Por primera vez, un medio a de comunicación visita la explotación subterránea de la mina calingastina, que lleva 12 niveles de avance en túneles. Allí adentro, la seguridad es la materia más importante. La mina subterránea aporta hoy el 60 % del mineral producido. Los lingotes tienen hoy un 96 % de plata y un 3,5 % de oro. Por Viviana Pastor.

Apenas se ingresa a la mina subterránea de Casposo, y aún dentro de la camioneta 4x4, la humedad del ambiente, la ausencia de luz en algunos tramos, y la sensación de saberse digerido por la montaña, hacen que uno se sienta maravillado y excitado por la aventura. Los sentidos se expanden y la imaginación queda a su libre albedrío.

Para los 110 trabajadores de la explotación subterránea es parte de su cotidianeidad. “Te tiene que gustar la mina subterránea, de lo contrario no se puede. Hay gente que se fue porque no querían trabajar como ‘topos’, pero a mí me encanta”, dice Miguel Godoy, superintendente de Seguridad de Casposo, la primera mina de oro y plata a escala industrial de Calingasta.

Es la primera vez que un medio de comunicación recorre la mina subterránea de Casposo, que produce cada vez más plata que oro: Sus lingotes, que pesan promedio 14 kilos, tienen 96 % de plata y 3,5 % oro; el 0,5 % restante es de impurezas, así se llama al resto de minerales, y representan tan poco que no generan ningún valor.

La mina fue inaugurada en noviembre de 2009 y su primer lingote se produjo exactamente un año después, en noviembre de 2010, por entonces los lingotes tenían 90 % de plata, 8 % de oro, y 2 % de impurezas. Comenzó como mina a cielo abierto y desde hace un año empezó a aportar mineral la mina subterránea.

Eduardo Machuca, responsable de Relaciones Institucionales de Troy Resources, propietaria de la mina, explica que actualmente trabajan en el nivel 12, teniendo en cuenta que hay 15 metros entre cada nivel, hay más de  1.700 metros de rampa. Ya se explotaron los niveles 1 al 6, actualmente se explotan 7, 8 y 9; y están en preparación 10, 11 y 12.

En el interior de la mina subterránea, los “lagartos”, como le dicen a los camiones que cargan el material mineralizado porque son articulados para poder transitar en las curvas cerradas y estrechas de la mina, van y vienen con sus 40 toneladas a cuesta. En los niveles donde se está realizando extracción, el agua cubre el suelo y es necesario calzar botas de goma especiales, hasta las rodillas. El agua es vital para minimizar el polvo adentro de la mina y en plena tarea casi no hay partículas visibles. 

Dos enormes mangas llevan aire fresco al interior de la mina y hacen que circule permanentemente. En el nivel 9, un equipo de perforación Sandvick largo hoyo, realiza orificios en una fractura encontrada en la piedra. Machuca explica que en estas perforaciones especiales, muy profundas, pueden tener entre 6 y 9 metros, se realizan sólo en zona de peligro, se coloca un cable acerado y se rellena con cemento para sostener la piedra, luego se pone la malla metálica. “Es un sistema muy efectivo y se logra hacer voladuras con tranquilidad. Esta fortificación es la más segura y es rara la mina que la realiza”, asegura el Ingeniero.

Todos los túneles  están completamente cubiertos con esta malla metálica gruesa sostenida con pernos de 2,3 metros.  Otras máquinas llamadas Jumbo, son las que perforan para la colocación del material explosivo sobre la veta mineralizada y se corta la malla metálica en ese sector para permitir que el material caiga. Se carga en los lagartos y se lleva a molienda.
Nadie entra a la mina subterránea sin las botas, casco con luz, chaleco y equipo autorescatador, un aparato que pesa un kilo, se carga en la cintura y proporciona oxígeno en caso de incendio. Todo el equipo de minería pesada tiene sistemas de extinción de incendios automáticos instalados. 

