiera, de modo que la Reserva Federal debe escribir un nuevo manual. Lo primero es resolver interrogantes con grandes implicaciones para los US$2,6 billones (millones de millones) que los bancos han depositado en la propia Fed, varios billones que van a parar a los fondos mutuos que invierten en los mercados de dinero y otros billones de dólares en contratos de derivados financieros.
Las respuestas, sin embargo, tardarían en llegar. "Estamos en las etapas iniciales de sacar conclusiones acerca del camino a seguir", reconoció en una entrevista Eric Rosengren, presidente del Banco de la Reserva Federal de Boston. "En cierto sentido, estamos en un territorio inexplorado".
La Fed podría arrojar algunas luces sobre el tema el miércoles, cuando publique las minutas de su reunión de abril en la que se trató el tema. El presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, también podría abordar el asunto en un discurso programado para el martes.
El diálogo subraya la persistente experimentación de la Fed cuando ya han transcurrido más de cinco años desde el fin de la crisis financiera.
En el corazón del viejo sistema para modificar las tasas de interés está el mercado de préstamos bancarios a un día, también conocido como el mercado de fondos federales, donde los bancos intercambian el dinero que depositan por un día en la Fed. Habitualmente, la Fed cambiaba su tasa de interés de corto plazo —la tasa interbancaria— al aumentar o reducir estos fondos, conocidos como reservas. Al elevar o disminuir la tasa de referencia, una serie de otras tasas de interés como la de deuda de empresas, hipotecas, tarjetas de crédito, entre otras, también se ajustaban.
El viejo sistema es parecido a un supermercado exclusivamente de naranjas. Si la Fed quiere reducir el precio de las naranjas, añade más naranjas. Si, por el contrario, pretende aumentar los precios, disminuye la cantidad de naranjas.
La Fed, sin embargo, inundó el sistema financiero con US$2,6 billones en reservas durante y después de la crisis financiera, reduciendo las tasas de interés de corto plazo a casi cero. En un plan de junio de 2011, el banco central contemplaba eliminar estas reservas del sistema cuando llegara la hora de subir las tasas de interés. Pero ahora hay demasiadas reservas para removerlas de manera expedita.
"Soy de la opinión de que la tasa de fondos federales no es la herramienta adecuada de aquí en adelante", dijo hace poco Richard Fisher, presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas.
La Fed busca alternativas y no sería la primera vez que cambia su manual de operaciones. En 1979, el entonces presidente de la entidad, Paul Volcker, hizo que la política del banco central se basara en amplios indicadores de la oferta de dinero en lugar de una tasa de interés. Alan Greenspan, el sucesor de Volcker en la presidencia de la Fed, abandonó la estrategia.
Desde la crisis de 2008, la Fed ha pagado un interés de 0,25% a los bancos por las reservas que depositan en el banco central. Cuando llegue la hora de elevar las tasas de interés en la economía, la Fed aumentará estas tasas, en vez de alterar la de fondos federales con la reducción de las reservas. Es como si la entidad fijara el precio que pagará por las naranjas en lugar de aumentar o reducir el suministro de la fruta para influir el precio del mercado.
Al banco central le preocupa que pagar interés sobre las reservas no bastará para controlar las tasas de corto plazo. Hay mucho dinero que circula al margen del sistema bancario estadounidense, incluyendo los US$2,6 billones en el mercado de fondos de dinero de corto plazo y varios billones en los gigantes hipotecarios Fannie MaeFNMA -1.29% y Freddie Mac. FMCC -0.47% En lugar de un supermercado de naranjas, estamos hablando de muchos supermercados.
Para abordar ese problema, la Fed experimenta con otra herramienta. Realiza operaciones (acuerdos de reportos pasivos a un día) directamente con unos 100 fondos de mercado de dinero y otras instituciones financieras. Un reporto es un crédito con garantía en títulos valores, con un pacto de recompra de los títulos entregados en garantía. Mediante estas operaciones, la Fed paga interés a las entidades no bancarias.
En teoría, las operaciones de reporto pasivo y la tasa de interés pagada a los bancos sobre las reservas podrían transformarse en la nueva tasa de referencia de la Fed. Yellen reconoció en su comparecencia más reciente ante el Congreso estadounidense que ambas tasas formaban parte del arsenal de herramientas de la Fed.
Tanto Yellen como otros funcionarios del banco central han manifestado su confianza de que la Fed puede restringir el crédito cuando lo estime necesario. Pero hay otros temas que están pendientes.
Uno de los retos es que, en el cambio hacia el nuevo sistema, el volumen de operaciones en el mercado de fondos federales caiga bruscamente y genere inestabilidad en la tasa de referencia. Eso podría afectar el mercado de contratos de derivados ligados a las tasas de interés estadounidenses, que mueve US$12 billones.
Otra preocupación es que si las operaciones de reporto pasivo se vuelven más atractivas que las reservas de los bancos, podrían incentivar una mayor actividad en los mercados de dinero no regulados, en desmedro de los bancos.
El banco central aún tiene tiempo: la mayoría no prevé un alza de tasas hasta el próximo año.