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EMPRESAS
"Repsol año cero". Con la venta de bonos comienza a cerrar Argentina

Apenas un día después de recibir los bonos en compensación por YPF, Repsol vendió al JP Morgan todos los Bonar 24, que equivalen al 60% de la emisión para pagar la expropiación.

12/05/2014

Repsol, año cero

Cinco Días. Por Carmen Monforte

Repsol ha dado carpetazo a su relación de más de una década con YPF. A los dos años largos de que esta compañía fuese nacionalizada por el Gobierno argentino, la semana pasada se rubricó el divorcio con el pago de la compensación pactada en febrero entre Repsol y el Gobierno de Cristina Fernández y el desistimiento por ambas partes “de todas las acciones judiciales, administrativas y arbitrales”. Todo ello, acompañado de la venta del 12% que mantenía en YPF

Argentina entregó a la petrolera española títulos de deuda pública por un importe nominal de 5.317 millones de dólares, por encima del valor de mercado promedio de 4.670 millones previsto en el acuerdo. Repsol, que ya ha provisionado la diferencia del valor auditado de su exfilial argentina (5.000 millones de euros) y el precio que ha recibido, se daba dos años para monetizar los bonos.

Un calendario inverosímil, como demostró el viernes la compañía al vender el 60% de la deuda recibida a JP Morgan (el llamado Bonar 24 con un nominal de 3.250 millones de dólares) a un precio de 2.813 millones de dólares. Repsol ha vuelto a jugar al despiste, como ocurrió con la venta sorpresa del paquete residual que le quedaba en YPF y que -dijo en su día- desinvertiría a medio plazo.

Precisamente, el resultado de la venta de estas acciones de YPF a Morgan Stanley, por el que ha obtenido unas plusvalías de 447 millones, ha sido interpretada por la compañía como una señal de que será posible vender a buen precio los títulos argentinos que acaba de cobrar, pues hay “apetito en el mercado”. Es posible que más pronto que tarde, Repsol se desprenda de los bonos, último vestigio de su paso por Argentina.

Una etapa conflictiva que, por el momento, no da paso aún a otra pacífica, al menos desde el punto de vista corportativo. Sobre Repsol penden las maniobras de su accionista Pemex, con algo más de un 9% del capital, para intentar -dice la petrolera mexicana- tener más peso en la gestión del grupo español en el que está presente desde su fundación hace más de dos décadas.

Pero el equipo gestor de Repsol, con su presidente, Antonio Brufau, a la cabeza, ha ido tapando todos los resquicios posibles (internos y externos) por los que Pemex pudiera colarse. Primero fue el blindaje de los estatutos para evitar una segregación de los negocios de Repsol (el de exploración y producción o upstream y el resto) que, según la compañía española, pretendía Pemex para hacerse con la gestión del primero. Una vía para que el grupo estatal mexicano, incurso en un proceso de liberalización al que se opone la opinión pública, pueda lanzarse a invertir en el exterior, donde por su condición de monopolio estatal lo tiene difícil, pero que sí podría hacer de la mano de una compañía privada y europea como Repsol.

El blindaje, aprobado en la junta de accionistas de marzo, se tradujo en un refuerzo de la mayoría necesaria para aprobar posibles escisiones. En la asamblea, el abogado de Pemex criticó duramente un tipo de medida que choca con cualquier manual de buen gobierno, pero en Repsol insisten en que tenían pruebas fehacientes de las intenciones de los mexicanos.

Pero ese no ha sido el único blindaje contra el intento de Pemex de dar un golpe de mano en Repsol con la ayuda de colaboradores españoles. Aunque la noticia venía rondando desde hacía tiempo, el consejo de la petrolera española volvió a jugar al despiste al nombrar por sorpresa consejero delegado a Josu Jon Imaz.

No contar con un consejero delegado era un punto vulnerable que Brufau ha querido subsanar al recuperar esta figura después de muchos años (los que él lleva en la presidencia de Repsol). De esta manera ha conjurado el peligro de Pemex, que ha venido reclamando ayuda a Mariano Rajoy, a través del propio Gobierno mexicano, para colocar como consejero delegado de Repsol a un hombre de su confianza.

