Arriba de una mula para llegar a sectores de difícil acceso ha tenido que moverse un grupo de nueve expertos del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), que desarrolla un enorme e inédito proyecto para medir la composición geoquímica del suelo chileno.
Esa “radiografía” del territorio nacional busca determinar la presencia de 59 elementos químicos -incluyendo metales pesados como cobre, arsénico, cromo, mercurio, plomo y otros- que se encuentran en forma natural o por la intervención del hombre.
“Esto no solamente es atractivo para la minería, sirve en sí para tener líneas de base medioambientales, para los ordenamientos territoriales, por tanto va más allá de un interés por el mundo minero”, explica el director del servicio, Rodrigo Álvarez.
La iniciativa partió en 2011 dentro del Plan Nacional de Geología. Con información del Instituto Geográfico Militar, el territorio entre Arica y Magallanes fue dividido en más de 70 cuadrículas, que ocupan un espacio de 130 por 100 kilómetros, el equivalente a unos 13.000 km cuadrados (ver infografía).
En cada una de ellas se toman en torno a 700 muestras, principalmente cerca de los cauces de ríos, pues permiten mayor representatividad del terreno, y luego se procesan en un laboratorio en Canadá, donde miden la presencia de cada material.
Los resultados son finalmente compilados en sencillos e interactivos mapas en formato PDF, que están disponibles para cualquier persona en CD.
Una información similar, pero a muy alto costo, es la que desarrollan las empresas mineras cuando buscan minerales. Por eso, explican en Sernageomin, el objetivo es “democratizar” esos estudios.
En las cartas, los datos se representan con colores: entre más se acerca al rojo, mayor concentración de un químico existe, y lo contrario se hace con tonos fríos (ver infografía).
Cada una contiene además anexos con la red de caminos, ubicación de pueblos o datos geológicos.
En detalle
Debido a su envergadura, se estima que la totalidad de cartas geoquímicas estará lista hacia el 2020. Los geólogos y geógrafos del Sernageomin toman las muestras, una por una en diversos terrenos, con simples palas y bolsas de PVC, por lo que el muestreo es una tarea maratónica.
Cada una equivale a un área de 20 km {+2} , aunque en sectores urbanos la escala que se usa es menor. Con GPS determinan dónde medirán y ahí seleccionan tierra en varios puntos, para evitar la contaminación que pueda existir en un sitio específico.
Ya están concluidas las cartas de Arica, Pisagua e Iquique, con un área equivalente a la superficie de Suiza. En proceso final están las de La Serena y Vallenar, mientras que en desarrollo se encuentran las de Copiapó y El Salvador.
“Hacemos la geoquímica para buscar recursos mineros, pero al mismo tiempo se hace para saber lo que hay en un lugar, y eso es muy importante, porque hay una información de referencia con un dato cualitativo”, explica Juan Pablo Lacassie, doctor en Ciencias y jefe de la Unidad de Geoquímica del Sernageomin.
El experto precisa que en Europa estos estudios se desarrollan desde hace años y han permitido planificar, por ejemplo, los sectores para la agricultura.
En el caso chileno, dice, podría haberse usado en el tema de los “polimetales” de Arica, en las exploraciones de litio o en la búsqueda de tierras raras, elementos que se usan en piezas de alta tecnología.