Interesantes conclusiones del sondeo de opinión realizado por Poliarquía Consultores en la sociedad argentina. Que conoce y que piensa el público de la crisis energética del país y de la gran promesa que significa la explotación de yacimientos de hidrocarburos no convencionales.
(Por Ernesto Cussianovich*) En un estudio de opinión pública sobre el sector energético realizado en todo el país, un 62% de la población encuestada reconoció haber escuchado o leído alguna vez sobre Vaca Muerta. De ese porcentaje, una mitad aseguró además que sabe o conoce “mucho” y “bastante” de este yacimiento, y la otra mitad que “poco” y “nada” (ésta última opción cosechó solo un 2%). El perfil de los que dijeron haber escuchado o leído algo sobre el depósito incluye mayoritariamente a hombres de más de 30 años, de niveles educativos secundario y universitario y residentes en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. Por su parte, entre quienes afirmaron reconocer menos este sitio, se incluye a las mujeres, a los jóvenes de entre 18 y 29 años (de ambos sexos), a los residentes del interior y a quienes dijeron tener educación primaria.
¿Por qué un depósito de hidrocarburos ha generado en el país un nivel de conocimiento tan alto? No hay al parecer en Argentina un caso equiparable de un yacimiento, cualquiera sea su tipo, que en tan poco tiempo haya logrado concitar tanta atención. Aún así, al parecer Vaca Muerta ha creado mucha expectativa. Revisemos aquí algunas razones de esta popularidad.
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EL NOMBRE VACA MUERTA
El nombre Vaca Muerta es definitivamente lo mejor que le ha podido suceder a un depósito de estas características. Acostumbrados a nombres más solemnes, siempre asociados a la remembranza o el homenaje a héroes, generales o presidentes; el nombre de este yacimiento hidrocarburífero ha logrado quebrar viejos estereotipos nacionalistas y decimonónicos y convertirse en algo mucho más simple para el imaginario del común de las personas: en una “vaca” accesible, rendidora y polémica.
Situado en una provincia con una importante comunidad mapuche, es cierto que no hubiese sido una buena idea llamar a este depósito con nombres del tipo yacimiento “General Julio A. Roca” o yacimiento “Héroes del desierto”. Tampoco pareció una buena idea la propuesta del gobernador de Neuquén de rebautizarlo como “Manantial de Vida”, una designación que hubiese sido tomada como una provocación por quienes se oponen al fracking.
Hace unos meses, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, propuso también cambiar el nombre Vaca Muerta por Vaca Viva. “Es porque ahora da petróleo”, comentó festiva. Por su parte, el gobernador neuquino Jorge Sapag inspirado en el potencial del sitio y asesorado tal vez por algún edulcorado economista-poeta de su gabinete, propuso rebautizarlo como “Manantial Energético”, o “Manantial de Progreso”, dos nombres que sugieren que la gobernación de Neuquén, además de buenos ingenieros, necesita con urgencia un par de buenos comunicadores. Vaca Muerta es el mejor nombre que la naturaleza le ha otorgado a un sitio que está llamado a generar polémica y, definitivamente, en cuestión de nombres hoy no parece útil la intervención de la mano del hombre.
Vaca Muerta surge en el escenario energético nacional justo en el momento en que se conjugan importantes eventos relacionados con el sector. Por un lado, la expropiación de la mayoría del paquete accionario de YPF, por entonces en manos de Repsol. Por el otro, la necesidad del país de recuperar el autoabastecimiento energético y, si es posible, la de obtener saldos exportables.
Pero Vaca Muerta está también creando expectativas un poco desmedidas en la opinión pública. Lo que de hecho puede resultar contraproducente a la hora de sincerar los cálculos sobre su potencial en el tiempo. Esta expectativa está asociada a la posibilidad de creación de empleo y de oportunidades para las comunidades locales. Pero también al desarrollo del país, al aumento del bienestar y al acceso inmediato de capitales, educación, tecnología, etc. Pero hay que recordar también que por mucho que uno quiera, en general el nivel de conocimiento económico, tecnológico o ambiental de la población es mucho menor de lo que se suponemos debería ser. Por esta razón, la comprensión de cifras y datos, de procesos productivos o de aplicación y uso de tecnología es muy dispar y -de hecho- en muchas oportunidades hasta de difícil acceso para el ciudadano común.