Pemex ha intentado alianzas directas o indirectas con otros accionistas de la perolera española y ha buscado ayuda política. Pero el nombramiento de Imaz se lo ha puesto imposible y la salida de la mexicana está cada día más cerca. Como declaró el viernes el secretario (ministro)de Hacienda mexicano, Luis Videgaray, salir de Repsol “no sería una mala decisión”, pues permitiría a la compañía centrar sus esfuerzos en el país, repatriar el capital e invertirlo en otras oportunidades.
El desenlace final se podría dilucidar durante al visita oficial a España del presidente de México, Enrique Peña Nieto, prevista para junio. “Si Rajoy no le ofrece nada, Pemex saldría de Repsol”, aseguran fuentes del sector.

Pero el Gobierno tiene poco margen de maniobra y más con el quiebro político que ha hecho Brufau al nombrar consejero delegado al expresidente del PNV, que ha llenado de gran satisfacción a la opinión pública vasca. Rajoy considera que ya tiene bastante con el frente catalán y quiere evitar a toda costa que se reavive el del nacionalismo vasco.

Pese al perfil estrictamente profesional que se pretende dar al nuevo consejero delegado, hasta ahora director general del área industrial de Repsol y presidente de Petronor, Imaz es esencialmente un político. De hecho una de sus encomiendas es mejorar las relaciones con Pemex.

Por otra parte, sigue abierto el misterio en torno a la degradación de Nemesio Fernández Cuesta que, de ser de facto el número dos de Repsol, ha pasado a una de las menos relevantes direcciones, la de Química, Gas & Power. Aunque en la compañía se habla de relevo generacional, Imaz es apenas seis años menor que Fernández Cuesta, y si no ha salido es por lo elevado de su indemnización, interpretan fuentes empresariales. Con su decisión, Brufau no parece haber tenido en cuenta el importante papel que este desempeñó para lograr la paz con los argentinos. O quizás sí y de ahí su descenso.


 

Repsol vendió la mayoría de los bonos que recibió por YPF

La Nación. Por Martín Rodríguez Yebra

Visto y no visto, como dicen los españoles. La petrolera Repsol se desprendió ayer de la mayor parte de los bonos argentinos que el gobierno kirchnerista le había entregado 24 horas antes en compensación por las acciones de YPF estatizadas en 2012 .

En una operación financiera express de enorme magnitud, la empresa vendió a JP Morgan bonos por un valor nominal de 3250 millones de dólares. Se trata de todo el stock que recibió de Bonar 24, un título a 10 años nuevo, aún sin cotización, que rinde un interés de 8,75 por ciento . Recibió a cambio 2813 millones de dólares, informó Repsol en un comunicado al ente regulador de la bolsa madrileña.

De esa manera, la multinacional española acelera su desconexión total con la Argentina tras el largo conflicto comercial y diplomático que supuso la expropiación dispuesta por Cristina Kirchner .

Esta misma semana había comunicado la venta de una participación de 11,86% de YPF, que todavía tenía en cartera, por un valor de 1255 millones de dólares. Se quedó con un 0,4% testimonial.

El jueves, antes de firmar en el Ministerio de Economía el contrato de indemnización, el director financiero de Repsol, Miguel Martínez, había dicho que "no había prisa" para vender los bonos, pero que lo harían gradualmente en cuanto encontraran "ventanas de oportunidades".

Evidentemente había una bien abierta. Después de quitarse en un parpadeo los Bonar 24 (que JP Morgan ubicará ahora entre sus clientes corporativos), Repsol espera ahora el momento de monetizar el resto de los títulos de deuda argentina. Por contrato sólo tiene restringido venderlos durante los próximos siete días.

Le quedan 1250 millones de dólares de Discount 33, que incluyen otros 500 millones de dólares de intereses capitalizados (rinden al 8,33%); 500 millones de Bonar X (vence en 2017, con un interés del 7%); y 317 millones de Boden 2015 (al 7 por ciento).

