Repsol ha obtenido una plusvalía de unos 447 millones de euros, tras vender un 11,86% en la petrolera argentina YPF a Morgan Stanley por 1.255 millones de dólares (unos 898 millones de euros), según adelanta hoy EXPANSIÓN.
La operación se ha cerrado a un precio de 26,9 dólares por acción, que valora el 11,86% de YPF en manos de Repsol en 1.255 millones de dólares, según indica la petrolera española a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
De manera que la plusvalía que obtiene Repsol con esta venta asciende a 622 millones de dólares (unos 447 millones de euros) antes de impuestos.
Tras la venta del 11,86% en YPF, Repsol mantiene una participación en el capital social de la petrolera argentina inferior al 0,5%.
La participación de YPF corresponde a la parte no expropiada por el Gobierno argentino, que nacionalizó un 51% de la compañía en manos de Repsol hace dos años y por la que la petrolera española ha conseguido una indemnización de 5.000 millones de dólares.
Objetivo: acelerar su salida de Argentina
Y es que Repsol quiere acelerar su salida de Argentina. Además de desprenderse de esta participación, entre los planes de Repsol también se encuentran la venta de un primer paquete de bonos que reciba de Argentina como indemnización por la expropiación de su 51% en YPF.
Con ambas operaciones quiere recaudar 6.000 millones de dólares. Según adelanta hoy EXPANSIÓN, Está previsto que hoy tenga una idea muy clara del número de bonos, cuyo valor nominal asciende a 5.000 millones de dólares (3.591 millones de euros), que va a recibir del Gobierno de Argentina como compensación por la expropiación de YPF hace dos años. Aunque la firma oficial, y por tanto la entrada de los títulos en el balance de la petrolera, se realizará mañana jueves, según aseguran fuentes financieras.
La compañía presidida por Antonio Brufau quiere iniciar la venta de esta deuda en el mercado ya entre finales de esta semana y la próxima, añaden las mismas fuentes, con el objetivo de quitársela de las manos cuanto antes.
Por tanto, pese que Brufau apuntó en la última presentación de resultados del pasado 25 de febrero que había dado instrucciones para vender en dos años los bonos, los bancos de inversión le han recomendado que lo haga ya. En este momento, los inversores están ansiosos por encontrar activos que ofrezcan algo de rentabilidad en un entorno de tipos de interés en mínimos históricos.
El Economista de España.
Repsol está preparando una operación de compra y, según indicaron fuentes consultadas por este diario, el foco estaría puesto en estos momentos en Noruega.
La petrolera española tiene interés en crecer en mercados desarrollados y, para ello, necesita hacerlo con negocios que ya estén generando caja, con el objetivo de mejorar su balance con activos productivos.
La compañía presidida por Antonio Brufau siempre ha mostrado su interés por crecer en Estados Unidos y Canadá, pero la primera operación de compra podría estar más cerca de lo previsto. La petrolera quiere aprovechar su posición de liquidez, con más de 12.000 millones de euros en caja, después de haber tenido que vender su negocio de GNL a Shell y de estar a punto de cobrar los bonos argentinos como compensación de YPF, un extremo que puede retrasarse unos días a la espera de conocerse los resultados tanto de Repsol como de YPF a finales de esta misma semana.
Tiene tres posibilidades
Repsol tiene ante sí tres posibilidades en el mercado de compañías que han decidido desprenderse de activos en Noruega. Concretamente, la canadiense Talismán Energy, Marathon Oil y Total.
La principal candidata es la empresa canadiense Talisman Energy, que tiene en venta cuatro bloques ( Blane, Gyda, Varg y Rev) que estarían valorados en unos 3.000 millones de dólares.
Del mismo modo, la petrolera francesa Total quiere desprenderse de un bloque llamado Gina Krog en el que mantiene una participación del 38% y en el que se están invirtiendo cerca de 2.100 millones.
Asimismo, Marathon Oil quiere centrarse en su negocio en Estados Unidos y, por este motivo, está dispuesta a desprenderse de sus activos en Reino Unido y en Noruega.
Repsol tiene presencia en Noruega desde el año 2009. La operación permitiría entrar en una zona madura y generar automáticamente nuevos ingresos sin tener que esperar a los procesos de maduración.
Por otro lado, la situación accionarial de Repsol ha hecho correr ríos de tinta este fin de semana. Pemex evitó ayer pronunciarse sobre su posible intención de venta del 9% que mantiene en la petrolera española, aunque reconoció el malestar generado por las formas en las que se eligió a Josu Jon Imaz como consejero delegado. No obstante, Repsol explicó que llevaba varios meses preparando el nombramiento.