La seguridad es un área de vital importancia en la mina y tienen a un veterano en el tema, Miguel Godoy, el superintendente de Seguridad que trabajó en la mina de carbón de Rio Turbio, en Santa  Cruz y en Mina Aguilar, Jujuy. “La seguridad depende mucho de la cultura de los pueblos y a veces es difícil incorporarla en los trabajadores, pero lo van asimilando. Acá la mayoría de la gente es de Calingasta y no habían trabajado nunca en minería pero de a poco lo fueron incorporando, no es fácil en relación a los trabajos que hacían antes”, asegura.

Casposo cuenta con una Brigada de rescate, en la que participan unos 30 empleados de distintas áreas de la mina que reciben una capacitación especial, semanalmente. El día antes de la visita, habían realizado un simulacro de accidente, supervisado por José Chicahuala, ex Jefe de Bomberos de la Provincia, quien capacita al equipo.

Godoy dijo que en los últimos meses lograron bajar el nivel de accidentes en la operación. 
La mina subterránea tiene refugios de emergencia totalmente equipados con elementos de primeros auxilios, agua y alimentos. Además, la chimenea de ventilación también es salida de emergencia con escaletas metálicas en tubo y ascenso vertical que recorren los 9 niveles en explotación.  Claustrofóbicos, abstenerse.

En total, Casposo procesa 1.700 toneladas de mineral por día, la mina subterránea aporta el 60 % y la mina a cielo abierto, Kamila, el 40 % restante.  La mina subterránea lleva perforados 180 metros hacia abajo y planean llegar al menos hasta los 600 metros.

Molienda y lixiviación

Una vez que sale de la mina subterránea o de la explotación a cielo abierto, la roca mineralizada es depositada en distintos grupos según su ley: Baja, media, alta o muy alta. Luego estas se van mezclando para pasar a la trituración y lograr una ley uniforme, explica Machuca.

Desde el momento en que la roca entra a la trituradora primaria, el recorrido es automático, todo el material va por una cinta transportadora que lo lleva hasta el molino. El año pasado, Casposo incorporó un segundo molino de molienda con lo que pasó de procesar 1.000 toneladas por día (t/d) a las actuales 1.700 t/d. Lo producido en la molienda pasa a los tanques de lixiviación, proceso que Veladero y Gualcamayo realizan en valles de lixiviación a cielo abierto, aunque el proceso es el mismo, Merrill Crowe. En Casposo, este paso se realiza en 1 tanque de 600.000 litros, 6 tanques de 300.000 y 2 tanques de 1 millón de litros. Allí se agrega el cianuro para lograr separar los metales y su inocuidad en el proceso se logra con cal, que mantiene el pH entre 10 y 11, esto es la medida de acidez o alcalinidad de la disolución. La explotación utiliza 90 toneladas de cal por mes en este proceso. 

En Casposo los tanques con la pulpa cianurada se agitan soltando borbotones y sobre ellos se extiende la rejilla de acceso y supervisión por donde esta periodista camina y los recorre todos. No hay nada que indique que abajo hay pula cianurada, ni olor, ni vapores, nada.  

“Está todo el proceso controlado y automatizado, se trabaja bien y no es peligroso. Llevo 4 años trabajando en Casposo y jamás tuve un problema con el cianuro”, asegura Rolando Tello, a cargo de la Sala de Control del proceso.

En la sala, rodeado de monitores, Tello controla caudales, niveles de planta, dosajes de molino,  tonelaje con el que está trabajando, con cuanta presión cuentan; “todo lo vemos desde acá”, dice.

En esta solución alcalina, el oro y la plata se disuelven con distinta velocidad, para hacer el proceso más rápido se les quita el oxígeno. Luego se agrega  zinc para precipitar los metales y para pasarlos de líquido a sólido se filtran.