El objetivo de los españoles era ingresar por caja en el cortísimo plazo una cifra superior a 3000 millones de dólares, con lo que mejoraría su rating y quedaría en condiciones de pensar en nuevas inversiones en mercados seguros.

Entre la venta de acciones de YPF y la primera tanda de bonos superó ya ese objetivo. Fuentes del sector creen que ahora tal vez se tome un tiempo para seguir liquidando los títulos de la indemnización y, mientras, cobrará los altísimos intereses que ofrecen.

Los analistas financieros estaban atentos al efecto que tendrá en el valor de la deuda argentina la forma en que actuó Repsol. Existía temor de un golpe en el precio por sobreoferta. Ayer los bonos soberanos cotizaron a la baja, pero no había consenso entre los operadores de que se debiera a los movimientos de la petrolera española.

Según consta en el acuerdo firmado entre la compañía y el Gobierno, la deuda por la expropiación sólo quedará saldada cuando Repsol ingrese en sus arcas un mínimo de 4670 millones de dólares y un máximo de 5000 millones, el precio que las dos partes consideraron justo por el 51 por ciento de YPF que tomó la Casa Rosada en abril de 2012.

Como los valores argentinos circulan con descuento se pactó un plus para compensar las diferencias entre el precio nominal y el real. En la operación de ayer el descuento fue del 13%.

Las extraordinarias garantías de pago que concedió el gobierno kirchnerista para conjurar el temor a un nuevo default argentino dan la tranquilidad a Repsol de que conseguirá con algo de margen monetizar los bonos hasta el precio acordado.

Incluso podría darse que debiera devolver algo a la Argentina si es que al completarse la operación de venta consiguiera más de 5000 millones de dólares.

Al completar Repsol su salida finalmente amistosa de la Argentina se abre el camino para recomponer la relación bilateral con España, dañada como nunca durante los momentos más dramáticos del conflicto por la expropiación.

Los dos gobiernos dialogan sobre la posibilidad de retomar los contactos diplomáticos de primer nivel, interrumpidos desde entonces. El primer paso sería una visita del canciller Héctor Timerman a Madrid en julio. Y luego se intentaría acordar para antes de fin de año la primera reunión oficial entre Cristina Kirchner y su par, Mariano Rajoy.

UNA ESPERA QUE DURÓ APENAS 24 HORAS

La petrolera española está urgida por salir del país

-2813 ?Millones de dólares

Embolsó efectivamente Repsol al venderle los Bonar 24, un título nuevo a un plazo de 10 años, al banco JP Morgan

-Contradicciones

Anteayer, antes de firmar en el Ministerio de Economía el contrato de indemnización, el director financiero de Repsol, Miguel Martínez, había dicho que "no había prisa" para desprenderse de los bonos

-El objetivo

La meta de los españoles era ingresar por caja en el cortísimo plazo más de US$ 3000 millones, con lo que mejoraría la calificación de Repsol y quedaría en mejores condiciones para pensar nuevas inversiones en "mercados seguros"

Repsol ya vendió la mayoría de los bonos que recibió por YPF

iEco

Apenas un día después de recibir títulos de deuda en compensación por la expropiación del YPF, Repsol vendió uno de los bonos al JP Morgan Securities PLC. Se trata de la emisión de mayor importe, el Bonar 24, cuyo precio de venta fue por US$ 2.814 millones y equivalen al 60% de los bonos emitidos para pagar la expropiación.

La empresa comunicó que el cierre de la transacción será el 13 de mayo y que tendrá restringida la venta a terceros de los restantes bonos recibidos durante siete días, con ciertas excepciones.

La compañía presidida por Antonio Brufau logrará así reducir drásticamente su exposición a la deuda argentina y disipa las dudas de quienes creían que la indemnización era "virtual" por pagarse en bonos.

Tras esta colocación, a Repsol le quedarán tres bonos en su cartera (Bonar X, Bonar 33 y Boden 2015) por un valor nominal de US$ 2.066 millones, aunque el valor de mercado es algo superior.