Si los recursos de Vaca Muerta alcanzaran a cubrir las expectativas, el país podrá contar con ingresos equivalentes a 20 veces su PBI. Cientos de millones de pies cúbicos de recursos disponibles que se calcula proveerán 475.000 millones de dólares multiplicados por más de diez veces. Ahora bien, ¿qué significan cifras y datos de este tenor para el común de los argentinos? Muy poco y nada. No obstante para un número significativo de la población Vaca Muerta hoy tiene una influencia importante en el desarrollo nacional. Del 62% de las personas que dicen haber escuchado o leído sobre el yacimiento, el 84% cree que tendrá un impacto económico “muy” (47%) y “bastante” (37%) significativo, y solo un 10% cree que tendrá “poco” o “nada”. Un reducido 6% no responde.
Por otro lado, la falta de comprensión de determinados procesos (económicos, ambientales, tecnológicos, etc.) empuja a la población a reemplazarla por explicaciones más simples y débiles sobre de los hechos. Se trata en su mayoría de descripciones basadas en estímulos primarios que, como el nacionalismo, tienden a crear un exagerado optimismo y una sobrevaloración del potencial y la excelencia de la capacidad de los recursos naturales y humanos en el país. Vaca Muerta no es la excepción y -con seguridad- en los próximos años este escenario esplendoroso se potenciará peligrosamente hasta niveles mitológicos. Si no hay información de calidad y realista Vaca Muerte puede convertirse en el nuevo “El Dorado”.
De esta forma, según nuestro estudio hoy en día un 35% de la población cree –por ejemplo- que el gobierno tiene los fondos necesarios para hacer funcionar Vaca Muerta y ante la pregunta de si existen hoy en la Argentina el conocimiento y la tecnología necesarios para llevar adelante este megaproyecto, el 52% de quienes oyeron hablar del sitio, está convencido que existen recursos humanos y tecnológicos suficientes para este fin. Esto aún cuando se trate de un recurso que requiere técnicas industriales todavía muy escasas en el país, aplicables casi ad hoc para cada caso de perforación y a un altísimo costo de producción. Más aún, en la combinación entre impacto ambiental e impacto económico, el 42% de la población encuestada sostiene que Vaca Muerta generará impacto económico pero también ambiental, mientras que un 33% que habrá impacto económico pero no necesariamente ambiental. Esto es lo que la gente percibe hoy. ¿Cambiará esta opinión cuando comience la producción en escala?
EL AMBIENTE Y VACA MUERTA
En los últimos cinco años en que surgió Vaca Muerta y logró su rápida popularidad en la cabeza de los argentinos, se produjo también una vertiginosa notoriedad de los temas ambientales, incluyendo la movilización y protesta ambiental. Megaminería, deforestación, agroquímicos, etc. están hoy más que nunca presentes en la agenda política del país, lo que no significa que estén necesariamente en la agenda de los dirigentes políticos. Las mejores expresiones son en realidad los conflictos, los debates parlamentarios, los juicios y las decisiones judiciales surgidas en el último quinquenio. A lo que se agrega el crecimiento exponencial de las redes sociales como principal medio de difusión de la información y los reclamos de las comunidades y los grupos opuestos al extractivismo.
Hoy no hay más bajo perfil para nadie. Ni para defensores de estas actividades ni para sus detractores. Todo se conoce bien y muy rápidamente. De hecho, el “fracking” y su versión “en español”, la denominada estimulación hidráulica, la actividad que más rechazo genera entre los opositores a los recursos no convencionales, posee hoy un nivel de conocimiento aceptable entre la población general. Ante la preguntas ¿escuchó alguna vez hablar del fracking? o ¿escuchó alguna vez hablar de estimulación hidráulica?, las respuestas no varían demasiado. Un 37% y un 35% de quienes dicen haber escuchado sobre Vaca Muerta dicen también haberlo escuchado sobre estimulación hidráulica y fracking, respectivamente.
Por otro lado, de los encuestados que conocen el yacimiento, el 52% dice que Vaca Muerta puede generar “mucho” (23%) y “bastante” (29%) daño y el 40% que “poco” (30%) y “nada” (5%). Como es de esperarse, las respuestas sobre el uso del agua generan aún más tensión. Siempre tomando la misma base, un 62% afirma que Vaca Muerta usará “mucha” (31%) y “bastante” (31%) agua y un 12% que usará muy “poca” (3% dice que no usará agua). Sin embargo, sorprende que todavía un relevante 23% reconozca que “no sabe” sobre este tema, algo que hasta hoy no habíamos notado en otros estudios sobre la relación entre las industrias extractivas y los recursos hídricos en el país. ¿Podrá Vaca Muerta mantener estos números en el futuro?
* Director Asociado Energía, Recursos Naturales y Medio Ambiente Poliarquía Consultores