El Grupo Villar Mir, por contra, si que salió al paso de la publicación de su presunto interés en entrar en el capital de Repsol y volvió a asegurar que "no ha habido ningún contacto, ni conversión, ni intención de tomar una participación en Repsol". Los títulos de la petrolera retrocedieron ayer en bolsa un 0,13% y cerraron en los 19,36 euros por acción.
La española Repsol está por completar su salida definitiva de YPF, una operación que empezó a rumorearse ni bien se aprobó el acuerdo de indemnización por el 51% de la petrolera expropiada, a fines de abril. La venta del 12,4% de las acciones de la empresa argentina que todavía tienen los españoles es manejada por el banco Morgan Stanley. Ayer, en España la daban por cerrada, pero aún no había sido comunicada oficialmente. La propia Repsol había dado una señal el lunes, cuando desistió de nombrar a los dos directores que le correspondían en YPF.
Según comentaban fuentes de fondos de inversión que fueron invitados a participar de la operación, la venta se habría concretado en torno a los US$ 1.300 millones. Morgan Stanley habría colocado las acciones a unos US$ 28, un precio similar al cierre de ayer de YPF en Wall Street, de US$ 28,18. De hecho, ayer el papel perdió 4,2%. También en Buenos Aires cayó 3,9%. Es que, desde la perspectiva de la empresa, la salida definitiva de Repsol ni bien logró cerrar el acuerdo con el Gobierno no es la mejor señal para el mercado.
La gran incógnita ayer era quién sería el comprador. Fuentes cercanas a la venta hablaban de fondos de inversión y que habría habido mucha demanda por los papeles. El monto que pagarían se aproxima a los US$ 5.000 millones que Argentina abonará por el 51% que reestatizó, aunque lo hará con bonos. De hecho se espera que el Gobierno emita en estos días los títulos con los que cancelará esa deuda. Y ya hay quienes creen que buscará convertir esos papeles en efectivo lo antes posible, y que comenzaría con la venta este mismo mes.
En su edición de hoy, el diario español Expansión publica que Repsol no colocaría los US$ 5.000 millones de golpe, sino que comenzará con una primera colocación, de unos US$ 1.500 millones del Bonar 2024. Según la publicación, fuentes financieras aseguran que se espera que en mayo se deshaga de casi todo “y se quede sólo con algo marginal, seguramente con parte de los bonos que vencen en 2033 (llamados Discount 33)”.
A pesar de que en el mercado se dice que los compradores son fondos de inversión, se especulaba con que las acciones en venta podría interesar a la misma YPF o a la mexicana Pemex, que está buscando poner un pie en el megayacimiento de Vaca Muerta. Sin embargo, la petrolera argentina está con todos sus esfuerzos enfocados en incrementar la producción y Pemex no pasa por su mejor momento financiero. La empresa mexicana, enfrentada con la conducción de Repsol, encargó a Credit Agricole que venda su 9,4% en la petrolera española, valorado en 2.400 millones de euros.
El Cronista. Por María Elena Candia
Una vez concretado el pago de indemnización a Repsol por la expropiación del 51% de su filial YPF, desde el mercado descartan que la empresa española venderá los títulos de manera organizada, para no afectar el precio de los activos argentinos. De hecho, expertos sostienen que hay varios fondos de inversión extranjeros interesados en adquirir estos bonos, a la espera de que la petrolera dirigida por Antonio Brufau acuerde la venta o parte de los u$s 5.000 millones en títulos con algunos bancos a un precio estipulado, para que luego los distribuyan en bloques de u$s 100 ó u$s 250 millones por inversor.
Fuentes españolas indicaron que Repsol podría colocar los bonos en venta durante este mes, aunque todavía no hay una negociación cerrada con ninguna de las entidades con las cuales se especula que trabajen con el mandato de venta. Entre ellas se encuentran Credit Suisse, Deutsche Bank y Citigroup. Aunque hay quienes no descartan la participación de bancos españoles como intermediarios.
El incentivo de Repsol es no hacer demasiado ruido en el mercado, si quisiera vender de golpe una gran cantidad de bonos afectaría los precios. El mejor negocio es que venda big blocks a fondos mediante transacciones bilaterales para no afectar al mercado, apuntó Alejo Costa, economista jefe de Puente.
