Uno de los grandes desafíos para los próximos años es recuperar el autoabastecimiento energético. Este déficit impone una enorme carga a la economía argentina, no sólo en la balanza del comercio exterior (con importaciones energéticas que crecieron de 2.626 a 11.415 millones de dólares entre el 2009 y 2013), sino también en las cuentas públicas, por el impacto de los subsidios dirigidos a amortiguar el efecto de los elevados costos de importación sobre los precios locales.
Con las expectativas que genera el potencial de recursos de Vaca Muerta, la discusión pública y el grueso de las iniciativas tendientes a revertir el desequilibrio energético se focalizan del lado de la oferta, es decir, sobre cómo invertir más para mejorar nuestras reservas y nuestra producción de petróleo y gas, y de esa forma reducir las necesidades de importación. Pero para cerrar esa brecha que tanto nos cuesta existe también un amplio espacio del lado de la demanda, en el que todos los actores involucrados –empresas, autoridades nacionales y provinciales, consumidores– debemos trabajar de manera conjunta.
EFICIENCIA ENERGÉTICA
Tenemos a la mano una serie de iniciativas que apuntan a la eficiencia energética que pueden ayudarnos a detener el crecimiento de las importaciones y recuperar más rápidamente el autoabastecimiento. Del lado de los hogares, medidas de racionalización del consumo –tanto en gas por redes como en energía eléctrica– pueden conducir a importantes ahorros. En el caso del gas para calefacción y cocción de alimentos, iniciativas tan simples como la eliminación gradual del piloto y su reemplazo por dispositivos de encendido electrónico permitirían un fenomenal ahorro de gas natural, estimado por los expertos de la Fundación Vida Silvestre para este caso en aproximadamente 2,5 millones de metros cúbicos diarios.
En lo que hace a la calefacción de los hogares, es mucho lo que puede hacerse para disminuir el gasto trabajando en regulaciones para la construcción de viviendas y en los hábitos de la población. Con sólo bajar 2º C el nivel del termostato para la calefacción se estima que podría reducirse el consumo residencial en aproximadamente un 15%.
También existe un amplio espacio para profundizar las iniciativas de eficiencia energética en el consumo de electricidad, tanto residencial (iluminación, heladeras, equipos de aire acondicionado) como industrial. En sus proyecciones al 2030, Vida Silvestre estima que las medidas de eficiencia en el consumo eléctrico podrían aportar un ahorro de 25 TWh anuales, equivalentes a la generación de cuatro centrales de ciclo combinado de 800 Mw de potencia cuya construcción requeriría fuertes necesidades de inversión.
TRANSPORTE
En el transporte de cargas y pasajeros, la Argentina tiene un sistema sumamente sesgado al modo carretero y, por ende, al consumo de naftas y gasoil. Un avance hacia un esquema más diversificado (potenciando otros modos, como el ferrocarril y el fluvial) y que mejore el transporte público de pasajeros en las grandes ciudades redundaría también en ahorros importantes en materia de consumo de energía.
En los próximos años es necesario que todos los argentinos accedan al suministro de gas natural y electricidad por redes y que las actividades productivas cuenten con un suministro seguro y competitivo. La situación actual nos indica que la oferta local tendrá grandes dificultades para abastecer esa demanda. En ese marco, una gestión del consumo energético responsable y eficiente nos permitirá ahorrar divisas y recursos fiscales y contribuirá también a la sustentabilidad ambiental de nuestro desarrollo económico.
*Economista