En el marco de la investigación por las irregularidades en Petrobras, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró que no teme una investigación del Congreso sobre los negocios de la petrolera, pero sostuvo que el objetivo de esta iniciativa de la oposición es el de afectar sus posibilidades de conquistar un segundo mandato en las elecciones generales de octubre.
“Todo el interés en esta historia soy yo”, expresó la mandataria. “No hay duda de que hay un componente político en esto”, agregó Rousseff, quien, sin embargo, aseguró que no teme las consecuencias de las actividades de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI), que podrían iniciarse en breve.
“No temo a la CPI. No hice nada malo y, por lo tanto, no tengo temor alguno”, afirmó.
El pedido de investigación fue lanzado por los partidos opositores luego de que Rousseff admitiera que participó en 2006 en la aprobación de la compra de una refinería en Pasadena, Estados Unidos, que había sido adquirida por 42,5 millones de dólares en 2005 por el grupo belga Astra Oil y que al final le costó a Petrobras 1.180 millones de dólares.
En ese entonces, Rousseff era la ministra del Gabinete Civil de la Presidencia y también era la presidente del Consejo de Administración de Petrobras, que aprobó el negocio por unanimidad.
Al justificar la polémica decisión, la mandataria afirmó en marzo pasado que la aprobación al cuestionado negocio se basó en un informe “con fallos técnicos y jurídicos” presentado por el entonces director del Área Internacional de la petrolera, Nestor Cerveró, a quien la empresa responsabilizó. Cerveró ya declaró sobre el asunto ante el Congreso.
Por su parte, la presidenta de Petrobras, Graça Foster, rechazó en su momento que haya habido indicios de corrupción y aseguró que las pérdidas sufridas por la empresa con esa operación podrían ser revertidas, pues la refinería continúa operando.
Además de la compra de la planta en Texas, la oposición desea investigar la construcción de la Refinería Abreu e Lima en el estado de Pernambuco, que en la propuesta original iba a costar 2.000 millones de dólares y estar operativa en 2011, pero que será inaugurada este año a un costo de 18.000 millones de dólares.
La planta empezó a ser construida sobre la base de un acuerdo firmado entre los entonces presidentes de Brasil, Luiz Inaçio Lula da Silva, y de Venezuela, Hugo Chávez, por el cual la petrolera venezolana PDVSA aportaría un 40 por ciento de su costo.
No obstante, el acuerdo jamás se concretó y Petrobras debió financiar la totalidad del proyecto, además de adaptarlo a las necesidades brasileñas de refinación de crudo.
Cuando semanas atrás se decidió que el Congreso investigaría las denuncias de irregularidades en Petrobras, Rousseff pidió que las investigaciones fueran realizadas con “rigor”, aunque advirtió que no debían ser usadas para “deteriorar la imagen” de la compañía.
“No podemos permitir que se utilicen los problemas, así sean graves, para intentar destruir la imagen de nuestra mayor empresa. No me reprimiré en combatir cualquier cosa mal hecha o actos de corrupción, sean ellos cometidos por quien quiera que fuere”, prometió.
“Desde la hinchada”
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, resaltó la convocatoria de los 23 futbolistas que integrarán el combinado brasileño anfitrión del Mundial, anunciada por el DT Luiz Felipe Scolari. “Todos nosotros, los brasileños, estaremos juntos en la hinchada”, afirmó Rousseff, que a pesar de no ser una conocedora a fondo del fútbol, suele expresar su simpatía por el entrenador Scolari. “Amamos el fútbol y estamos orgullosos de organizar la Copa de las Copas; por eso, todos los que vengan a Brasil serán bien recibidos y conocerán un país multicultural, de gente feliz”.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró que no teme una investigación del Congreso sobre los negocios de la petrolera Petrobras, pero sostuvo que el objetivo de esta iniciativa de la oposición es el de afectar sus posibilidades de conquistar un segundo mandato en las elecciones generales de octubre.
"Todo el interés en esta historia soy yo", expresó la mandataria durante una cena con reporteros políticos sostenida en la noche de este martes en Brasilia, y cuyo tenor fue reproducido hoy por medios de prensa local.
"No hay duda de que hay un componente político en esto", agregó Rousseff, quien sin embargo aseguró que no teme las consecuencias de las actividades de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI), que podrían iniciarse en breve: "No temo a la CPI. No hice nada malo y, por lo tanto, no tengo temor alguno".
Rousseff aprobó la compra dudosa de una refinería
El pedido de investigación fue lanzado por los partidos opositores luego de que Rousseff admitiera que participó en 2006 la aprobación de la compra de una refinería en Pasadena, Estados Unidos, que había sido adquirida por 42,5 millones de dólares (30,5 millones de euros) en 2005 por el grupo belga Astra Oil y que al final le costó a Petrobras 1.180 millones de dólares (casi 850 millones de euros).
En ese entonces, Rousseff era la ministra del Gabinete Civil de la Presidencia y también era la presidenta del Consejo de Administración de Petrobras, que aprobó el negocio por unanimidad.
Al justificar la polémica decisión, la mandataria afirmó en marzo pasado que la aprobación al cuestionado negocio se basó en un informe "con fallos técnicos y jurídicos" presentado por el entonces director del Área Internacional de la petrolera, Nestor Cerveró.
Más casos sospechosos
Además de la compra de la planta en Texas, la oposición desea investigar la construcción de la Refinería Abreu e Lima en el estado de Pernambuco, que por la propuesta original iba a costar 2.000 millones de dólares (1.500 millones de euros) y estar operativa en 2011, pero que recién será inaugurada este año a un costo de 18.000 millones de dólares (13.000 millones de euros).
La planta empezó a ser construida en base a un acuerdo firmado entre los entonces presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y de Venezuela, Hugo Chávez, por el cual la petrolera venezolana PDVSA aportaría un 40% de su costo.
No obstante, el acuerdo jamás se concretó, y Petrobras debió financiar la totalidad del proyecto, además de adaptarlo a las necesidades brasileñas de refinación de crudo.