Expertos sostienen que en un principio Repsol barajó una venta rápida de los activos argentinos, pero que luego decidió darse un plazo de dos años para desprenderse de los bonos dado que su evolución está siendo buena. Lo previsible es que los coloquen en el mercado por partes, comentó un analista extranjero.
La empresa española recibirá hoy tres bloques de bonos. Uno de u$s 500 millones con cupón del 7% y vencimiento en tres años (la ampliación del Bonar X), otro de u$s 3.250 millones con cupón del 8,75% y vencimiento en diez años (el nuevo bono denominado Bonar 24), y un tercero por u$s 1.250 millones con cupón del 8,28% y vencimiento en 19 años (la ampliación del Discount 33).
De acuerdo al titular de un fondo extranjero, lo más difícil de distribuir es el Bonar 24 porque es un activo que todavía no tiene mercado. Sin embargo, para Alejo Costa, en una operación grande esto no será una dificultad. Probablemente haya una prima de liquidez por el bono, pero en una operacion de digamos u$s 200 millones y sabiendo que va a haber u$s 3.250 millones emitidos, esa prima debería ser menor. Es decir, esto no va a dificultar venderlo de a bloques grandes y dado el nivel de emisión, la prima no seria excesiva, agregó Costa.
Según explicó Luciano Cohan, economista jefe de Elypsis, es esperable que los bonos que intervienen en el pago a Repsol tengan una prima negativa durante algún tiempo y volatilidad inusualmente alta por el riesgo de oferta, algo parecido a lo que experimentaron los bonos venezolanos hace algunos años cuando pagaron las estatizaciones. Igual esa prima ya debería estar descontada en los precios de hoy. Es decir, no habría que esperar a que efectivamente se emitan, porque los mercados descuentan lo que va a pasar, agregó Cohan.
Sabrina Corujo, jefa de research de Portfolio Personal, tampoco descartó cierta volatilidad en el mercado y un efecto precio por una mayor oferta de bonos. Aunque considera que los efectos serán temporales. Con respecto a los bonos que no tradean, como el Bonar 24, a medida que se coloquen en el mercado, van a crear una curva de rendimientos más ordenada y más clara para la Argentina.
La española Repsol finalmente deja la Argentina. Ayer, el Morgan Stanley, el banco elegido por la petrolera, logró vender el 12,4% de las acciones que la empresa aún mantenía en la estatizada YPF.
La venta se realizó a modo libro, es decir, a varios accionistas, según aseguraron a El Cronista fuentes del mercado financiero. El precio que se pagó por cada acción rondó los 28 dólares, que sumados por la cantidad de acciones que tenía la compañía en YPF, alcanzan los u$s 1300 millones. La operación se realizó tras el cierre de Wall Street y Repsol al término de esta edición no había comunicado oficialmente su decisión.
A esta cifra, Repsol le sumará a partir de hoy los u$s 5000 millones que comenzará a cobrar en bonos a mediano y largo plazo por el acuerdo de indemnización con el gobierno argentino por la expropiación del 51% de las acciones de YPF, .
Según publica hoy el diario español Expansión, la compañía presidida por Antonio Brufau quiere iniciar la venta de los bonos en el mercado ya entre finales de esta semana y la próxima, con el objetivo de hacerse de liquidez cuanto antes. Tanto por la venta de YPF y de estos bonos, la compañía quiere obtener 6.000 millones de dólares. Por tanto, pese a que Brufau aseguró en la última presentación de resultados el pasado 25 de febrero que había dado instrucciones para vender en dos años los bonos, los bancos de inversión le recomendaron que lo haga ya. En este momento, los inversores parecen ansiosos por encontrar activos que ofrezcan algo de rentabilidad en un entorno de tipos de interés en mínimos históricos. Estos bonos ofrecen cupones de entre el 7% y el 9% y Argentina lleva sin emitir más de diez años, por lo que se venderán fácilmente, indicaron fuentes financieras. Hay demanda desde hace semanas, dicen.
De todos modos, Repsol no va a colocar los u$s 5000 millones de golpe porque es demasiado dinero como para absorberlo en un solo día. Comenzará con una primera colocación, de unos u$s 1500 millones, del bloque de mayor tamaño (Bonar 2024). En total, esta emisión, de cupón 8,75% y vencimiento en diez años, asciende a u$s 3250 millones. Después irá realizando colocaciones posteriores de ese paquete, para ir dándole liquidez. Se espera que en mayo se deshaga de casi todo y se quede sólo con algo marginal, seguramente con parte de los bonos que vencen en 2033 (Discount 33), que son a largo plazo y menos líquidos, dicen analistas citados por Expansión.
