Unión Fenosa Gas (UFG), compañía participada al 50% por la española Gas Natural y la italiana ENI, puede convertirse en el vértice del nuevo orden que empieza a construirse en Oriente Próximo. Uno de los elementos que van a cambiar el panorama de esta convulsa región es el descubrimiento en los últimos años de grandes yacimientos de gas en aguas de Israel, cuyas gigantescas reservas no solo harán autosufiente energéticamente al Estado hebreo sino que le convertirán en uno de los mayores exportadores mundiales.
Hasta ahora, debido a las delicadas relaciones con sus vecinos árabes y a la falta de infraestructuras, Israel solo ha firmado dos limitados acuerdos de exportación con Jordania y la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Pero esta situación puede cambiar si se concreta la carta de intenciones que UFG firmó el pasado día 5 con la sociedad Noble Energy, con sede en Texas (EEUU), principal propietaria del yacimiento de Tamar.
Según el principio de acuerdo, la compañía hispano-italiana adquirirá 4,5 bcm (4.500 millones de metros cúbicos de gas) anuales durante los próximos 15 años; equivalentes al 22% de las reservas de Tamar. Aunque el precio no está fijado (se liga a la evolución del barril de crudo brent), los expertos estiman el monto total en unos 20.000 millones de dólares (en torno a 15.000 millones de euros).
Lo que da al acuerdo una dimensión geoestratégica es que dicho gas está destinado a la planta de licuefacción que UFG tiene en Damietta (Egipto) y que está paralizada desde finales de 2012 porque el incesante aumento del consumo doméstico y la inestabilidad del país han dejado a la planta sin el imprescindible suministro de gas.
La paralización de Damietta ha obligado a Gas Natural Fenosa a provisionar 70 millones en sus cuentas de 2013 y a UFG a presentar una demanda contra el Estado egipcio ante el Ciadi, el tribunal de arbitraje del Banco Mundial. La operación con Israel vendría así a solucionar de rebote el problema con Egipto.
En UFG son, no obstante, muy cautos. La compañía hispano-italiana no informó del pacto con Noble Energy —fue esta última la que lo hizo público— y aunque un portavoz de la misma ha confirmado todos sus extremos, también ha puesto énfasis en que se trata de “un preacuerdo no vinculante”, que deberá concretarse en los próximos seis meses, si se cumplen todos los requisitos. Entre ellos, el ineludible visto bueno de los gobiernos de Israel y Egipto.
Fuentes diplomáticas creen que las autoridades israelíes no pondrán ningún obstáculo y tampoco las egipcias, una vez desalojados del poder los Hermanos Musulmanes y consolidado al frente del país el general Al Sisi, tras el trámite de las elecciones presidenciales de este mes.
Hará falta, sin embargo, contar con infraestructuras para llevar el gas a Damietta, por lo que el diario israelí Haaretz baraja la construcción de un gasoducto desde el puerto hebreo de Ashkelón. Mientras tanto, podría emplearse el gasoducto que llevaba el gas egipcio a Israel y Jordania y que está en desuso, no solo por la falta de excedente para exportar sino por los frecuentes sabotajes de los que ha sido objeto, ya que atraviesa la peligrosa península del Sinaí.
Si el acuerdo llega a buen puerto, UFG se convertirá en el primer cliente extranjero del gas israelí, que reexportará por vía marítima a Europa y Asia, tras licuarlo en Egipto. En 2009, Israel descubrió el yacimiento de Tamar; y en 2011, el de Leviatán, aún mayor. Sus reservas cubren el consumo doméstico para 25 años. Y aún le sobra.