El líquido pobre va al circuito de vuelta, y la solución preñada con oro y plata pasa al horno de retorta que se calienta a 650 grados durante 8 horas para evaporar el mercurio, que es casi inexistente en la mina y va recipientes especiales. Al sólido rico se le agregan los fundentes para fundir oro y plata en los hornos. “Los fundentes escorifican, hacen brotar los metales que no son interesan fuera del oro y plata, como hierro, plomo, arsénico, mercurio, sílice, cobre, selenio, molibdeno, entre todos suman 0,5 % y es tan poco que no se puede recuperar, son impurezas para nosotros”, explica Enzo Robles, gerente de Refinería.

En la sala de refinería abundan las cámaras de seguridad, unas de la empresa de controlar la misma y otras que les permiten a los inversores en cualquier punto del planeta ver on line lo que sucede en la parte más brillante del proceso. 

Casposo realiza cuatro coladas por día, que es la transformación del metal en lingotes. Los lingotes tienen unos 14 kilos promedio y tienen un 96 % de plata, 3,5 % de oro y 0,5 % de residuos. Los gases son procesados antes de ser enviados a la atmósfera y luego son medidos, “estamos por  debajo de los niveles permitidos”, señala Robles.

Los lingotes salen del molde y aún tibios pasan al pulido donde un operario les retira las impurezas y pasa al control de peso y composición. A cada lingote se le extrae una muestra para que posteriormente se pueda corroborar cuanto de oro y plata salió de la provincia, las muestras llevan la misma numeración del lingote de donde provienen. 

Luego son embalados en cajas de madera donde se colocan de a pares, se sellan y se apilan para su viaje en los camiones transportadores de caudales. Su destino final es Canadá.
A la salida de la sala de refinería hay un control exhaustivo de los visitantes con un detector de metales, el protocolo obliga incluso a sacarse el calzado y las medias que también son sometidas al detector.

Andrew Storrie, gerente de Mina, está enfocado en aumentar el porcentaje de recuperación del metal. Cada tonelada de roca de Casposo tiene unos 200 gramos de plata y 8 gramos de oro, de los cuales se rescata el 84 % de la plata y el 93,7 % del oro.

La onza de plata cotizó en la semana a 19,5 dólares la onza y la de oro a 1.300 dólares. Casposo proyecta producir en el 2014 unas 110.000 onzas de oro equivalente, eso significa que se toma el producto principal, en este caso el oro, y mediante un mecanismo de cálculo se llevan las leyes de los subproductos al equivalente del producto principal.

Los residuos

Tanto el mineral estéril como el agua usada en el proceso, Casposo tiene autorizados 2 litros de agua por segundo, son sometidos a un tratamiento para eliminar restos de cianuro.  

Con la ayuda de una solución en sistema de vacío, el agua se recupera y se manda a diques artificiales para ser reutilizada. Los residuos sólidos se depositan en un dique seco, sobre membrana impermeable de polietileno de alta densidad (HDPE) y arcilla. Cualquier agua generada a partir de la zona de colas se recupera y se envía de nuevo a la planta para su procesamiento. Tenemos un punto de control de agua justo bajo este dique seco y jamás hemos obtenido valores fuera de lo permitido”, asegura Machuca.

Hay otros 14 pozos de control de agua de donde se obtienen muestras para ser examinadas cada 15 o 30 días. La mina también utiliza el sistema de control participativo donde un grupo de vecinos de Calingasta elije los lugares donde quiere extraer agua para su control y los envían al laboratorio. 

Un lugar especial

Casposo está ubicado a 2.400 metros de altura, y a unos 30 minutos de Villa Calingasta. Gracias a esta cercanía, la mina no tiene campamento para sus empleados como Veladero y Gualcamayo. Los 200 trabajadores de Casposo van trabajar por el día y vuelven a sus hogares a descansar. La mina sí tiene comedor donde se almuerza o cena, según el turno.
Esta la más chica de las tres minas de oro que hoy producen en la provincia, pero sus ecuaciones la hacen muy rentable.

La cifra

574.000 
onzas de oro equivalente son las reservas de Casposo, pero la empresa sigue explorando en busca de vetas que le extiendan la vida útil a la mina calculada en 7 años.