La compañía nombró asesor para la negociación con Argentina a Deutsche Bank. Está previsto que el banco alemán participe en estas operaciones, pero también se sitúan como claros candidatos Goldman Sachs, UBS y JPMorgan, para la venta de los bonos.
Los rumores de la salida definitiva de Repsol de YPF se hicieron más fuertes esta semana, cuando la española dejó vacantes dos lugares en el directorio de la petrolera argentina que le correspondían por el 12,4% de las acciones que hasta ayer mantenía.
En el mercado, si bien creen que la española necesita liquidez para realizar otras inversiones (habría puesto la mira en activos de Estados Unidos, Brasil y Canadá), la decisión de salir de YPF no termina de convencer. La hipótesis de estos analistas es que creen que Repsol le cerró las puertas a Vaca Muerta, uno de los principales reservorios del mundo de petróleo y gas no convencional, cuando al menos era socio minoritario de la principal accionista de ese yacimiento, es decir, YPF.
Ayer fue un día de celebración para la presidenta Cristina Kirchner ; el ministro de Economía, Axel Kicillof , y el presidente de YPF , Miguel Galuccio . Después de casi 15 años de participación en el capital accionario de la mayor empresa del país, la española Repsolselló su salida de la petrolera , según la información que circulaba ayer en despachos oficiales. En otros términos: el Gobierno descuenta que esta misma semana la compañía ibérica anunciará la salida de YPF , algo que ya había dejado entrever y también había sido descontado por el mercado.
Fuentes del Gobierno explicaron a LA NACION que Repsol vendió su 12% de participación en YPF, el remanente que le quedaba tras la estatización de la empresa, en abril de 2012, a diversos fondos de inversión. Morgan Stanley fue el banco a cargo de la operación, que rondaría los 1400 millones de dólares y debería ser comunicada por Repsol a la bolsa no más allá de mañana.
Si se concreta en los términos en que le fue informada al Gobierno, la salida de Repsol se llevará a cabo de una manera muy similar a los deseos de Galuccio.
El presidente de YPF le confirmó días atrás a gente de su confianza que prefería el ingreso de diversos inversores antes que el de un nuevo gran socio, al estilo del mexicano Carlos Slim y su coterránea Pemex, para poner algunos ejemplos. De esa manera, según el timonel de la petrolera estatizada, la acción de YPF, que sigue de cerca, tendría mayor liquidez.
La compañía española dio la primera señal de su retirada la semana pasada. En la reunión de directorio de YPF, que se hizo en la torre que la empresa tiene en Puerto Madero, el Estado, como principal accionista de la compañía, presentó sus candidatos a integrar el directorio. En otras ocasiones, los representantes de los españoles acostumbraban a levantar la mano y exigir ocupar los dos sillones que les correspondían en el máximo órgano de la petrolera de acuerdo con su participación accionaria. Esta vez, sin embargo, no lo hicieron.
UNA HISTORIA COMPLEJA
Repsol compró YPF en 1999, en una de las operaciones más resonantes de la historia argentina, dado que la firma ibérica no contaba con producción masiva de petróleo, algo en lo que YPF era una especialista. Después de la crisis de 2001, las previsiones iniciales de la compradora comenzaron a cambiar. Esa tendencia se acentuó aún más con la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada. Si bien muchos de sus funcionarios, en especial el ministro de Planificación, Julio De Vido, tenían un vínculo muy cercano con los popes de la española, también la sometieron a hostigamientos verbales cuando comenzó a caer la producción de hidrocarburos. Para salir de ese callejón, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, negoció y cerró en 2008 el ingreso de la familia Eskenazi, denominada por el ejecutivo catalán como "especialistas en mercados regulados", al capital de YPF. Fue un 14,9% que luego se elevó hasta el 25%. Si bien la gestión de la familia local logró mantener a flote los resultados de la empresa, no ocurrió lo mismo con la producción de crudo y gas, que atestiguaron caídas de hasta un 50 por ciento.
En diciembre de 2011, Sebastián Eskenazi y Cristina Kirchner se reunieron en la quinta de Olivos. La Presidenta le echó en cara al empresario que su empresa fuera una de las principales responsables por la salida de dólares para cubrir las importaciones de energía, y le pidió que se hiciera cargo de una parte de esa cuenta. Eskenazi rechazó el pedido. Cuatro meses más tarde, Cristina Kirchner ordenó la estatización del 51% de las acciones de Repsol en YPF.