Sacyr pone a la venta un 3% de Repsol y negocia con Botín refinanciar su deuda

El Confidencial.

Mientras Repsol peina los flecos de su marcha de Argentina, sus accionistas de referencia se mueven para ordenar sus participaciones. Al tiempo que Pemex prepara la venta del 9,4% del capital, Sacyr se ha puesto manos a la obra para refinanciar parcialmente su 9,2% de Repsol. La intención de la constructora es alargar el crédito de 2.400 millones y vender entre un 3 y un 4% de la petrolera.

Fuentes financieras han indicado que la constructora dirigida por Manuel Manrique ha iniciado ya las conversaciones con Banco Santander para alargar otros tres años el préstamo sindicado con el que en 2006 compró el 20% de Repsol. Ese crédito fue reducido a la mitad cuando Sacyr vendió un 10% de la compañía energética a la propia Repsol, que se lo quedó en autocartera en una operación de salvación sin precedentes.

Aquella trasmisión se hizo en diciembre de 2011 durante varias madrugadas en las que la tensión entre la banca y la constructora se cortaba, puesto que de no salir adelante habría supuesto la bancarrota de Sacyr y la toma de control de Repsol por los acreedores. El acuerdo firmado in extremis permitió amortizar 2.400 millones y extender el pago de los 2.400 millones remanentes hasta enero de 2015.

Si bien aún faltan ocho meses para este nuevo vencimiento, Sacyr ya se ha puesto manos a la obra. El pasado jueves, la constructora celebró una reunión del consejo de administración en la que se analizó la convocatoria de la próxima junta general de accionistas, el final de la huelga en Panamá y los primeros pasos de la refinanciación de Repsol. La intención del grupo participado por Demetrio Carceller, Manrique, Tomás Fuertes y José Moreno Carretero es extender otros cuatro años la amortización de unos 1.600 millones y vender entre un 3 y un 4% de la petrolera. Este paquete vale cerca de 800 millones a precios de mercado.

Pese a perder cerca de 3.000 millones en los últimos tres años, la refinanciación la afronta en una situación mucho más favorable que en la Navidad de hace tres años, con un balance algo más saneado, menos presión de los acreedores y unos recursos propios recientemente reforzados por una ampliación de capital y una emisión de bonos convertibles de 416 millones.

Con Testa, JP Morgan y Morgan Stanley
La entrega a la banca de la mayoría de la deuda de 1.300 millones asociada a Vallehermoso, su división de promoción inmobiliaria, y la próxima venta de un porcentaje relevante del capital de Testa, la filial dedicada al alquiler de oficinas, abrillantarán aún más los números de Sacyr en los próximos meses después de haber estado al borde la quiebra. Pero la compañía necesita adelgazar aún más su pasivo porque con el cash que genera no podría hacer frente a su abultada deuda. Es una liquidación ordenada que la bolsa está premiando.

A su vez, la claridad de Repsol, que ya ha resuelto la crisis argentina por YPF, la incertidumbre que ha tenido ocupados a sus gestores, facilitará que la banca refinancie el préstamo sin problemas. “No tomamos riesgo de Sacyr, sino de Repsol, que está perfectamente saneada”, asegura el responsable de un banco de inversión.

Según fuentes financieras, tanto JP Morgan como Morgan Stanley han mantenido reuniones con la cúpula de Sacyr para analizar posibles alternativas, tanto para su participación en Repsol como la futura ampliación de capital y colocación de Testa. Fuentes oficiales de la constructora han indicado que todavía no se ha tomado decisión alguna respecto a ninguna de las dos operaciones y que tan sólo se están estudiando todas las posibilidades.

Pero lo que parece claro es que ambas transacciones van asociadas porque las acciones de Testa están ahora pignoradas en garantía del crédito sindicado de Repsol, que exigía a Sacyr una cobertura del 150% de su valor, es decir, activos por importe de 3.600 millones de euros.

 

 


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