La venta del 12% remanente de la española cierra la serie que comenzó en 1999.
Argentina emitirá mañana los bonos para pagarle a Repsol la compensación acordada con la petrolera por la expropiación del 51 por ciento de sus acciones en YPF. La firma española recibirá un paquete de bonos por un valor nominal de entre 5300 y 5400 millones de dólares. Como estableció el convenio validado por el Congreso a fines de abril, ese monto garantiza que los títulos públicos entregados a la multinacional española tengan un precio de mercado de 4670 millones de dólares. La transacción representa la primera emisión de deuda externa en moneda extranjera relevante desde la realizada durante el segundo canje de 2010. Los nuevos pasivos implican un leve incremento en los niveles de endeudamiento y serán saldados a lo largo de los próximos veinte años. La operación financiera concluye el extenso conflicto político, económico, legal y diplomático que se extendió durante más de dos años. Cuando reciba sus títulos, Repsol deberá renunciar a todas sus demandas contra YPF y Argentina. Entre los juicios abiertos se destaca la causa iniciada en el Ciadi, el tribunal arbitral del Banco Mundial, donde reclamaba 10.500 millones de dólares.
A lo largo de los últimos días, la Secretaría de Finanzas terminó de coordinar los detalles de la operatoria con los distintos agentes involucrados, fundamentalmente el Banco Central, la Caja de Valores y la casa de clearing Euroclear. El equipo del ministro de Economía, Axel Kicillof, emitirá los bonos mañana. A diferencia de las desesperadas operaciones en el mercado financiero para llevar calma a los acreedores externos y financiar la fuga de capitales durante los años noventa, la transacción con Repsol le permite al Estado adquirir el 51 por ciento expropiado de YPF, un activo considerado estratégico para el desarrollo económico del país.
El acuerdo estableció que el pago se haría mediante un combo de bonos por un valor nominal de 5000 millones de dólares que terminan de pagarse en 2033. Como parte del convenio, Argentina garantizó que el paquete entregado tiene un valor de 4670 millones en el mercado. Por eso, se contempló la posibilidad de emitir hasta 1000 millones de dólares adicionales. El precio estimado en el mercado de esos títulos de deuda externa (el promedio de los últimos 90 días) terminó por debajo del piso acordado. Por eso el Gobierno utilizará una porción de la cartera de bonos contingente: menos del 40 por ciento extra habilitado. Desde el equipo económico confirmaron a Página/12 que Repsol recibirá bonos por un valor nominal de entre 5300 y 5400 millones de dólares (la cifra definitiva será informada por las partes mañana). Ese mix de bonos está compuesto por:
- 3250 millones de dólares en títulos del Bonar 2024. Se trata de un nuevo título que vence dentro de 10 años y rinde un interés anual de 8,75 por ciento con pagos semestrales.
- 1250 millones del Discount 33, el papel de más largo plazo que se cancela definitivamente en 2033 y paga intereses del 8,28 por ciento.
- 500 millones del Bonar X, que vence en 2017 y paga una tasa del 7 por ciento anual.
- Entre 300 y 400 millones de dólares de Boden 2015 que corresponden a la cartera adicional. El título de corto plazo se cancela el próximo año y rinde una tasa del 7 por ciento anual.
Desde Economía enfatizaron anoche a este diario que el mecanismo de pago “en cuotas” adoptado es favorable y sustentable para un Estado desendeudado. Además, en el equipo económico proyectaron que la rentabilidad del 51 por ciento del paquete accionario de YPF hasta 2033, supera hasta entre 12 y 28 mil millones de dólares (dependiendo de las inversiones) el desembolso nominal total que deberá encarar el Estado por los bonos.
Para hacerse de fondos líquidos, la petrolera española puede vender parte de los bonos a terceros en cualquier momento. Cuando suceda, Repsol estará obligada a ofrecerle al gobierno argentino la posibilidad de igualar la oferta. En ese momento, los funcionarios a cargo sólo contarán con dos horas para tomar la decisión. El acuerdo alcanzado entre las partes establece además que la deuda se considerará saldada a medida que Repsol reciba el pago de los vencimientos o le ingresen fondos por la venta de bonos a terceros. Así, la compañía puede reclamar por la totalidad de sus acreencias ante un posible default.